Tarea de reconstrucción
¬ Augusto Corro martes 10, Jul 2012Punto por punto
Augusto Corro
Después de las elecciones todos los partidos del espectro político tendrán que hacer un balance de victorias y derrotas.
Servirá para definir del derrotero que seguirán las organizaciones políticas en su vida interna y frente al nuevo gobierno.
El PAN es el gran perdedor, pues con todo y ser el partido del gobierno en el poder, no pudo conservarlo.
Los panistas no lograron sacudirse esa pesada carga que representa la guerra fallida contra el narcotráfico.
Sus posibilidades de triunfo eran remotas, porque la candidata blanquiazul, Josefina Vázquez Mota, no tuvo el apoyo total de su partido.
La dirigencia panista no se empeñó en lograr el triunfo de su abanderada. La participación de las diferentes corrientes políticas internas frenó el avance de la abanderada.
En el presente, se busca deslindar responsabilidades como parte de la acciones para reconstruir al partido.
En las filas panistas se manejan cuatro nombres de los responsables de la derrota mayúscula del PAN, como la calificó su propio líder, Gustavo Madero.
Encabeza la lista el presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien desde la temporada de las precandidaturas, el se empeñó en apoyar a su delfín, Ernesto Cordero.
No tardaron en levantarse las inconformidades de los aspirantes presidenciales panistas, entre ellos Santiago Creel y Vázquez Mota.
A la campaña formal, la candidata llegó con un PAN dividido y por lo mismo, debilitado.
Otro de los azules señalados como culpables de la tragedia panista es Roberto Gil Zuarth, por la pésima conducción de la campaña, según acusación del panista Miguel Ángel Yunes.
El otro responsable mencionado por la debacle panista es el ex presidente Vicente Fox por sus exhortaciones a votar por el candidato presidencial priísta, Enrique Peña Nieto, quien ganó la contienda electoral.
En la relación de culpables de la tragedia panista aparece Gustavo Madero, quizá el único que debe ser juzgado por la derrota, por una simple y sencilla razón, es el presidente del PAN quien debe rendir cuentas.
Dejar a Madero al frente del partido no tiene caso alguno, sería como premiar su ineptitud.
La reconstrucción del PAN será importante en la medida que echen del partido a sus dirigentes fracasados e incapaces, pero también que los cambios vayan apoyados por una revisión de sus principios ideológicos que los alejaron de los electores.
EN LAS IZQUIERDAS
También en los partidos de las denominadas izquierdas la reestructuración llegará inevitablemente.
Por el momento, los diferentes grupos políticos esperan que se cierre el proceso electoral para saber qué rumbo tomarán sus dirigentes una vez que rindan cuentas.
Entre las izquierdas, la victoria es tan mala como la derrota. Sus ambiciones personales no les permiten disfrutar sus triunfos.
En un balance general se puede afirmar que la izquierda avanzó en la lucha política. En el Distrito Federal mantuvo el poder; obtuvo el triunfo en Tabasco y en Morelos. En el Congreso de la Unión su presencia será importante.
Quedó, después de las elecciones, como segunda fuerza. Consiguió un importante capital político.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas; el dirigente de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, se niega a aceptar la victoria de Enrique Peña Nieto.
El tabasqueño sabe muy bien que ese triunfo es irrevocable. Asumir una actitud contraria es poner en juego la unidad de la izquierda que nunca ha sido ejemplo de armonía entre sus líderes.
Algunos representantes de los grupos políticos de la izquierda, como el de los chuchos, no quieren más plantones, ni manifestaciones sin sentido en las calles capitalinas.
En las urnas los electores ya decidieron a quienes prefieren como sus autoridades.
En las izquierdas, las diferentes corrientes políticas con sus ambiciones, intereses o fobias no aceptarán tan fácilmente la derrota.
Ex priístas asesores de López Obrador, esperanzados en la venganza, le aconsejan al tabasqueño que no acepte la derrota. Entre esos ex tricolores se encuentran Manuel Bartlett, Ricardo Monreal, etc.
A todo esto, que pensará otro ex priísta Manuel Camacho Solís, quien se encuentra en el otro grupo que enfrenta a López Obrador. Entre los camachistas está el jefe de gobierno, Marcelo Ebrard.
López Obrador tendrá que decidir, muy pronto, su proyecto de lucha política, de acuerdo con los resultados de las elecciones.
Deberá pensar muy bien en que aventura se va a embarcar, porque no se encuentra en condiciones de actuar a nivel personal. A su alrededor existen contrapesos políticos que no aceptarán decisiones equivocadas de su líder.
EN EL PRI
La reestructuración política en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) empezará en el Distrito Federal.
Sus resultados en las elecciones capitalinas fueron negativos. Los priístas capitalinos están abandonados desde hace varios años. La izquierda perredista es la dueña del Distrito Federal.
Beatriz Paredes, candidata tricolor al gobierno capitalino, perdió. De las delegaciones únicamente ganó Cuajimalpa.
En el PRI-DF se libra una lucha interna en Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre y Beatriz Paredes. El primero ya fue calificado cono ebrardista infiltrado en las filas del PRI.
El PRI es la segunda fuerza política en el D.F., aunque se encuentra muy debajo de la izquierda.
Carlos Chaudon, presidente del PRI capitalino, dijo que después de la contienda, una de las metas prioritarias es recomponer este instituto político.
Antes y después de la contienda electoral, en el PRI-DF priva el caos y, obviamente, la incertidumbre.
Pedro Joaquín Coldwell, máximo dirigente priísta, tiene la gran oportunidad de sacar del hoy al partido local o dejarlo en esa situación de precariedad política en la que se encuentra.