Elecciones 2012 • (junio 13)
Elecciones 2012 jueves 14, Jun 2012Augusto Corro
IMAGEN DE GANADOR
A menos de dos semanas que finalice la campaña presidencial, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, sigue de puntero.
Además, The New York Times considera que es inevitable su victoria.
“Pese al bombardeo sigue siendo el favorito para ganar las elecciones presidenciales del 1 de julio, con un amplio margen en la mayoría de las encuestas”, señala el rotativo.
En otros renglones de la nota del diario estadounidense se refiere al segundo debate de los cuatro candidatos presidenciales, en el que Peña Nieto promete un mejor futuro para México.
Su mensaje es el de un ganador y México puede ser también un ganador, se lee en la nota informativa.
En síntesis, la campaña de lodo contra el aspirante priista no lo afectó y siguen en primer lugar en la tabla de las preferencias electorales.
De lo anterior se desprende que el tricolor llegó a la campaña electoral con estrategia y estructura partidista sólidas, a prueba de todo.
PASIÓN DESORIENTADA
No es criticable la pasión que despiertan las contiendas electorales. Son parte del juego político propio de una democracia.
Sin embargo, los problemas surgen cuando las pasiones no se controlan, cuando los líderes no asumen su responsabilidad y exigen que sus seguidores se alejen de la violencia.
Los grupos de la izquierda, violentos por naturaleza, se distinguen en esta contienda por su espíritu rijoso.
De hecho se libran dos campañas: una de salón y la otra de agresiones físicas.
La de salón se basa en los discursos, entrevistas, debates, etc., donde la política es sinónimo de civilidad.
La otra campaña, la de las agresiones físicas es realizada por las izquierdas violentas en sus bases.
Es fácil entenderlo. Los discursos de líderes inflaman las pasiones de las bases y las incitan a actuar irreflexivamente. Nadie las controla y los resultados están a la vista.
Además, es suficiente con un grupo de fanáticos para alterar o llevar el desorden a una concentración política.
Tales son los casos de los seguidores de Andrés Manuel López Obrador que amparados en el membrete de #YoSoy132 se empeñan en obstaculizar la campaña del candidato Peña Nieto.
“En Izúcar (de Matamoros, Puebla) la comitiva del mexiquense fue objeto del lanzamiento de piedras y palos, insultos y descalificaciones, mientras que en Tepeaca, los vehículos donde viajaba Peña Nieto fueron interceptados por unos 100 jóvenes que con las insignias del #YoSoy132, fueron copados en una calle y rodeados para luego ser golpeados (los automotores) con puños, pies, piedras y palos en un asalto que pareció el inicio de un linchamiento. Solo la sangre fría del candidato, quien ordenó a sus escoltas mantenerse dentro de los autos, impidió el derramamiento de sangre. Los choferes maniobraron y lograron salir del atolladero”. (Con información de Diario Imagen, 13 de junio de 2012).
Retomamos el tema. Todos sabemos que la rijosidad de los dirigentes perredistas es cotidiana. Su unidad, debido a los pleitos internos, es frágil.
El propio López Obrador es factor de divisionismo. Su mensaje político es contradictorio y se presta a un sinnúmero de interpretaciones.
En la etapa posterior a las elecciones del 2006, que perdió, el tabasqueño practicaba una política de impugnaciones, inconformidades y a pesar de que afirmaba ser un luchador por la paz, los hechos reflejaban otra situación.
Las protestas callejeras eran el pan de cada día. Creó su propio gobierno “legítimo” y no cesó en su lucha desorientadora.
Después, el tabasqueño se enredó en una “política amorosa” para predicar con mensajes de rayaban en la paz religiosa. Fundar la República del Amor parecía ser el eslogan principal. El izquierdista manejó esa idea hasta que llegó la campaña presidencial.
López Obrador volvió a las andadas y se olvidó de su política amorosa. Retomó los discursos impugnadores para conseguir votos.
Empezó a funcionar la “inconformidad universitaria”, organizada por Manuel Camacho Solís, y el grupo #YoSoy132 le ha rendido frutos importantes. ¿Quién lo creyera? Los chicos de la Ibero en coqueteos abiertos con el lópezobradorismo.
Surgió la supuesta bandera de inconformidades de los universitarios para que algunos jóvenes inconformes justifiquen sus agresiones a los candidatos que no son de su agrado.
Podría ocurrir mayor violencia política si las autoridades, en este caso las electorales, no toman cartas en el asunto. Nada justifica las agresiones. Para eso están las urnas, para que cada elector acuda a manifestarse a favor del candidato de su preferencia.
Lo demás no se vale.