Sistema político, de crisis en crisis
Roberto Vizcaíno lunes 30, Jul 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Hay debilidad en nuestra democracia y sus instituciones, porque no sabemos defenderlas
- Todos los partidos, PAN-PRD y PRI viven hoy la crisis interna y los reajustes
- A los ciudadanos les toca entender su realidad, y salir a dar la cara por lo que han decidido
Luego del grave y riesgoso conflicto poselectoral del 2006, las fuerzas políticas en pugna, PAN-PRD, conducidas en buena medida por el PRI, fueron a la reforma electoral que supuso exorcizado otro trance similar.
Pero no resultó. Y hoy estamos de nuevo en la disputa del poder por la vía extrainstitucional. Como están las cosas, hoy tampoco podemos descartar de nuevo un conflicto que si bien no va a modificar el resultado, sí repercutiría en violencia y ruptura social.
¿Por qué nos pasa lo que hoy ocurre en el país? ¿Estamos frente a una nueva crisis del sistema político… o nada más se trata de oootra etapa de la desmedida ambición de Andrés Manuel López Obrador por el poder? ¿O son las dos cosas?
Podríamos decir que a pesar de la ineficiencia económica del gobierno, reflejada en los grandes indicadores del desempleo y consecuente desenfrenado crecimiento de la economía informal, con graves repercusiones sociales: 60 millones de pobres, 23 de ellos en pobreza alimentaria; inseguridad a niveles extremos (basta sumar los asesinados y ejecutados); sistema educativo absolutamente deteriorado e incapaz para enfrentar el crecimiento poblacional y la demanda de profesionistas y personas capacitadas para poder enfrentar con éxito el desarrollo nacional (sólo hay que ver el número de jóvenes rechazados por la UNAM, el IPN y otros sistemas de educación superior oficiales), que hoy no existe crisis económica y financiera en México.
No hay fuga de capitales, ni quiebra masiva de empresas, y nuestro ahorro, reserva internacional es la mejor que haya tenido nunca México.
El reto está en lo político.
Vivimos una democracia muy nueva, absolutamente disfuncional y por demás débil.
Esta no ha generado una cultura sustentada en la educación cívica del pueblo. Así, su primer debilidad se encuentra en la incapacidad de la mayoría de los mexicanos para analizar lo que proponen los partidos, ni cuáles son sus estatutos, ni su ideología y si todo eso es lo que cada uno quiere.
Pocos mexicanos, los menos, saben cuáles son los alcances y límites de las normas electorales y las funciones y restricciones del IFE y Trife.
Sin la comprensión ni el apoyo de la mayoría de los mexicanos, las instituciónes electorales sucumben a reclamos sin futuro ni sustento de ciudadanos, quienes ven amplificadas sus demandas por medios informativos que actúan sin profesionalismo periodístico, ni contexto ni memoria.
Estos medios dan a la sociedad a la que debieran orientar y servir, noticias sin contexto que se convierten en golpes emocionales para la masa.
Carentes de análisis, sin que haya cruce ni confirmación de la información, sin mesura ni prudencia y ausentes de honestidad y la mínima ética periodística, no pocos medios manejan la información política bajo los principios de la nota roja, en el morbo, privilegiando el despliegue de la ejecución y condena públicas, lo que en la nota roja significaría un baño de sangre y la exhibición de los descabezados.
La información tendenciosa bajo el supuesto de banderas ideológicas domina las primeras planas de los diarios considerados nacionales, los juicios de valor sin sustento lanzados al aire por algunos conductores de la radio y los malos y agresivos tratos de los de la TV, que se convierten en jueces ante sus entrevistados.
Esconden ahí rencillas de grupos de poder, descalifican y enjuician personajes, los caricaturizan y a través de la repetición impune de estereotipos, inducen a sectores de ciudadanos a repudiar y odiar a quienes otros mexicanos eligieron por mayoría de votos.
Eso lo vive el copete de Enrique Peña Nieto, a quien no pocos, bajo esta inducción, creen realmente un producto de Televisa.
En medio de todo esto el país vive hoy la crisis de sus partidos e instituciones. Todos. En diferentes niveles, pero crisis al fin.
EL PAN
En este momento uno de los dos partidos con mayores problemas y amenaza de ruptura, es el de Acción Nacional.
