El Vaticano no distigue entre pecado y delito
Alberto Vieyra G. miércoles 7, Abr 2010De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Ni en Semana Santa hubo tregua para el Vaticano. Y es que la sucia ropa que la santa sede suele lavar en casa, ya salpicó de mugre en todas partes. Lo peor es que cuando el Vaticano abre el pico, más se hunde en esa mugre de los escándalos de los abusos sexuales de curas contra menores de edad en Estados Unidos, Irlanda, Austria, Bélgica, Polonia, España, Alemania y México.
El silencio y el secretismo son dos cosas históricas que han caracterizado al Vaticano. Pero, ahora que el Vaticano habla es para echarle gasolina al fuego. ¿Querrá la alta curia vaticana acabar con el imperio de la santa sede? Bien reza el refrán mexicano que “en boca cerrada no entra mosca”.
Benedicto XVI debió saberlo, pues de otro modo no se entiende que el domingo de ramos haya calificado de “habladurías” muchas de las acusaciones que se ciernen sobre el Vaticano y la Iglesia católica mundial. El “santo” padre -¿por qué santo? ¿de veras es un santo? ¿A poco los santos encubren a pederastas?-, en una carta pastoral dirigida a los obispos de Irlanda, el señor Joseph Alois Ratzinger, ya había ofrecido un “perdón“ a las víctimas, que además de tardío fue insuficiente, porque en Irlanda, su carta pastoral fue como echarle gasolina a la hoguera.
En Irlanda, no toleran que los casos de pederastia a cargo de clérigos, queden impunes y menos que los obispos que ocultaron la mugre, sigan al frente de la Iglesia católica como modelos de vida moral ante el mundo. En Irlanda exigen que la justicia terrenal castigue a esas malas ovejas del señor.
Seguramente que el señor Ratzinger se refugiaba con eso de las “habladurías” en el pasaje bíblico de que “el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”. Es cierto que entre los seres humanos nadie está libre de pecado y es que todos los seres humanos, incluyendo al propio Jesucristo, tenemos siete defectos, sólo que a unos nos gobiernan unos defectos y a otros. Pero aquí lo importante es cómo es posible que quienes han sido educados bajo los principios espirituales que manda Jesucristo sean señalados hoy como verdugos, pero para el Vaticano y el Papa, sean víctimas de alguien que lanzó la primera y muchas piedras que hoy caen sobre la Santa Sede.
El periodista español, Manuel Vicent, no duda en afirmar que “para la Iglesia católica un clérigo pederasta, que corrompió a 20 monaguillos, solo es un pecador, no un delincuente”. ¿Y el pederasta de Wisconsin, Lawrence Murphy, que abusó de 200 niños sordos y por quienes todavía llueven millonarias demandas a la Iglesia católica norteamericana, qué es? ¿No es un delincuente acaso? Pues, para el Vaticano y la Iglesia católica no lo es. ¡Por Dios!
La tónica de la Iglesia es muy simple contra la vida desordenada de los clérigos: tratará en primer término de encubrirlos. Luego llamará a la oveja descarriada para sentarla en secreto en el banquillo de los acusados -los curas llaman consulta- y para rogarle de buena voluntad que pida confesión y si el caso ha sido muy escandaloso, le obligarán a cambiar de parroquia y quizá de nación. Pero, en la mayoría de los casos, por muy bochornosos que sean los pecados de algún pederasta, si este se arrepiente, quedará automáticamente absuelto sin más que una penitencia de unos cuantos padres nuestros, unas cuantas aves Marías y un “yo pecador”, y no aparecerse en su parroquia durante algún tiempo.
El cura pederasta será perdonado cuantas veces sean necesarias, así se haya echado “al plato” -como dice Vicent- a 20 monaguillos, o como el cura de Wisconsin se “echó al plato” a 200 niños discapacitados. ¡Lindura de Iglesia católica que perdona todo!
Para la mayoría de los estudiosos y vaticanólogos, la raíz del problema reside en la confusión deliberada que practica la Iglesia entre pecado y delito. La Iglesia y el Vaticano se niegan a aceptar que el derecho canónico establece la culpa de pederastas y prevé sanciones que pueden llegar a la expulsión de la comunión católica del culpable, pero, la Iglesia ha preferido casi siempre encubrir a castigar. Lo que debió hacer en su momento, era denunciar al infractor y ponerlo ante las autoridades civiles o la justicia ordinaria, para que sea juagado por un delito tipificado por las leyes de todas las naciones civilizadas, además, del derecho canónico.
