Tras las elecciones, ¿qué sigue para encuestadoras?
Cd. de México lunes 30, Jul 2012- Empresas de diversas partes del mundo están atentas a la evolución en México de la demoscopía para corregir vicios de metodología
La polémica sobre el descontrol de las agencias encuestadoras seguirá por mucho tiempo, en razón de que apenas se ha iniciado la decantación del tema que, estando polarizado, registra un grupo de empresas que buscan a quién culpar y otras dedicadas a buscar con honestidad los errores, como fórmula para reconocerlos y poderlos superar.
En ambos casos las patinadas continúan y a todo esto contribuye que la impugnación formal de la elección del pasado 1 de julio no está resuelta. Nadie se ha puesto a trabajar en lo que sigue.
Este diagnóstico lo proporciona una de las agencias afectadas y dedicadas a la búsqueda del síndrome que nadie ha completado, como si la herramienta de medición en las ciencias políticas, es decir la demoscopia, hubiera sido rebasada, lo cual (y en eso sí todas las empresas coinciden) es inaceptable.
Muchas empresas de distintas partes del mundo están atentas de la evolución que hagan las instituciones de medición mexicanas, para poder corregir algunos vicios que se tienen en las metodologías de medición de la opinión pública.
La agencia MOEBIUF, que dirige José Antonio Noriega, nos ha compartido sus observaciones con el subrayado de que apenas son un bosquejo de lo que puede ser un diagnóstico.
¿Qué fue lo que pasó antes y después del 1 de julio?: Todas las empresas sin excepción resbalaron, perdieron, se extraviaron y provocaron un desastre en la industria demoscópica
La primera hipótesis es que se abandonó la esencia científica del quehacer y no hay peor veneno que el que pueda ofrecer un investigador con una lectura equivocada, con miras a satisfacer las necesidades del usuario final de la información, en razón de que su demanda no es otra cosa que la distorsión y el sesgo.
MOEBIUF y José Antonio Noriega sostienen que es mejor ir despacio, en razón de que el la búsqueda del diagnóstico, hay quien comienza a culpar a los medios, que en algunos de los casos hicieron mal uso de los datos científicos.
Avisos o alertas de la distorsión o el sesgo que se hizo de las encuestas, las tuvieron todas las empresas y nunca las consideraron. Hubo muchos estados en donde a los encuestadores los consideraban casi unos delincuentes y se suspendieron los ejercicios de medición y nadie fue capaz de decir: aquí no es posible hacer las entrevistas con el rigor que exige la demoscopia, porque hay encuestas domiciliarias que deben hacerse cara a cara ya que de otra forma y es aquí donde empiezan los errores muestrales.
Otro dato que abona al diagnóstico son los nuevos grupos sociales que tienen sus propios caminos para decir su verdad y es el caso de las redes sociales, a cuyos protagonistas nadie los encuestó por su característica de eventualidad.
Y quizá lo más importante, el hecho de que quienes miden encontraron la puerta que los conduce a sus protagonismos y más que mediciones científicas quisieron vender efectos propagandísticos, lo que los llevó a la arrogancia y a desestimar el compromiso científico que las casas encuestadoras tienen.
Los encuestadores encontraron un rechazo de la gente a ser encuestada de entre el 60 y 80 por ciento y eso es algo que no se dice hoy. Existía antes del proceso comicial una baja confianza sumada a la violencia social y eso tampoco se ha dicho y debe considerarse en el futuro, pues la demoscopia sigue siendo robusta.
La conclusión es que más les vale a las casas encuestadoras volver a ser plomeros y hacer obra negra en su nicho y dejar de pretender ser politólogos, publicistas y publirrelacionistas, terrenos que fueron invadidos por quienes tienen una función más noble.
Las empresas de medición tienen que unirse para seguir existiendo, de otra forma cambiarán de fachada y tendrán otras responsabilidades alejadas de su esencia original.