No es el puntero, pero todos le temen
Roberto Vizcaíno miércoles 20, Jun 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Los dichos y hechos de Andrés Manuel López Obrador apuntan al conflicto
- Mientras dice que respetará resultados, habla de que habrá fraude
- No han servido de nada explicaciones del IFE y otros para asegurar que es imposible alterar el proceso
Como hace 6 años, hoy Andrés Manuel López Obrador es el centro de la atención de prácticamente todos los involucrados en el proceso electoral presidencial.
Hace 6 años lo fue porque era el candidato con las mayores preferencias electorales. Hoy porque ni los analistas, ni los periodistas y sus medios, ni los políticos y sus partidos le creen que no vaya a ir al conflicto luego del domingo 1 de julio.
Todos sus dichos y hechos, su historia y estructura personal advierten que, salvo que él gane, cualesquiera que sean los otros resultados él se irá al conflicto.
Por eso mismo en todos los frentes, desde el IFE y el Trife, los partidos políticos, los otros candidatos, las organizaciones y cámaras empresariales e industriales han convocado a un pacto de civilidad y compromiso con la ley para garantizar el respeto a los resultados electorales.
Él mismo ha dicho una y otra vez que respetará esos resultados y que firmará cuanto acuerdo le envíen… pero nadie le cree porque a la vez sigue hablando de que él sólo atiende a la voluntad del pueblo.
Su discurso y tesis giran alrededor de que él es quien va a ganar esta elección… y si no, entonces se comprobará la existencia de un “masoquismo masivo”, o de una compra indiscriminada de votos, el derrame de miles y miles y miles de millones de pesos entre los mexicanos para inducir su voto a favor de Peña Nieto.
Por ello, comenzó a señalar hace algunos días de la realización de un encuentro de los 20 gobernadores priístas con el candidato Enrique Peña Nieto, a fin de ponerse de acuerdo para abrir las arcas de sus entidades y garantizar así, mediante la inducción a la corrupción de los ciudadanos, el voto a favor del ex gobernador mexiquense.
Antes, Andrés Manuel López Obrador descalificó a los consejeros del IFE a quienes acusó de estar alineados para favorecer a Peña Nieto.
Lo mismo dijo de los medios informativos todos y en especial de Televisa y TV Azteca.
En fin, que si él pierde y Peña Nieto gana, entonces habrá fraude, compra de votos, inducción del sufragio, una especie de hipnosis colectiva de la cual sólo se salvarán sus seguidores.
Este es Andrés Manuel López Obrador, el mismo de hace 6, 12 o más años; el del conflicto en Tabasco y luego en el DF.
El de la inducción y envenenamiento de las circunstancias, el que mete cizaña, el que pudre la credibilidad y el respeto a las instituciones.
A este Andrés Manuel López Obrador es al que ahora todos temen a pesar de que las encuestas indican que va entre 15 y 18 o más puntos debajo de Enrique Peña Nieto y en virtual empate técnico con Josefina Vázquez Mota.
En su especial estilo, ha inducido y sembrado entre los suyos -que no son pocos, pero no son suficientes para ganar-, la seguridad de que sólo él puede ganar.
Y como llena plazas y calles, entonces crea las imágenes de que tras de él está el pueblo.
Pocos reparan que en el México de masas de hoy, en el México de 110 millones de habitantes, llenar el Zócalo con 220 mil seguidores no significa que representa la voluntad de la mayoría de los mexicanos.
Hoy la expresión mayoritaria se da a través de las encuestas, no de las concentraciones masivas.
Él lo sabe y por eso las descalifica. Por eso, las somete a su aprobación y evaluación.
Esto es lo que acaba de ocurrir del lunes a la fecha, días en que han aparecido los resultados de al menos 5 sondeos de las encuestadoras más serias y de las cuales uno le causó una fuerte reacción.
Ese fue el resultado del diario Reforma, que en una encuesta anterior lo había dejado a sólo 4 puntos debajo de Peña Nieto y que en el sondeo del ayer lo coloca a 12 puntos.
