La izquierda mexicana (¿?), a revisión
Roberto Vizcaíno lunes 16, Jul 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- El historiador Héctor Aguilar Camín revisa las diversas corrientes de esta izquierda mexicana
- ¿Es López Obrador un lastre para los llamados partidos y grupos de izquierda?
- Beltrones y Rojas hacen una defensa del triunfo de Peña Nieto y sus propuestas
En su preciso y muy didáctico libro “Pensando en la izquierda” (Fondo de Cultura Económica, 2008), el historiador Héctor Aguilar Camín advierte que “en la izquierda mexicana sobreviven al menos cuatro linajes o tradiciones del mundo socialista anterior a la caída del Muro de Berlín:
1) La izquierda revolucionaria,
2) La izquierda comunista,
3) La izquierda estatista y nacionalista, y;
4) La izquierda utópica clásica”.
Luego de un severo y muy interesante análisis, recorrido rápido, sin desperdicio, por todas estas ramas del socialismo, Aguilar Camín concluye que “la izquierda que predomina en México es un animal anfibio. Tiene todavía alma catecúmena, pero vive a la luz del día. Reitera viejos dogmas revolucionarios pero está organizada para la contienda democrática. Descree del poder, pero es poderosa. Gana elecciones, tiene gobiernos, presupuestos, periódicos, sindicatos, clientelas, causas, redes universitarias y gurús intelectuales”.
Y resume:
Esta izquierda, mexicana “no ha hecho un ajuste de cuentas profundo con su historia ni está en condiciones de ofrecer una verdadera propuesta de futuro. Sigue latiendo en el fondo de su identidad un pensamiento binario, que algo conserva de lucha de clases y algo de guerra fría.
“Tiene respuestas pobres, si no es que arcaicas, para las dos realidades clave del mundo moderno: la democracia y la globalización, el orden convergente de las realidades políticas que confluyen en el Estado moderno y de las realidades financieras, tecnológicas y productivas que conforman la realidad del mercado mundial de nuestros días”.
El historiador, escritor y periodista señala que la única izquierda que ha logrado dar respuesta efectiva a este conjunto de realidades es la socialdemócrata, una izquierda rechazada por las vertientes mexicanas, debido al predominio de la izquierda revolucionaria y populista.
En fin, advierte, este conjunto de izquierdas es leal a las instituciones en la medida en que estas instituciones les sean favorables.
“Su sentimiento de superioridad moral respecto de los demás es considerable, aunque en sus filas puedan hallarse tantas corruptelas como en las otras formaciones políticas”, indica el historiador.
Interesante perfil que es importante rescatar hoy frente al editorial publicado por El País, en el cual advierte que (López) “Obrador es un lastre” y, como lo hace en otros casos, sugiere que la izquierda mexicana debiera hacer un examen para definir si el tabasqueño, con dos derrotas presidenciales encima, debe o puede seguir siendo su líder.
El texto de este artículo editorial es el siguiente, para que usted norme su criterio:
“La izquierda mexicana debería replantearse el liderazgo de su candidato presidencial derrotado
“Es muy improbable que prospere el recurso de la izquierda mexicana, aglutinada en torno al derrotado Andrés López Obrador, para invalidar las recientes elecciones presidenciales, argumentando la compra y manipulación de millones de votos por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Los siete puntos de ventaja (más de tres millones de sufragios) del presidente electo y candidato del resucitado PRI, Enrique Peña Nieto, representan presumiblemente para las autoridades electorales, que tienen hasta septiembre para pronunciarse, un argumento contundente sobre un proceso en el que no hay evidencia de irregularidades a gran escala.
“Sin duda, las protestas callejeras expresan la insatisfacción de muchos mexicanos con el regreso al poder del PRI, que mantuvo durante siete décadas el control absoluto del país, hasta su defunción electoral en 2000. Pero ese inquietante retorno de un partido íntimamente asociado a la corrupción —aunque con una mayoría insuficiente que le obligará a pactar con otras formaciones para sacar adelante sus proyectos— no puede ocultar el hecho de que el populista Obrador ha sido siempre un mal perdedor.
