Ningún asesino en la cárcel
¬ Augusto Corro lunes 25, Jun 2012Punto por punto
Augusto Corro
El viernes pasado se aprobó una ley para proteger a los periodistas.
¿Con este nuevo código serán frenadas las agresiones contra los comunicadores?
La respuesta es: imposible.
Sin embargo, se agradece este gesto mínimo de las autoridades hacia los periodistas que en los últimos años padecieron toda clase de ataques, que van desde las amenazas hasta los secuestros y asesinatos. En el sexenio de Calderón, se elevó el número de víctimas relacionadas con el periodismo y la libertad de expresión.
En este espacio señalamos que se necesitaba una ley y medidas prácticas para proteger a los comunicadores.
Una vez aprobado el código protector, ahora falta su aplicación. Lo más difícil. No es lo mismo que se escriban en el papel los buenos propósitos de las autoridades a que investiguen y castiguen a los asesinos de periodistas.
El número de comunicadores ultimados es elevado y ninguno de los asesinos se encuentra en la cárcel. Sin lugar a duda, quienes más padecen las agresiones de la delincuencia y de las propias autoridades son los periodistas que trabajan en el interior del país.
Si bien es cierto que los cárteles de la droga matan a los comunicadores, los caciques en los estados, también participan en la tarea criminal de privar de la vida a los representantes de los medios.
En fin, Calderón firmó la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, en ella se obliga a al gobierno federal y a los gobiernos estatales a proteger sus derechos.
¿Y la larga lista de comunicadores asesinados? ¿Quedará en el olvido? Lo único cierto de este asunto es que los asesinos de periodistas, narcos o funcionarios públicos, gozan de total impunidad.
LA VIOLENCIA NO CEDE
En la recta final del sexenio de Calderón no cede la violencia de la delincuencia organizada.
Por ejemplo, en Ciudad Victoria Tamaulipas fue localizado un camión abandonado con catorce cadáveres. Todos mutilados.
Es la segunda vez que aparecen cuerpos descuartizados en el centro de ciudad Mante.
En Michoacán continúa la narcoviolencia, el sábado fueron encontradas seis personas descuartizadas. Cada día crece el número de personas ejecutadas en diferentes partes del país.
Plantados en la realidad, no se distingue una posibilidad de que las autoridades federales ganen la guerra contra el crimen organizado, que cada vez se enreda más y más por la participación de personajes políticos y militares.
Se persigue a ex gobernadores y a ex militares que cumplieron funciones importantes en la lucha anticrimen. La procuración e impartición de la justicia se volvió tenebrosa y el temor de ser detenido por las autoridades, con razón o sin ella, se volvió algo cotidiano.
Militares de alto rango se encuentran detenidos en espera de saber si serán consignados ante un juez por presuntos delitos que les fincaron testigos protegidos.
La inseguridad con la que actúan los representantes de ley refleja improvisación y mala fe.
En los casos de los generales por qué no se les detuvo hasta tener la certeza de su implicación en el crimen organizado.
¿A los testigos protegidos se les puede tener confianza?
Esos arraigos para investigar la culpabilidad de los detenidos son violatorios de los derechos en cualquier parte del mundo. Aquí se practican sin el mayor problema.
Calderón desató la guerra contra el crimen organizado con una estrategia equivocada que sobrepasa los 60 mil muertos. Y por las noticias que aparecen continuamente en los medios, se deduce que se trata de una lucha a la que no se le ve el fin. Sin estrategia no se llegará a ningún lado. Mientras continuará la ola sangrienta de asesinatos, descuartizados y desaparecidos, como los que señalamos líneas arriba.
LA IMPROVISACION
En la guerra contra el crimen organizado, lo que saltó a la vista fue la improvisación con la que actúa el gobierno federal panista.
No hay otra manera de explicarse los errores garrafales de los representantes de las fuerzas públicas. La captura del supuesto hijo del Chapo Guzmán, conocido como El Alfredillo, resultó un fiasco.
La Secretaría de Marina no hizo el intento de confirmar la identidad de detenido Félix Beltrán para presentarlo como el vástago de El Chapo, buscado por el FBI.
A horas de la detención del joven, en una conferencia de prensa, autoridades se ufanaron del golpe contra el crimen organizado. La noticia le dio la vuelta al mundo. No era para menos. A las pocas horas se desmintió el hecho.
Félix no es hijo del sinaloense, uno de los hombres más buscados por el gobierno de Estados Unidos. No sabemos si las autoridades formularán una disculpa pública por su equivocación al señalar equivocadamente al detenido como pariente de El Chapo. Por lo pronto, Félix y su medio hermano Kevin Daniel Beltrán Ríos fueron arraigados por cuarenta días porque seguirá la investigación.
La noticia espectacular de la captura de El Alfredillo se desinfló y evidenció la improvisación de las autoridades en su lucha contra la delincuencia organizada.
Ahora, las autoridades tendrán que responder el por qué de su actuación tan precipitada para informar de la captura del supuesto hijo de El Chapo, y los elementos que se valieron para detener a un joven, que no es pariente del narcotraficante. Las autoridades le deben una explicación amplia a la opinión pública. Entre otras cosas debe dejar claro que no se trató de una asunto relacionado con los tiempos electorales.