En Los Pinos vive el engaño
Francisco Rodríguez jueves 12, Jul 2012Índice político
Francisco Rodríguez
Estoy seguro que ahora que está de moda el Sorianagate, usted debe recordar algunos de los pasajes más reveladores del Irangate, aquél episodio de la sucia política estadounidense que giró en torno de la venta clandestina de armas por parte de los Estados Unidos a Irán, entre 1985 y 1986, y el desvío de ese dinero para financiar a los contras de Nicaragua, que peleaban por derrocar al sandinismo, el gobierno izquierdista de ese país en aquél momento.
A este escribidor, por lo pronto, le vino a la mente tras escuchar que un mecanismo en el que habrían participado las tiendas fundadas por la familia coahuilense Martín Borque —ahora administradas por sus herederos—engañó y generó confusión entre los actores políticos e incluso en la Presidencia de la República, encabezada por Felipe Calderón.
Y fue ahí donde, inmediatamente, relacioné a Calderón con Ronald Reagan. Al Sorianagate con el Irangate. A Ricardo Monreal con el ex director de la CIA William Casey.
Y es que recuerdo –ahora lo rescato de la hemeroteca, gracias al internet— que en una de sus comparecencias ante el Legislativo estadounidense que era dominado por los demócratas, quien entonces fungía como secretario de Estado del Ejecutivo republicano de la potencia norteamericana, míster George Schultz, brindó una descripción sorprendente del entorno que entonces se vivía en la residencia del 1600 de la Avenida Pennsylvania en Washington:
La Casa Blanca de Ronald Reagan era un mundo de “engaño”, “traiciones”, “guerrilla interna” y “manipulación”, en la que un presidente bienintencionado pero incapaz de darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor fue manipulado por asesores de segunda fila y por su gran confidente y amigo William Casey, ex director de la CIA, para llevar a cabo una política “patética” y “loca”. Esta descripción de la presidencia de Reagan fue ofrecida esta semana –leo en el ejemplar del domingo 26 de julio de 1987, del diario hispano El País— no por la agencia soviética Tass, sino por el ecuánime y ponderado secretario de Estado norteamericano, George Shultz.
Toda proporción guardada (jejeje), ¿es Calderón el Ronald Reagan del Sorianagate? ¿Consiguió Ricardo Monreal engañarlo y manipularlo, hacerlo creer que las decenas o tal vez centenas de miles de tarjetas de la cadena de supermercados Soriana en circulación –amparando cantidades que iban desde los 100 hasta los 700 y un mil 500 pesos— fueron canjeadas por los priístas a cambio del voto ciudadano a favor de Enrique Peña Nieto?
Monreal es bueno para eso del debate, el argumento, la réplica y la contrarréplica, habrá que aceptarlo, pero de ahí a considerar que sus dotes alcanzan a quien se presume –aunque la realidad siempre desmiente— es “el hombre mejor informado del país”, hay mucho pero mucho trecho.
Calderón, en efecto, no es un personaje informado. En su entorno hay quienes lo mal informan y hasta lo manipulan. El caso de Genaro García Luna sería el clásico o paradigmático, como dicen ahora.
Peor desde que decidió, al inicio de este malhadado sexenio, formar un equipo de amigos y de “cuates” y encerrarse con ellos en un cuartel –a un par de ellos los “bajaron” con todo y aeronave, cuando salieron de ese reducto—, en donde no se escucharan los reclamos sobre la dicotomía entre legalidad y legitimidad de las que adolece su gestión.
Desde entonces, es cierto, Calderón vive engañado. Muchas veces traicionado. Y manipulado, por supuesto.
Tal no es nuevo aunque hoy sea más grave, pero en Los Pinos siempre ha residido el engaño.
Ya porque desde ahí pretenden engañarnos.
Ya porque sus inquilinos o –en este caso— ocupantes sean los engañados.
Índice Flamígero: La trifecta con la que el mexiquense Enrique Peña Nieto inicia la ruta con la que formalizará su acceso a Los Pinos está integrada por un mexiquense y dos hidalguenses: Luis Videgaray (políticas públicas), Miguel Osorio (diálogo y acuerdos políticos) y Jesús Murillo (asuntos jurídicos, en el que destaca la defensa del triunfo priísta ante las instancias jurisdiccionales). + + + Dentro de 143 días termina esta engañifa sexenal.