AMLO, Peña y la piel de oveja
¬ Juan Manuel Magaña martes 12, Jun 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
Ciertamente fue un debate muy difícil de entender. Primero, porque no sucedió lo esperado y sí más bien sucedió lo inexplicable: Peña Nieto y López Obrador no se hicieron daño. Y eso que había demasiada pólvora en sus arsenales.
Ambos llegaron a ese debate, que terminó por no serlo, con estrategias demasiado complicadas. Cualquier ataque mal dado o peor recibido costaba puntos. Cualquier resbalón les aportaba negativos. Uno podría salir golpeado y el otro salir como un rijoso o, peor, un violento. Así mejor decidieron no hacerse daño para no caer juntos. Ambos leyeron igual el momento.
Peña estaba ahí para cuidar su acortada ventaja como puntero frente a un competidor que le pisaba los talones y una adversaria desesperada por sobrevivir. AMLO tenía que evitar el lodo de la guerra sucia en un escenario en el que pudo haber tenido que guerrear por guerrear, sin decoro ni sentido, con los otros tres.
Al parecer Peña y AMLO quisieron comunicar más con la actitud, que con palabras, dejando para otro momento y otro lugar los ataques. Pero, ¿a quién se dirigían? ¿Quiénes en realidad debían descodificar el mensaje implícito en su actitud?
El mensaje de ese comportamiento no estaba dirigido a las plazas del DF y de diversos estados en las que se movilizaron miles de jóvenes anti-Peña y hacia las que la maquinaria priísta movilizó también a miles en defensa de su candidato. Esas plazas sólo clamaban por una víctima amoratada y ya.
Peña y AMLO no actuaron así para complacer a su propia militancia, a su voto duro, ni para el confundido televidente del debate más difundido en la historia del país. Tampoco su actitud fue así para que la comprendieran los círculos verde (la prensa) o rojo (los intelectuales), que más bien quedaron con cara de interrogación y en la subjetividad interesada.
Por la falta de contenido en sus planteamientos, de análisis de una realidad dramática en la que se encuentra el país, ambos dan la impresión de no querer pelearse innecesariamente con el inquilino de Los Pinos. Ni siquiera para allá han lanzado golpes. Para qué echarse ahorita un alacrán al seno si dan por descontado que la pesadilla ya va de salida. Un poco el mensaje iba para allá.
Para Estados Unidos, AMLO y Peña plantearon una relación de respeto y optaron por mostrar cabeza fría e imágenes serenas, confiables y seguras frente a un destino que podría ser la presidencia. La piel de oveja. Y ese mensaje, la del candidato bien portado, iba, sobre todo, para las élites de dentro y fuera del país, que también podrían ser un obstáculo de aquí a la elección.
Ciertamente, es muy difícil de entender ese pacifismo anticlimático para los últimos rounds de una pelea de campeonato.
En cambio, la que sí peleó, y suciamente, fue la previsible Josefina. Se entiende: su campaña se extinguía. Y por eso es la anécdota de ese debate, para que comentaristas interesados intenten mantener la ficción de que sigue en la pelea… por el segundo lugar. No pueden decir más: rasguñó, pero no pegó. Quién puede ganar así. Acaso el par de puntos que Josefina pudiera haber sacado fueran a costa de ese remedo de candidato que es Quadri, con quien se dio algunos tirones de caretas: una, detrás de la que se oculta Elba Esther; otra, la de la hipocresía frente a la ex querida amiga.