Pero, además, la Iglesia y el Papa se niegan a escuchar unas sencillas palabras de Jesús, que pedía para quienes abusaran de un niño, la pena de muerte. Existe un texto enormemente fuerte y eficaz de los Evangelios, que habla precisamente del escándalo de abusar de los niños. Jesús es tajante. Pide la pena de muerte para quien escandalice a un niño. ¿Y qué mayor escándalo para un niño que abusar de él sexualmente?
El texto aparece nada menos que en los tres Evangelios llamados sinópticos: Mateo 18,5; Marcos, 9,42 y Lucas, 9,46. La Biblia de Jerusalén, traducida directamente del original, le pone como título al episodio en los tres Evangelios la palabra “escándalo”.
En el Evangelio de Mateo, tras una discusión de los apóstoles sobre problemas de jerarquía, en la que le preguntan al maestro quién será el “mayor” en el Reino de los Cielos, Jesús desarma sus ambiciones, llama a un niño y les dice que si no cambian de mentalidad y no se hacen como los niños, “no entrarán en el nuevo Reino”. Enseguida, Jesús se identifica con los niños: “Quién recibe a un niño como ése en mi nombre, a mí me recibe”. Y enseguida pronuncia la gran sentencia: “Pero al que escandalice a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar”. (Mt. 18.6).
La imagen gráfica de la rueda de molino alrededor del cuello de quien escandalice a un niño, aparece exactamente igual en el Evangelio de Marcos y en el de Lucas, además de en el de Mateo. Lo que revela que debío haber creado gran impacto entre los primeros cristianos y que no fue posible silenciarla.
La imagen que sugiere Jesús haría pensar que a quien escandalice a un niño más le valdría suicidarse.
Esas sencillas palabras son las que la Iglesia tiene que entender. Pero, además, tiene que cerrar el pico, para no verse envuelta en el torbellino del doble o triple escándalo. Se ve que el silencio no es el fuerte del Vaticano ni de la alta curia romana. En pleno viernes santo, cuando el mundo cristiano conmemora la crucifixión de Jesucristo, el Vaticano, a través del predicador de la casa pontificia, Raniero Cantalamessa, tendría la ocurrencia de meter la pata, comparando las críticas contra la Iglesia y el Papa con la persecución antisemitista de los judíos. Ardió Troya.
Abraham Foxman, director de la Liga Antidifamación en EU montó en cólera: “El antisemitismo consistió en pogromos, inquisiciones, expulsiones, muerte… Qué comparación tan grotesca”, diría.
Por su lado, el Consejo Central de Judíos en Alemania describió el sermón de Pascua de Cantalamessa, como “un acto de insolencia” sin precedente. El secretario general de dicho consejo, Stephan Kramer, fue a la yugular del Vaticano, pues dijo que las palabras del sacerdote eran “ofensivas y repulsivas”. Remataría Kramen: “Estoy sin palabras. El Vaticano está intentando convertir a los verdugos en víctimas”.
A sabiendas de que Cantalamessa se metió en camisa de once varas y le buscó mangas al chaleco, el Vaticano no tendría más remedio que rechazar la comparación de las críticas al Papa con el antisemitismo, y salirse por la tangente diciendo que Cantalamessa “habló a título personal”. ¡Vaya crisis del Vaticano y la Iglesia! Y todo por la mugre del sexo turbio y de no saber cerrar el pico. ¡Bien que al Papa Benedicto XVI le hace falta una limpia con los brujos de Catemaco, con gallina negra y virgen y en pleno camino real!
SI LA IGLESIA PUDO IDEAR LA INQUISICION Y SUS MEDIOS DE CRIMEN Y TORTURA, TODAVIA HOY EN TIEMPOS QUE LA RAZON NOS ALUMBRA SOLO UNOS POCOS CREEN QUE ESO PUEDA SER OBRA Y REPRESENTACION DE DIOS PARA REPARTIR CIELOS E INFIERNOS A SU ANTOJO, CUANDO EN VERDAD LA IGLESIA ESTA PLAGADA DE LO PEOR QUE LA HUMANIDAD HA TENIDO EN SU SENO. IRA, CASTIGO, PERDON SIN ENMIENDA SON ERRORES HUMANOS QUE LA RELIGION ASTUTA LE HA ENDOSADO AL CREADOR DEL UNIVERSO PARA MONTAR SU IMPERIO ECONOMICO Y DE PODER A COSTA DE LA IGNORANCIA Y TEMOR DEL PUEBLO QUE YA DESPIERTA, TODAS LAS RELIGIONES SON HECHAS POR LOS HOMBRES PARA ENGAÑAR A LOS HOMBRES. HAGAMOS TODO EL BIEN POSIBLE, BUSQUEMOS SIN RELIGIONES, LA PAZ, EL AMOR Y UNION MUNDIAL Y ESTAREMOS EN CAMINO.