Sueños frustrados
Ramón Zurita Sahagún martes 3, Jul 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Una serie de sueños y anhelos quedaron rotos con los comicios del pasado domingo, donde los resultados no fueron los anunciados con antelación por las distintas casas encuestadoras, varias de las cuales tendrán que aclarar los números que mantuvieron durante tanto tiempo.
Las cifras producidas por el PREP distan mucho de las manejadas durante los 90 días de campaña presidencial y de los 30, 45 y 60 días de las estatales, donde esos números daban cuenta de una serie de victorias no logradas en las urnas.
Es cierto que todas acertaron con el ganador de la contienda presidencial en la figura de Enrique Peña Nieto, aunque los números ofrecidos son distantes, por mucho, de los que asentaban las distintas casas encuestadoras.
La recurrencia de los encuestadores es que al final las cifras se cerraron y quedarán tan campantes como en el pasado, justificando de esa forma su ineficacia en estas tareas.
No será la primera ocasión en que los encargados de encuestas y sondeos tengan que tragarse los números que sostuvieron los tiempos de campaña, sin que suceda nada, que al final serán nuevamente requeridos para otras campañas, sin importar los constantes fracasos.
El triunfo del candidato de la alianza PRI-Verde, Enrique Peña Nieto, salva un poco del ridículo en que pudieron caer estas empresas, las que ya en ocasiones anteriores habían tenido reveses similares.
Las diferencias que establecían esas casas contratadas para levantar sondeos serios eran el contento del equipo de quien fue considerado como ganador de la contienda electoral por las autoridades electorales.
Establecían diferencias entre el primero y segundo lugar de hasta 20 puntos y las menos osadas ubicaban esa distancia cercana a los 12 puntos.
Finalmente, llegó la elección y mostró que no era tanto el alejamiento entre el primero y segundo que quedará alrededor de los siete puntos porcentuales, es decir sobre un dígito y no los dos en que todas las casas encuestadoras coincidían.
Pero como si lo ocurrido a nivel federal no fuese suficiente, en Tabasco, los encuestadores sostuvieron que el PRI se mantendría a la cabeza y marcaban distancia entre el candidato priísta Jesús Alí de la Torre y el perredista Arturo Núñez Jiménez entre 10 y 15 puntos, menos o más, según la firma contratada.
La realidad mostró otra cosa, el candidato de la alianza PRD-PT-Movimiento Ciudadano, obtuvo siete puntos de diferencia con el priísta, es decir, revirtió más de 20 puntos en unos cuántos días, algo que pudiera ser asombroso, si nos atenemos a los números de esas casas encuestadoras.
Morelos es otra de sus perlas, ya que siempre mantuvieron a la cabeza de la contienda estatal al candidato del PRI-Verde, José Amado Orihuela Trejo, quien quedó nueve puntos detrás del perredista Graco Ramírez Garrido Abreu.
En Jalisco, el priísta Jorge Aristóteles Sandoval ganó la elección y fue considerado favorito en todas las encuestas, aunque no ganó con los 15 o 20 que originalmente decían los sondeos y su diferencia fue sumamente reducida -cinco puntos- con el candidato de la alianza Movimiento Ciudadano-PT, Enrique Alfaro.
Pero al margen de las casas encuestadoras, los resultados de la jornada generaron una nueva geografía electoral, donde el PRI recuperó varias plazas y perdió otras que en el pasado parecían poderosas columnas en las que se sostenía el partido tricolor.
Una de ellas es Tabasco, entidad de la que salieron dos candidatos presidenciales de los últimos años, los dos con militancia en ese partido, aunque tomaron rumbos distintos.
Ahora el estado, como hace seis años, fue barrido en lo federal, por el PRD, pero se suma también en lo local, donde perdieron todo, desde el gobierno estatal, las principales alcaldías y el control del Congreso del estado.
Tuvieron que conformarse con un puñado de diputaciones locales y los ayuntamientos menos poblados del estado, ya que por vez primera pierden la capital y el gobierno estatal.
Morelos es otro estado que parecía sería suyo, recuperándolo después de 12 años de panismo, aunque en el terreno de la práctica no sucedió así.
Los priístas iniciaron por arriba en todas las encuestas, aún sin candidato, pero fueron descendiendo, hasta quedar sumamente rezagados.
Eso sí, lograron recuperar algunas capitales estatales, aunque perdieron otras de singular importancia.
San Luis Potosí, Colima, Toluca, Guanajuato, Morelia, Campeche y Guadalajara se conservan como territorios priístas, mientras que Mérida, Cuernavaca y Centro (Villahermosa), pasaron a manos de la oposición panista y perredista, respectivamente.
Recuperaron Querétaro y perdieron nuevamente Hermosillo y Monterrey a manos de Acción Nacional.
LOS COMPADRES DE EPN
Fracasos terribles registraron Benito Neme Sastré y Felipe Enríquez.
El primero (Neme Sastré) cumplió su capricho de hacer candidato al gobierno de Tabasco a Jesús Alí de la Torre, quien fracasó rotundamente como tal, quedando a siete puntos porcentuales de Arturo Núñez Jiménez, de quien había sido secretario particular.
Benito llevó a Peña Nieto en diferentes ocasiones al estado, donde le presentaba un panorama halagüeño que estaba lejos de ser real.
El domingo 1 de julio le mostró la realidad a los priístas.
Felipe Enríquez es el otro personaje que se jacta de su compadrazgo con el ganador de la elección presidencial.
Durante mucho tiempo fue usado como operador electoral y entregaba, supuestamente, buenos resultados.
Sin embargo, no pudo operar su propia elección para alcalde de Monterrey, ya que cayó abrumadoramente ante la panista Margarita Arellanes Cervantes.