Montreal, las calles más europeas al norte de América
¬ José Antonio López Sosa viernes 6, Jul 2012Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Montreal, Canadá.- Esta gran urbe con poco más de un millón y medio de habitantes representa una extraña fusión entre los descendientes de una colonia francesa y el poderío de las nuevas naciones americanas derivadas del dominio inglés. En sus calles y avenidas está la remembranza de la añeja arquitectura francesa, una de las pocas ciudades coloniales en el continente americano a esta latitud.
Montreal representa un híbrido entre la cultura francesa e inglesa, desde el punto de vista religioso, social, ideológico y lingüístico. Quizás dos países que históricamente parecieran irreconciliables entorno a sus pueblos, fundamentos religiosos e ideologías lograron fusionarse y hacer crecer una de las ciudades más esplendorosas de América.
La parte del viejo Montreal se erige entre calles empredradas y adoquinadas, la “Rue St. Paul” siendo la más antigua con viejos edificios construidos tras la ocupación inglesa evocando ese pasado francés. De aquí partieron las expediciones que conquistaran la parte francesa de los Estados Unidos, desde St. Louis en Missouri hasta Nueva Orleáns en Louisiana.
Hoy en día Montreal representa uno de los centros turísticos y culturales más importantes de Canadá. La historia de esta nación se forjó en gran medida en este islote del río San Lorenzo que con el paso del tiempo se convirtiera en la tercera ciudad más poblada de este país.
El Palacio de Justicia, el edificio del concejo, la iglesia de “Notre Dame”, la plaza de armas, en fin, una ciudad para caminarse y recorrerse a paso lento, disfrutando de cada cuadra, de cada edificio y uno a uno de sus rincones que entretejen la evolución de una sociedad pluricultural.
En la “Rue St Jaques” -que fuese el centro financiero más importante de Canadá en el siglo XIX y principios del XX- se conservan edificios de los primeros bancos canadienses, muchos de ellos aún dando servicios financieros entre muros de mármol y largos pasillos como el Banco de Montreal o el Centro Mundial de Comercio, algunos otros se han convertido en lujosos hoteles, como el caso el hotel “Saint Jaques”, el más exclusivo de Montreal, o bien, el St. Regis, que ocupa uno de los edificios históricos de la ciudad.
Al sólo unas calles está la parte moderna, su actual corazón financiero donde altos edificios delinean el paisaje en una extraña combinación de arquitectura histórica con imponentes edificios inteligentes.
El boulevard “Saint-Laurent” además de ser una de las principales calles de la ciudad, por décadas dividió a los grupos poblacionales, al este los francófonos y al oeste los anglófonos, al este los católicos y al oeste los protestantes. Hoy día no hay tal segregación, tan sólo queda en la memoria por el trazo, la arquitectura y las calles donde la diferencia enriquece el espectro urbano.
No encuentro una ciudad comparable con Montreal en América del Norte, no sólo en su trazo urbano, también en el sabor europeo y latino-francés de su gente que contrasta con el oeste de Canadá. Apenas un par de horas caminando dan para compartir decenas de historias y experiencias, narrar una diversidad de paisajes urbanos y comenzar a explorar los aromas, sabores y sonidos que esta gran ciudad le regala al visitante por el solo hecho de estar aquí, parado en uno de sus cruceros, caminando y viendo la vida pasar. La página http://www.tourisme-montreal.org/ tiene toda la información de esta metrópoli. El Festival de Jazz de Montreal, el más importante del mundo se está llevando al cabo, en esta columna daremos cuenta de parte de este conjunto de ritmos y propuestas musicales que convergen en celebrar al jazz ya la música en general como una forma del arte cosmopolita.
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