Saltimbanquis
Ramón Zurita Sahagún miércoles 30, May 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La primera regla de la actividad política en México es la de contar con ideologías sumamente flexibles, tanto que lo maleable de las mismas les permita olvidar principios y credos políticos, para adoptar los contrarios a los que antes profesaban.
Y es que no hay peor herida para un político que ver su vanidad y su orgullo lastimados, al no ser postulados por el partido en que militan al cargo que anhelan. Ser marginados de la competencia electoral es la peor lastimadura que pueden sufrir en la vida, es entonces cuando reaccionan con sadismo, crueldad y venganza.
Los políticos desenmascaran al partido en que militan, lo acusan de todo y se refugian con el adversario, al que tanto criticaron.
Claro que se van a un partido con posibilidades de triunfo, con la promesa que al triunfo serán incorporados al equipo principal en posiciones de privilegio.
Que importa la crítica, si la satisfacción personal y la ambición propia quedan satisfechas.
Los políticos esperan los tiempos prudentes en que pueden negociar de mejor forma su incorporación a la otra campaña o su inserción en los cargos de elección popular. Distan mucho de renunciar y despotricar durante tiempos de quietud electoral.
Son muchos casos los registrados al paso del tiempo de la actividad política moderna en México.
La presente campaña electoral registra en los tiempos recientes una serie de movimientos de personajes que aspiraron en el pasado reciente a una posición electoral y al no conseguirla se subieron al barco del candidato más aventajado.
Primero fue Manuel Espino un feroz crítico del priismo en general, al que criticó en sin fin de oportunidades y combatió desde la propia presidencia del Partido Acción Nacional.
Manuel pretendió competir por la candidatura presidencial de su partido y ni siquiera lo dejaron registrarse.
Por el contrario, fue expulsado, del partido al que había criticado con anterioridad.
Conocida su fobia hacia el Presidente Calderón, Espino fue marginado de todo tipo de decisiones y aunque impugnó la decisión en los altos tribunales electorales, la misma no prosperó.
Ahora Espino es un activista del candidato presidencial priísta, Enrique Peña Nieto, en respaldo al partido que se esforzó seis años en derrotar y que doce años antes contribuyó para sacarlo de Los Pinos.
Otro personaje panista que mantenía fobia con el PRI y que ahora se suma también a la candidatura presidencial de ese partido, en la figura de Enrique Peña Nieto es Lía Limón, la polémica diputada local postulada por Acción Nacional y que rompió con ese partido cuando fue ignorada en sus aspiraciones para competir por la jefatura delegacional en Miguel Hidalgo.
Rotas sus esperanzas por abanderar al partido, Lía salpicó lodo por todos lados, lanzando acusaciones de todo tipo.
Lo menos que dijo de algunos dirigentes y militantes del partido fue que son una pandilla de cuatreros, por lo que ella prefería renunciar a ser cómplice de los mismos. Aseguró que no pretendía ser candidata de ningún otro partido, aunque se acercó al PRI para ver alguna posibilidad.
Hija de un distinguido priísta (Miguel Limón Rojas) que fue secretario de la Reforma Agraria y de Educación Pública, Lía buscó su camino en Acción Nacional, aunque su tránsito por el partido fue breve. Ahora Lía, al igual que Espino (ex dirigente nacional del PAN), hacen proselitismo por el candidato presidencial priísta.
Otros que transitan por la misma vía, aunque por diferente pista –supuestamente- son un grupo de ex perredistas, algunos de ellos convertidos en candidatos por obra y gracia del benevolente Partido Verde.
Emilio Serrano es candidato de esa alianza a la jefatura delegacional en Iztacalco, luego de que su anterior partido, el de la Revolución Democrática le negara esa posibilidad.
Los seguidores de los hermanos René Arce y Víctor Hugo Círigo, principalmente en Iztapalapa, hacen proselitismo por el candidato presidencial priísta y por los candidatos que en común postularon ese partido y su aliado el Verde.
Ruth Zavaleta, perteneciente al mismo grupo, es otra activista de la alianza Verde-PRI y postulada a cargo de elección popular.
Leticia Robles Colín es otra ex perredista que abjura de ese partido, del que dice que equivocó el rumbo, luego de que fuese nominada por el PRI para jefa delegacional en Álvaro Obregón.
Adrián Rubalcava Suárez, es otro distinguido ex perredista que desertó de ese partido para ser postulado por el partido tricolor en su alianza con el Verde, como aspirante a jefe delegacional en Cuajimalpa. Esos son solamente unos ejemplos de la fragilidad de las convicciones ideológicas de algunos personajes de la política nacional, sin importar que antes lanzaban severas críticas al partido que hoy respaldan.
OAXACA
Oaxaca es una de las entidades del país en que se escenifica una dura batalla electoral entre los candidatos postulados por Acción Nacional, los nominados por el PRI y los de la izquierda gobernante.
Hoy se encuentra fragmentada la alianza establecida entre la derecha y la izquierda, que en el pasado reciente permitió a Gabino Cué ganar el gobierno estatal y la de facto con Nueva Alianza. Cada uno de los antiguos aliados propusieron sus propios candidatos al Congreso federal, por lo que la contienda se advierte sumamente cerrada.
Hace un par de días se libró un debate entre los candidatos al Senado de la República, instalados en la primera fórmula. Diódoro Carrasco Altamirano (PAN), Eviel Pérez Magaña (PRI-Verde), Benjamín Robles (partidos de izquierda) e Irma Piñeiro (Nueva Alianza) se dieron en serio durante el encuentro verbal. La disputa está sumamente cerrada entre los representantes de PAN, PRI y PRD, por lo que nadie se atreve a apostar cuál de los tres se quedará sin representante en el Senado.