“Lo es ahora, aun cuando curiosamente no haya denunciado los resultados de las elecciones al Congreso —celebradas también el 1 de julio y en idénticas circunstancias que las presidenciales—, quizá porque su coalición izquierdista se ha convertido en la segunda fuerza del nuevo Parlamento. Y lo fue en 2006, de manera totalmente impresentable, cuando perdió por menos de un punto la jefatura del Estado ante Felipe Calderón; entonces se declaró presidente legítimo y encabezó durante meses una desestabilizadora protesta callejera en la capital del país.
“La izquierda mexicana viene fracasando desde 1988 en su intento de alcanzar la presidencia. Para los correligionarios de López Obrador parece llegado el momento de preguntarse si les conviene como líder un hombre dos veces derrotado, con tendencia al victimismo conspiratorio y cuyo estilo abrasivo y anquilosado le ha enajenado una parte de su voto natural. Obrador es un lastre. En su propio partido, el PRD, hay dirigentes —Marcelo Ebrard, jefe del Gobierno del Distrito Federal, o su sucesor, Miguel Ángel Mancera, entre otros—, pragmáticos y dialogantes, que no suscitan el rechazo de los electores y están en mucha mayor sintonía con las realidades del México de hoy”, concluye.
El periódico “El País” es sin duda el diario más importante en el mundo de habla hispana. Se publica simultáneamente en una treintena de países y su tiraje excede los varios millones de ejemplares. Su página WEB es de las más visitadas y consultadas en el mundo.
Hoy no se puede decir que “El País” sea un diario exclusivamente español. Es un medio reflejo de los tiempos de la globalización, pues lo mismo contiene información relevante, básica de oriente, que de las naciones desarrolladas y de América Latina.
En su edición de ayer no sólo trae el editorial reproducido arriba, sino una amplia entrevista a Felipe Calderón.
En este contexto, y por su ya larga edición y distribución en México, podemos afirmar que es también un diario mexicano. Por lo tanto su editorial no es ni irruptor ni ajeno a sus intereses. Su reclamo a la izquierda mexicana es válido. Es además un reflejo de lo que muchos mexicanos piensan.
En lugar de una respuesta inteligente a esta crítica, Andrés Manuel López Obrador reaccionó como siempre lo hace: visceralmente.
“A El País: dejen la manía de hacer periodismo colonizante. Mejor hagan la autocrítica por su responsabilidad en el desastre de España”, dijo vía Twitter.
SIGUE EL JALONEO
Mientras esto ocurre, los coordinadores del ¨PRI en el Senado y en la Cámara de Diputados, el sonorense Manlio Fabio Beltrones y el mexiquense Francisco Rojas salieron al ruedo a advertir que el triunfo de su candidato, de Enrique Peña Nieto no es negociable.
Beltrones afirmó que las 3 propuestas de Peña Nieto en materia de fiscalización, transparencia y publicidad gubernamental son respuestas a exigencias ciudadanas y por lo tanto reflejan sensibilidad política y apuntan hacia el ejercicio de una presidencia democrática.
“Convendría que los partidos comiencen, de inmediato, el análisis de estas propuestas para avanzar en su discusión en el Congreso que habrá de instalarse el 1º de septiembre”, exigió Beltrones.
En cuanto a las iniciativas de reforma constitucional sobre la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción, el fortalecimiento de las capacidades de fiscalización del IFAI y la fundación de una instancia autónoma que supervise la contratación de publicidad gubernamental, insistió, indican su voluntad de cumplir con los compromisos de campaña y de instaurar un gobierno abierto al escrutinio ciudadano.
A su vez Francisco Rojas pidió reconocer que su partido obtuvo la confianza de la mayoría de los ciudadanos el pasado primero de julio, “porque supo ser una oposición responsable que denunció excesos y errores del gobierno, pero también porque su candidato tiene cualidades políticas que lo llevaron a obtener la mayoría de votos.
“Todos somos mexicanos y así como los que no ganaron deben reconocer el voto mayoritario y acatar la voluntad popular, además de que el ganador deberá convocar a todos los mexicanos, incluyendo a los millones de compatriotas que no votaron por él o que se abstuvieron a la unidad nacional, y actuar ante ellos con generosidad y amplitud de criterio.
“México nos necesita a todos y juntos, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo por un bien superior, que es el bien de México”, afirmó.