La histeria de Josefina
Elecciones 2012, ¬ Juan Manuel Magaña viernes 25, May 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
Josefina, la candidata panista, se ha lanzado por ahí, a las calles, para desgarrarse las vestiduras y gritar que los mexicanos debemos estar “indignados, agraviados y furiosos” frente a las acusaciones contra el ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington.
Que sea menos.
No es que no tuviese razón en lo de la indignación. Lo que pasa es que la suya es una indignación fingida, escenográfica, teatralizada. Es desesperada. Quiere manipular.
Hacerse seguir. Inyectar vida a una campaña que agoniza. Y entonces cae en la histeria.
Es el mismo grito oportunista de aquél “Llama Josefina a marchar contra Peña” que apareció sorprendentemente en los encabezados de algunos medios que manipularon la movilización estudiantil.
Cómo son las cosas que hasta ella, al día siguiente, declaró su sorpresa de que su dicho haya sido un encabezado principal.
De qué tamaño su histeria, que luego tuvo que moderarse y pedir que nadie manipule a los jóvenes.
Pero volvamos a su indignación por la corrupción.
Esto no puede ser en ella, que sostuvo una relación corrupta (y algo enferma) en la SEP con la maestra Elba Esther.
Ella, como secretaria, pagó los favores electorales hechos a su jefe Calderón, mantuvo los privilegios a la maestra y la opacidad al respecto, y se hizo a un lado como representante del Estado para que la maestra hiciera lo que quisiera con la educación.
¿Indignación? He ahí otra buena razón para indignarse.
La educación se pudrió un sexenio y ella no se indignó con su jefe ni con la maestra. Simplemente cobró como secretaria, se hizo la disimulada y se balanceó en el trapecio.
Lo decepcionante del caso Yarrington para Josefina es que, como dijimos ayer, el golpe vino de afuera sin que Calderón pudiera colgarse la medalla ni trasladar dividendos políticos a la candidata del partido no del poder, sino del que no pudo.
Por eso Josefina suena histérica.
Porque sus desesperados reflejos le dijeron “despierta, muévete, di algo, arrebata algo”.
Pero por todo eso la gente se da cuenta de su impostura.
Y ella es la que no se ha dado cuenta de una cosa: que en su imparable caída, por tratar de agarrarse del PRI lo arrastra con ella hacia abajo. ¿Se adivina quién es el ganón?
Es el mismo que ya opinó que casos de corrupción, como en el que presuntamente involucra a Yarrington, deben investigarse y “ventilarse”, independientemente de que se den con alguna intención política y en tiempo electoral.
Y entonces hay que concluir que si Yarrington resulta culpable, que le den 100 años de prisión y no una candidatura presidencial.