¿Y los otros generales?
Ramón Zurita Sahagún miércoles 23, May 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Mucho se especula sobre el uso de las fuerzas armadas en el combate al crimen organizado y su funcionalidad en esas tareas y se precisa que gracias a su intervención es que se logró contener (¿) el avance de la delincuencia.
La participación del Ejército y la Armada en auxilio de la población civil en estas nuevas tareas asignadas en el presente período, le han valido reconocimiento dentro y fuera del territorio nacional y se señala que la labor de inteligencia permitió la captura o el aniquilamiento de varios de los considerados como principales capos de las organizaciones criminales.
Pero la labor de las fuerzas armadas en activo dista mucho del trabajo que realizan los propios mandos militares, cuando son asignados a tareas de seguridad pública.
Desde el inicio de la administración del Presidente Felipe Calderón y su decisión de enfrentar al crimen organizado con el auxilio de las fuerzas armadas, los gobernadores de distintos estados decidieron blindarse designando a militares como secretarios o directores de seguridad pública.
En la mayor parte de las entidades los gobernantes recurrieron al general Guillermo Galván Galván, secretario de la Defensa Nacional, para que los orientara y, en su caso, nombrara a los personajes que se hicieran cargo de la seguridad estatal.
Los estados se poblaron de militares, regularmente en retiro, que fueron un total fracaso en las funciones que les fueron asignadas, principalmente por el desconocimiento que de la seguridad pública tienen o por el exceso de la fuerza en su accionar.
Estado de México, Nuevo León, Veracruz, Tamaulipas, Durango, Morelos, Coahuila, Chihuahua, Campeche, Aguascalientes, Tabasco, Quintana Roo, Puebla, Oaxaca, Distrito Federal, tuvieron en algún momento de este sexenio titulares de la seguridad pública provenientes de las fuerzas armadas.
En cada una de esas entidades, el crecimiento de la inseguridad fue palpable, llegando a producirse situaciones alarmantes en varios de ellos.
Quedó de manifiesto la incapacidad de los mandos del Ejército y Armada para actuar en materia de seguridad pública y el fracaso de sus estrategias.
Se confirmó que muchos de esos militares en retiro o en activo que solicitaron licencia para separase de las fuerzas armadas, aceptaron sus encargos, para cumplir con la asignación de sus superiores y para cobrar salarios jugosos.
Muchos de ellos fueron retirados al poco tiempo de ser nombrados, sin importar los pomadosos galardones que los acreditaban en su paso por las fuerzas armadas y los menos reinstalados en las áreas del Ejército y la Marina que les correspondían.
Ni uno solo de ellos consiguió su propósito de servir para las funciones que les fueron asignadas y varios de ellos generaron sospechas por sus fracasadas labores.
Lo anterior viene al tema porque una de las versiones que gira alrededor de la detención de tres generales y otro militar de menor rango, gira en torno al estado de Morelos, entidad de la que en el pasado otro general (Jesús Agustín Montiel López) y otros militares han sido detenidos, por supuestas vinculaciones con el crimen organizado.
En los estados en que fueron designados los militares, se incrementó en gran forma la inseguridad, se posicionaron los integrantes del crimen organizado, el que no se pudo contener en forma alguna.
En este lapso, varios de esos integrantes de las fuerzas armadas fueron asesinados y otros más lograron sobrevivir a atentados en su contra.
Pero lo que dejaron en claro fue su inoperancia para las tareas que les fueron asignadas.
Nadie dudó de ellos y se mantuvieron incólumes sus hojas de servicio, cuando menos en su paso por las secretarías y direcciones estatales de seguridad pública.
Varios de ellos prefirieron mantenerse al margen de las fuerzas armadas en su calidad de retiro y otros más se desplegaron en papeles de asesores en la materia en la que habían fracasado, consiguiendo jugosas remuneraciones.
Algunos de esos personajes son los generales Sergio López Esquer, Valentín Romano López, Francisco Fernández Solís, todos ellos sobrevivieron a atentados en su contra. Mario Ayón, Sergio Ayón, Héctor Sánchez Gutiérrez, Luis Roberto Gutiérrez Flores, José Domingo Ramírez Garrido Abreu, Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, coronel Edgar Acata Paniagua.
El almirante Wilfrido Robledo Madrid, el vicealmirante Miguel Ángel Ramos Real, entre otros personajes despacharon en distintas entidades en su calidad de titulares de seguridad pública, algunos de ellos hasta en dos, sin resultados palpables.
MORELOS
El próximo jueves habrá de efectuarse el debate entre los candidatos de los distintos partidos al gobierno de Morelos.
Será un momento adecuado para que los abanderados de los partidos expongan sus propuestas que habrían de cumplir en caso de gobernar la entidad.
La disputa se hace cada vez más cerrada entre dos de los prospectos, ya que el candidato del partido gobernante, Adrián Rivera Pérez, no logra el crecimiento que lo ubique en la competencia por la sucesión de Marco Adame Castillo.
Según las distintas encuestas, el candidato del PRI, Amado Orihuela, se encuentra posicionado en el primer lugar de las preferencias ciudadanas y se prepara para recuperar el estado que su partido perdió desde el 2000, con dos administraciones sucesivas del PAN.
Sin embargo, en las semanas recientes comenzó un repunte del candidato de la izquierda Graco Ramírez Garrido Abreu que lo sitúa a escasos puntos del priísta, por lo que el debate puede ser el escenario ideal para recortar la distancia, en el caso del abanderado de la izquierda o para separarse en definitiva de sus adversarios para el tricolor.
Habrá que esperar para conocer el resultado del debate y evaluar entonces las posibilidades de triunfo que tienen los tres principales candidatos.