Peña Nieto, por una nueva clase política
Roberto Vizcaíno lunes 18, Jun 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Al regresar a su natal Atlacomulco, no sólo recobró recuerdos, sino un sentido de poder
- El viejo “Grupo Atlacomulco” podría ser sustituido por él con otro tipo de personajes
- El candidato es muy disciplinado, lo planea todo, es de trato cálido, pero decisiones frías
El regreso de Enrique Peña Nieto ayer a Atlacomulco tuvo muchos significados, pero sólo una lectura política: de llegar a la Presidencia de la República dentro de 12 días, será él, sin ninguna duda, el creador y cabeza de un nuevo grupo político tan importante y trascendente como el que comenzó a crear ahí el embajador Isidro Fabela hace precisamente 70 años.
Desde entonces el llamado “Grupo Atlacomulco”, integrado por los políticos más relevantes de la época, osciló entre la leyenda y el ejercicio del poder más cerrado y duro en México.
Hoy, con un candidato presidencial que suma los 45 puntos de preferencias electorales, es decir casi la mitad del total de votos previstos a ejercerse dentro de dos domingos en todo el país, Atlacomulco regresa al centro de la política en México.
Reconocido por los suyos como un verdadero “animal político”, ese que pese a sus hoy 45 años de edad supo no sólo superar la adversidad de la segunda derrota del PRI en 2006, tanto nacional como estatal, sino surgir de esta como el prospecto con mayores posibilidades para recobrar el poder para su partido en la contienda de 2012.
Hoy Peña Nieto está a punto de lograr una verdadera hazaña: recobrar la Presidencia de la República para su partido, el PRI y a la vez reconstruir a este instituto, al que no pocos le daban pocas posibilidades de vivir luego de perder en 2000.
Luego de subir a la gubernatura del Estado de México en septiembre de 2005 para ver cómo su partido perdía 6 meses después la mayoría y las más importantes de las 125 alcaldías y de las diputaciones locales, y para en julio siguiente enfrentar la mayor derrota en la elección al Senado y a la Cámara de Diputados federal, Peña Nieto trabajó para recuperar apenas 3 años después casi todo.
En ese tiempo se constituyó de igual manera en el principal elemento de cohesión y apoyo dentro de su partido para recuperar y mantener gubernaturas y presidencias municipales en otros estados del país.
Ahí se comenzó a configurar ya una nueva clase política con candidatos y gobernantes jóvenes como es el caso de Ivonne Ortega, en Yucatán; José Calzada, en Querétaro; Rodrigo Medina, en Nuevo León (una posición que le ha dolido especialmente a Felipe Calderón y al PAN, que no hay semana en que no dejan de atacarlo); Javier Duarte, en Veracruz; Roberto Borge, en Quintana Roo; Francisco Olvera, en Hidalgo; Miguel Alonso, en Zacatecas y Eruviel Ávila, en el Estado de México.
Hoy mismo los candidatos a gobernador en Yucatán, Morelos, Tabasco y Jalisco son muestra de eso.
Todos los dirigentes priístas reconocen a Peña Nieto por cuatro rasgos: es sumamente disciplinado, planea todo (con él no hay sorpresas, no deja nada al azar), es cálido en su trato… pero absolutamente frío en su toma de decisiones.
La conjunción del todo da el resultado que hoy vemos: el PRI se mueve dentro de un fuerte dispositivo de procedimientos, de acuerdo a las normas establecidas por el Cofipe y sancionadas por el IFE y Trife.
No hay acción política ni gasto que no esté debidamente previsto y aprobado a fin de que nada pueda ser motivo de castigos por parte de la autoridad.
Ya el propio Peña Nieto se encargó de decirles de frente a las dirigencias internas de corrientes y sectores, en la más reciente sesión del Consejo Político Nacional, que había que dejar atrás al “viejo partido”.
Nadie necesitó explicaciones. El candidato hablaba del viejo partido cargado de mañas y desprestigios, de la tranza y la corrupción, para darle paso a un partido de reglas, normas y ética.
Ahí está su decálogo en el que apunta las bases de lo que sería, de ganar, su Presidencia Democrática.
El ejemplo más claro lo sigue en su propia persona: respeta y defiende a su muy cuestionado antecesor, el ex gobernador Arturo Montiel, pero no lo tiene cerca.