Los panistas perdieron en prácticamente todas las elecciones ocurridas el pasado 1 de este menguante mes de julio.
La primera derrota fue la presidencial, luego en el Congreso –tendrán menos senadores y menos diputados–; pero también tuvieron su debacle en Jalisco y Morelos, donde otros les ganaron la gubernatura (frente al PRI en el primero y frente al PRD en el segundo). Sólo lograron conservar Guanajuato.
En los comicios locales a diputados y alcaldes les fue pésimo.
Hoy los blanquiazules se encuentran como estaban quizá 20 años atrás, allá por los 90.
Y además con un partido fracturado y en medio de una disputa por su control que, según ha trascendido, es buscado por Felipe Calderón, el presidente saliente y el primer gran vapuleado por los resultados, y por Gustavo Madero, el dirigente nacional bajo cuya conducción perdió el PAN todo lo que perdió, que fue casi todo.
El jaloneo por el PAN es vital para todos ellos. Quien se quede con el partido se quedará con la opción de designar candidatos y manejar las millonarias prerrogativas que le da el IFE y que ascienden a quizá unos 300 o 400 millones de pesos al año. Pero sobre todo quien asuma el control de Acción Nacional decidirá quiénes son los coordinadores de sus bancadas en el Senado y en la Cámara de Diputados y será con quien tenga que negociar Enrique Peña Nieto como nuevo Presidente de México.
EL PRD
En el sol azteca, una vez decididas las elecciones por las instituciones electorales, IFE y Trife, las corrientes predominantes tendrán que lidiar con los dictados de Andrés Manuel López Obrador, instrucciones que los pueden llevar a en nuevo atraso y pérdida de fuerza.
Sin unidad partidaria, integrados en pequeños grupos diversos, ausentes de ideología y programas de izquierda, las tribus Nueva Izquierda (o “Los Chuchos”) e Izquierda Democrática (comandada por René Bejarano y Dolores Padierna), volverán a enfrentarse por mantener sus controles.
Girando alrededor de López Obrador y sus decisiones, estas corrientes y la media docena más que pululan dentro del PRD, tendrán que decidir hasta dónde siguen al tabasqueño quien ya busca consolidar desde hoy su candidatura presidencial para el 2018.
Sólo que hoy también actúan a su interior Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera, dos personajes que intentarán acumular fuerza interna y constituirse en opciones de gobierno para la presidencial del 2018.
La perspectiva dentro del PRD y eventualmente en el PT y Movimiento Ciudadano, lo que se conoce como “la izquierda mexicana”, se plantea desde hoy muy complicada.
Tal como están las cosas, no debieran perder el tiempo en disputas internas, pero su destino está planteado.
Y nada de eso tiene siquiera que ver con cuestiones ideológicas ni programas. Tiene que ver con negociaciones entre personajes, entre quienes se encuentra López Obrador, quien si nunca ha sabido perder, tampoco nunca le ha dejado su espacio a alguien con mejores oportunidades.
EL PRI
En el PRI hay el anuncio adelantado por el candidato ganador Enrique Peña Nieto de una reforma interna a fondo, que deje atrás viejos vicios y formas.
Pero sobre todo este partido tiene ante si el hecho de que regresa al poder, una circunstancia que nunca antes había enfrentado y por lo tanto va a tener que caminar muy cuidadosamente, como un descalzo que camina sobre vidrios.
Todos los ojos del país y de fuera, de dentro del gobierno y del partido, y de las otras fuerzas, estarán sobre el tricolor y el nuevo Presidente de la República.
Tendrá apenas un margen muy pequeño para actuar, sobre todo frente a la irritación social existente.
LOS CIUDADANOS
En este contexto de crisis del sistema, los mexicanos van a tener que aprender a defender sus logros. Es algo que se da en forma natural en las democracias desarrolladas, donde los ciudadanos salen a calles y plazas y hacen valer sus derechos.
Habrá que aprender a arrebatarle el destino de todos al caudillo que hoy quiere convertirse en el conductor de nuestro futuro, cuando ya nosotros decidimos con nuestro voto quien queremos que nos gobierne, y quienes no.
Nos va a costar trabajo, pero estamos en eso.