Equivocaciones
Ramón Zurita Sahagún lunes 25, Jun 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
No deja de tener tufo político la cacareada captura de un hijo del “Chapo”.
Cada elección, las autoridades federales presentan una situación similar, filtrando información o proporcionando supuestos golpes fuertes a la delincuencia organizada.
Solamente fue que se anunciara la captura del supuesto hijo de Joaquín “Chapo” Guzmán (Jesús Alfredo Guzmán Salazar), para que los políticos se subieran en la cresta de la ola y se sumaran a la feria de equivocaciones que deja, una vez más, malparado al actual gobierno federal. No es la primera ocasión en que existe confusión o que se intenta responsabilizar a inocentes o no culpables de situaciones en las que no participan. Tampoco lo es la premura de las autoridades por convocar a conferencias de prensa y mostrarlos descarnadamente.
Los errores abundan y lo peor de todo es que exhiben a esos personajes ante la opinión pública, los marcan y dejan sembrada la duda sobre si pertenecen o no al crimen organizado.
Como si fuese poco, jamás existe una disculpa pública o el reconocimiento de su equivocación.
Lo peor de todo es que la justicia y sus cuerpos de seguridad continúan recurriendo al sembrado de armas, drogas y dinero, como prueba de la culpabilidad de los detenidos.
El ridículo es grande y muchos personajes han quedado marcados por la acción irregular de las autoridades, las que displicentemente se lavan las manos y jamás aceptan su equivocación.
La realidad parece superar a la ficción en el reciente caso de Félix Beltrán León – de quien se comprobó que no era el buscado- y su hermano Kevin Daniel Beltrán, los que fueron arraigados por cuarenta días, para que las autoridades finquen responsabilidades en su contra.
Y es aquí cuando entran las dudas y se crea suspicacia, ya que el arraigo es una figura de abuso por parte de las autoridades que bajo ese concepto resguardan todo tipo de agresiones contra ciudadanos.
Son muchos los ejemplos que en el pasado reciente dan cuenta de fallidas acciones por parte de la autoridad que justifica de esa forma la carencia de pruebas en contra de los detenidos.
Ahora mismo hay varios militares detenidos, a los que se les arraigó, en una muestra evidente de falta de pruebas sólidas sobre las acusaciones que pesan en su contra y hasta se les amplía el arraigo, para ver si en un segundo intento se pueden reunir esas pruebas que justifiquen su detención.
El arraigo y las denuncias anónimas son dos figuras en las que las autoridades fincan parte de sus éxitos, lo que no significa que en todos los casos sean siempre redituables.
Abusos al por mayor son el resultado de las mismas y aunque en el caso reciente de los hermanos Beltrán –confundidos con familiares del Chapo-, se pueda comprobar su pertenencia a la delincuencia organizada, el ridículo fue grande en todos los aspectos.
La Marina que venía siendo la parte exitosa de la lucha contra el crimen organizado es evidenciada de nueva cuenta, como también lo es Josefina Vázquez Mota, candidata presidencial del PAN.
El ridículo de los marinos fue más evidente cuando su vocero José Luis Vergara anunció la captura del sujeto y de su hermano y jamás quiso reconocer el error de la detención de la persona incorrecta.
Pero no es la primera ocasión en que los miembros de la Armada incurren en eventos de este tipo, ya que antes sucedieron historias semejantes.
Pero fue lo de Josefina, la que intentó montarse en el supuesto golpe de la autoridad.
La candidata presidencial del PAN festejó la grandiosa acción del gobierno federal y hasta anunció con bombo y platillo: primero fue el hijo y pronto caerá el padre. No se supo si se refería al padre de Félix y Kevin o al de otro personaje.
Los que se deslindaron a tiempo de esta jugada fueron las autoridades de la PGR, los que primero quisieron comprobar la identidad de los detenidos, para luego aclarar que sí eran los que ellos y sus familiares decían y no los que la Marina aseguraba que eran.
Una duda que quedó sembrada sobre si se equivocaron los marinos o fue el gobierno de los Estados Unidos, los que seguían a la persona equivocada. Pero más que nada se ahonda a interrogantes sobre si los éxitos de las autoridades mexicanas en su lucha contra la delincuencia organizada son méritos de ellos o solamente se basan en la información procedente de los vecinos del norte.
CADA QUIEN SU CIERRE
Según los candidatos presidenciales y los observadores políticos, las grandes concentraciones, ni los llenos en los estadios, ni las marchas o mítines concurridos definen las elecciones, pero con todo y ello, les encanta realizarlos, para llenar su ego.
Josefina consiguió una Plaza México llena, con corte de rabo y orejas y satisfecha se fue a comer con el Presidente de la República, los secretarios y los principales activos de su partido, los que, por fin, dieron la cara y su respaldo a la diputada federal con licencia.
¿Le alcanzará con eso?
El priísta Enrique Peña Nieto realizó dos actos públicos de gran concentración. Uno en Veracruz, con cien mil asistentes, según cuentas priístas y otro más en el estadio Azteca con números similares y falta todavía la magna concentración de cierre de campaña en su entidad natal.
Andrés Manuel López Obrador va por la misma vía, con su cierre que consideran será monumental y los regionales, con plazas llenas, que son los que dieron motivo para que los otros dos aspirantes consideraran que eso no garantiza nada.