La obviedad dice que a Peña Nieto como Presidente de la República y líder nato de su partido, le corresponderá crear una nueva clase política y a otra de grandes empresarios. Ni qué decir que ya anunció que le dará paso a una nueva generación de mexicanos a quienes comenzará a formar para la competencia global al dotarlos de una computadora con acceso libre a Internet.
Estos serán los de quinto y sexto de primaria de cada año de los 6 que estará muy previsiblemente si gana dentro de dos domingos.
¿Qué significa eso? Mire, reflexiono y comparto con usted mi análisis: Peña Nieto le entregará computadoras en los siguientes 6 años, los de su posible gobierno, a un total de quizá 20 millones de niños que estarán a punto de entrar a la adolescencia cuando reciban sus computadoras.
Los primeros en recibir estas computadoras tendrán quizá entre 10 y 12 años de edad. Si es así, cuando Peña deje la Presidencia a los 51 o 52 años de edad, ellos estarán llegando a los 18 años de edad, es decir, a la edad de emitir su primer voto por un Presidente.
Los que vengan atrás serán la generación de Peña. Quizá no todos le echarán porras o le estarán agradecidos por haberlos metido al Internet y por haberles dado una computadora. Pero estoy seguro que serán mayoría quienes sí se lo reconocerán.
Bueno, eso mismo estará haciendo con una nueva generación de políticos, esa nueva clase en el poder, jóvenes sin duda, que girarán alrededor de este carismático político, claro, siempre que gane la Presidencia dentro de dos domingos.
De ahí la lectura política de su regreso de ayer a Atlacomulco.
Lo que siga es continuación de una historia que comenzó el 5 de marzo de 1942 cuando legisladores, jueces y magistrados de aquellos años invitaron a comer al gobernador Alfredo Zárate Albarrán al Centro Charro de Toluca, donde además de buenas viandas, afirma la crónica, corrió sin medida ni pudor el vino y el licor.
“En alguna hora de la noche, que ninguna nota periodística precisa, Zárate Albarrán cae herido con entre 8 y 10 balazos, y muere días después”.
El hecho obliga la intervención del presidente Manuel Ávila Camacho, quien decide que Zárate Albarrán sea sustituido por el embajador Isidro Fabela, quien entonces contaba con 60 años de edad, una salud muy precaria y una vida llena de acontecimientos que lo habían alejado de México.
Isidro Fabela sabía perfectamente que el Presidente no era su amigo y que había sido escogido por éste, por el único motivo de que él no tenía tampoco amigos ni seguidores entre los políticos mexiquenses del momento.
El diplomático escogió casi al llegar a Alfredo del Mazo Vélez, como su secretario de Administración y ahí comenzó a construir lo que luego se conocería como el “Grupo Atlacomulco”.
Este nombre para designar al equipo de Fabela, surgió a pesar de que el gobernador sustituto vivía en Cuernavaca y no en Toluca, y menos en Atlacomulco, debido a sus malestares.
De ese grupo surgirían grandes personajes de la política dominante de los sexenios siguientes, entre otros el propio Del Mazo Vélez, su amigo Adolfo López Mateos, el doctor Gustavo Baz hasta llegar al de Carlos Hank González y los actuales.
Ayer, al llegar a Atlacomulco, Peña Nieto sólo estuvo acompañado por el gobernador Eruviel Ávila y los ex gobernadores César Camacho y Emilio Chuayffet.
No llegaron –o quizá no fueron invitados-, ni Arturo Montiel (quien tambiés es originario de Atlacomulco), ni Alfredo del Mazo, no Alfredo Baranda.
Interesante principio de un regreso marcado por un triunfo previsible que, de lograrse, dominaría el regreso del PRI a la Presidencia de la República –con el reposicionamiento de este partido en todo el gobierno federal-, y establecería las bases para la permanencia de los tricolores durante quizá muchos otros sexenios en ese cargo y en todo el esquema de la administración federal.
Ahí es donde se va a ver la estructura real de Enrique Peña Nieto, quien hasta hoy ha dado muestras de que llegará a Los Pinos en búsqueda de pasar a la historia. Y para eso se requiere dejar establecida a una nueva clase dominante y varias generaciones de políticos.
Vamos a ver si es cierto.