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Ramón Zurita Sahagún jueves 2, Ago 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Finalmente, los militares de alto rango que sufrían de arraigo fueron trasladados a prisión, cambiando su situación judicial, aunque será un juez el que determine si los cargos en su contra son o no procedentes.
Se trata de la acción judicial más importante emprendida en contra de miembros del sector castrense, aunque no los primeros que se ejecutan en esas áreas.
Durante muchos años, los militares fueron un sector intocable, ya que gozaban de un fuero especial, convirtiéndose en la cultura priísta en zonas inatacables.
Se decía que existían tres núcleos que los medios de comunicación mantenían como vedados, además del Presidente de la República en turno: la Virgen de Guadalupe, el secretario de Gobernación y Ejército y Marina.
Muchas acciones irregulares de los militares pasaron de largo durante los gobiernos priístas, incluidos algunos actos que más adelante fueron censurados y tomados como órdenes superiores que repercutieron en el deterioro de la imagen de las fuerzas armadas.
Sin embargo, siendo México un país de paz, sin grandes acciones de armas, las fuerzas armadas basaron su prestigio en la ayuda que prestan a la población, mediante los programas DN-III, implementados en casos de desastre.
Las fuerzas armadas han ganado significación por esa ayuda que proporcionan a los damnificados durante los terremotos, inundaciones, huracanes y todo tipo de fenómenos meteorológicos.
En la actualidad, la lucha contra la delincuencia organizada obligó a que las fuerzas armadas fuesen sacadas a las calles, ante la incapacidad y corrupción de las distintas policías. Se trata de que combatan al crimen organizado y aunque el resultado no es el esperado, su contribución es grande en esas tareas.
Sin embargo, desde antes de que se incorporarán a esa actividad diversas filtraciones hablaban de excesos de las fuerzas armadas en las tareas asignadas, pero también de algo sumamente peligroso, la penetración que estaban sufriendo por parte de los grupos delincuenciales.
En muchas partes del país rumores y menciones sin pruebas fundamentadas aseguraban que algunos mandos militares incurrían en omisiones, cuando menos, ante la presencia de los grupos delincuenciales, especialmente los vinculados al narcotráfico. Varios militares de mediano rango y alguno de grado superior (generales) fueron detenidos, acusados de pertenecer al crimen organizado.
Incluso, los famosos GAFES, un grupo de élite fue desaparecido, ya que varios de ellos se pasaron al bando contrario y se convirtieron en mandos dentro del hampa.
Varios generales, acusados de vinculación al crimen organizado, especialmente al narcotráfico, fueron detenidos, siendo el caso más sonoro el del divisionario Jesús Gutiérrez Rebollo.
Lo fue por tratarse del propio comisionado de Instituto Nacional de Combate al Narcotráfico y por ser un general con gran prestigio, ganado a lo largo de una, hasta entonces, limpia carrera.
Venía de ser comandante regional de la zona militar de Jalisco, donde el narcotráfico había sentado sus reales, pero que durante su ejercicio había disminuido considerablemente, emigrando hacia otras entidades del país.
Al poco tiempo fueron detenidos otros dos militares de alto rango, sin que los casos estuvieran vinculados entre sí.
Se trataba de delitos similares -crimen organizado- y uno de los generales, el divisionario, reconocido por su lealtad al servicio y al país. Francisco Quiroz Hermosillo, divisionario y Mario Arturo Acosta Chaparro, brigadier, fueron sometidos a juicio y recluidos en prisión militar, contrario a lo sucedido con Gutiérrez Rebollo, recluido en prisión de alta seguridad.
De los tres se dijo que se encontraban presos por revanchas dentro del Ejército aplicada por los mandos superiores.
En el caso de Quiroz y Acosta, fueron liberados, ya que no se comprobaron ninguno de los cargos que se ejercitaron en su contra, claro que lo hicieron luego de varios años en prisión.
Los dos ya murieron y aunque no se le comprobaron los delitos que se les imputaban, dejaron un agrio sabor sobre si eran o no culpables y el escarnio hizo presa de ellos. Gutiérrez Rebollo continúa preso, aunque cada vez más se diluyen las pruebas en su contra.
Ahora toca el turno al mayor número de generales que serán llevados a juicio por supuesto vínculos con la delincuencia organizada, especialmente en el terreno del narcotráfico.
Lo destacable es que varios de ellos sufrieron dos arraigos de 40 días cada uno, antes de que se emitiera la orden de aprehensión en su contra.
Uno de ellos llama poderosamente la atención por tratarse de un divisionario que a punto estuvo de ser secretario de la Defensa Nacional, durante el presente sexenio, pero que, finalmente terminó como subsecretario de la dependencia. Tomás Ángeles es un militar de primer orden, del que siempre se mencionó que sostenía diferencias con el actual secretario, Guillermo Galván Galván y que en cuanto tuvo la edad de retiro fue enviado a su casa.
Sin embargo, Ángeles se convirtió en un experto que participaba en conferencias sobre seguridad pública y nacional y que mantenía esperanzas de alcanzar un cargo en el sexenio que inicia el 1 de diciembre.
Antes que se discutiera siquiera la posibilidad fue arrestado y arraigado, bajo cargos de delincuencia organizada y vinculación al narcotráfico, proporcionada por testigos protegidos, la mayor parte de ellos de oídas. Con todo y la debilidad de las pruebas se le arraigó por 40 días y luego se extendió el mismo por otros 40 días más, para recabar las pruebas que mostraran la supuesta responsabilidad y que el juez ejecutara la orden de aprehensión.
Ya sucedió y Ángeles junto con los otros militares, incluidos tres generales más pasaron del arraigo a la detención y hoy se encuentran en prisión en espera de las horas reglamentarias para que se les dicte formal prisión.
Ahora habrá que esperar para ver qué sucede y si en realidad las pruebas existen y los militares formaron parte de la infiltración que sufren algunos sectores por parte de la delincuencia organizada o si en verdad se trató solamente de una revancha, como algunos creen.