La prodigiosa Francia
¬ José Antonio López Sosa miércoles 30, May 2012Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Grenoble, Francia.- La lejana Francia está a menos de 12 horas de nuestra muy noble y leal ciudad de México. Abordamos el vuelo 439 de Air France, que en nueve horas y veinte minutos nos trajo hasta el aeropuerto Charles de Gaulle en París, más allá de los comentarios que habíamos sondeado con respecto a la fusión y el servicio de KLM-Air France, fue bastante bueno, tratándose de un vuelo interoceánico.
El aeropuerto parisino tiene muchas facilidades para las conexiones dentro de Francia o al resto de Europa, en menos de hora y media tomamos la conexión que nos llevó hasta Lyon. Vale la pena destacar la amabilidad de los agentes migratorios franceses, sin ningún tipo de paranoia -de aquella estilo Estados Unidos- hacen su trabajo de forma amable con los pasajeros, independientemente del origen étnico y nacional de cada quien. Llegando tomamos rumbo a Grenoble.
A poco menos de 100 kilómetros de la ciudad de Lyon se encuentra esta pequeña urbe, literalmente entre los Alpes franceses y con una historia milenaria. En el siglo XI fue capital del Delfinado -antigua provincia francesa-, es un importante centro de investigación científica y tecnológica y sobre todo, es un lugar cuyas calles y caminos nos llevan de la mano entre el pasado y el presente de Francia.
En sus plazuelas está el Café de la Tablé, abierto en 1739, el segundo más antiguo de Francia. Grenoble tiene un teleférico que lleva hasta la parte alta de un monte llamado “La Bastilla”, de ahí se observa toda la cuenca, la ciudad y el majestuoso río Iseré, que la atraviesa.
Llegamos a “Le Grand Hotel”, un edificio del siglo XVII, cuya operación como hotel comenzó en el siglo XIX, ha sido remodelado y hoy en día es una de las opciones más céntricas y vanguardistas.
Hay una gran cantidad de museos y bibliotecas, muestras artísticas, cafés, restaurantes de alta gastronomía, pero sobre todo, la calidez francesa en quienes aquí viven y preciosos paisajes alpinos desde cualquier punto de la ciudad.
Por la gran cantidad de instituciones de educación superior e investigación, Grenoble es una ciudad también de estudiantes, en sus parques se dejan ver cientos de jóvenes leyendo o andando en bicicleta rumbo a la universidad, hecho que le da un aire de juventud a las añejas calles y antiguos palacios que emanan por doquier.
Sin lugar a dudas, Grenoble representa una exquisita y pequeña ciudad que conserva el sabor provincial del sur de Francia, un lugar lleno de leyendas e historias que se forjan día con día.
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