El lunes los resultados de otras cuatro encuestas –la de Excelsior, Milenio y los diarios de la OEM-, habían advertido que a 11 días de la elección presidencial, Peña Nieto estaba entre 15 y 18 puntos arriba de López Obrador.
Ayer, el diario Reforma decía que su sondeo dejó en claro que Peña Nieto suma el 42 por ciento de las preferencias de voto mientras López Obrador suma 30 (es decir, 12 puntos debajo del mexiquense (y hay que recordar que cada punto representa a 500 mil votantes) y Josefina Vázquez Mota logra tener el 24 por ciento de estos apoyos.
Con este resultado, la realidad indica que López Obrador simplemente no tiene ninguna posibilidad de ganar y que además podría ser derrotado por una diferencia que podría llegar a los 7 millones de votos, lo cual para él sería sencillamente una humillación inaceptable.
De ahí, que su primera reacción ante la encuesta de Reforma haya sido de sorpresa, y reclamo a la vez que aseguraba que sus propios sondeos le diven que quien va arriba es él y no Peña Nieto.
En razón de eso advirtió que la encuesta de Reforma simplemente no corresponde a la información que él tiene que entonces debe haber algún error en su elaboración.
“Creo que no está bien hecha la encuesta, creo que falló y se me hace muy raro porque las encuestas de Reforma siempre han estado apegadas a la realidad…
“En otros casos las encuestas de Milenio, El Universal, las otras encuestas evidentemente están manipuladas, están hechas para favorecer al PRI y a Peña Nieto. El Reforma no manipula encuestas, yo creo que aquí lo que pasó es que hay un error, nosotros seguimos arriba, tengo resultados, medí el fin de semana, estoy prácticamente igual que la anterior: 2 puntos”, insistió.
En los hechos las respuestas y reacciones de López Obrador indican que él sólo cree en sus mediciones y estas le dicen que el que va a ganar es él.
SISTEMA BLINDADO
Dentro de esta lógica de nada han servido las explicaciones que han dado los consejeros del IFE y personajes como José Woldenberg, respetado por todos luego de su desempeño como presidente del IFE.
Todos ellos y otros muchos analistas electorales han indicado que bajo las condiciones y reglas actuales, es imposible la realización de un fraude electoral.
Para comenzar, habrá en las 140 mil casillas funcionarios especializados en procesos electorales que serán acompañados por representantes de cada partido y cada candidato, así como un ejército de quizá unos 30 mil observadores nacionales y extranjeros que se distribuirán en las 32 entidades del país para vigilar el proceso.
Encima de todo es, el propio Andrés Manuel López Obrador desplegará a sus propios observadores quienes, él ha dicho, impedirán que se cometa un fraude en su contra.
Todos los que participen en el proceso serán quienes al final del proceso cuenten y recuenten los votos en cada casilla para luego firmar las actas, cuyas copias serán repartidas entre todos los representantes y autoridades y que servirán para que el IFE haya el conteo rápido, a fin de declarar la misma noche de la elección, al posible ganador.
Mediante este mecanismo todos los candidatos y partidos tendrán las mismas copias del proceso que deberá arrojarles un resultado igual a todos.
En caso de que alguna acta sea alterada, las otras copias mostrarán el cochupo y entonces esa casilla podría ser anulada o sometida a un nuevo recuento de votos y a la firma de una nueva acta para subsanar así el procedimiento original.
Pero este mismo sistema es el que impediría un fraude masivo o generalizado porque para ello habría que poner en la línea de ese fraude a centenares , miles de personas lo cual es casi imposible.
Pese a que Andrés Manuel López Obrador sabe todo esto, insiste en hablar e inducir la teoría del fraude lo cual advierte que está dispuesto a ir al conflicto poselectoral.
Esto lo han denunciado muy seria y documentadamente desde el mismo presidente del PRI, el senador Pedro Joaquín Coldwell hasta el diario Excélsior, el cual hace un par de días publicó un amplio reportaje donde documenta cómo AMLO pretende manipular a los jóvenes rechazados de las universidades y a los del movimiento #Yosoy 132, además de sus seguidores y militantes de Morena, para lanzar su ofensiva poselectoral.
Por eso, es hoy López Obrador el centro de la atención y los temores de muchos en México.