Horrores
Ramón Zurita Sahagún miércoles 31, Mar 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Un atentado en el Metro de Moscú provoca la muerte de una treintena de personas. La noticia vuela por todo el universo y todo mundo se horroriza y queda estupefacto por la crueldad del evento.
En Afganistán y otras naciones musulmanas la guerra produce hechos cruentos que impactan entre los diferentes pueblos, vinculados o no en esas batallas.
La liberación de secuestrados por la guerrilla en Colombia atrae los titulares de los medios de comunicación, incluidos algunos de México.
Sin embargo, lo que sucede en México no parece ser importante para nadie ajeno a nosotros y, en ocasiones, ni siquiera para nosotros.
La frecuencia con que se suceden los hechos parece haber rebasado la capacidad de asombro para quienes se interesan en lo que ocurre al interior del país, donde la guerra contra el narco muestra un saldo terrible para los que dicen que se encuentran al lado de la ley.
Es tal la frecuencia con que se suceden los actos violentos y tan grande el número de víctimas mortales que ni siquiera el conocimiento de que varios de los asesinados eran menores de edad llama a sorpresa.
La guerra contra el crimen organizado va acumulando saldos cada vez más lamentables y la repetición de los asesinatos masivos se vuelve una constante, propagándose estos a diversos estados del país.
El atrevimiento y la impunidad con que se cometen estos asesinatos es tal que saltan de Baja California a Chihuahua, Coahuila, Durango, Guerrero, Nuevo León, Zacatecas, Michoacán, mostrando que se reparten geográficamente y no se concentran en una sola zona.
Los delincuentes muestran su total indiferencia y menosprecio a la presencia de las fuerzas armadas y los constantes rondines que realizan por diversas ciudades y carreteras del país y continúan realizando sus faenas en esas entidades que se encuentran supuestamente blindadas con estos refuerzos.
Pero si antes policías y militares constituían un dique para la delincuencia o podían frenar su libre accionar, hoy se advierte que esto quedó en el pasado no tan lejano.
En los tiempos recientes hemos sido testigos de cómo la delincuencia se introduce, sin dificultades de ninguna clase, en todo tipo de sitios, los que van desde centros de rehabilitación, templos, casas particulares, bares, discotecas y antros, de los que saca a los sujetos que busca o incluso los llega a ejecutar en el sitio mismo donde los detecta.
Los bloqueos de los accesos a ciudades de Nuevo León y Tamaulipas, son una muestra del descaro con que actúa la delincuencia y del poco temor que sienten por quienes los combaten.
Es cada vez más patético constatar que la mayor parte de los asesinatos pasan al archivo, ya que forman parte de los expedientes de la lucha contra el crimen organizado, sin probar que realmente se cometieron en esos terrenos.
Lo peor de esta cruenta guerra es que ya nada parece conmover a los que les dan seguimiento a la lucha iniciada desde el primer día de gobierno del presidente Felipe Calderón.
Es tal la cantidad de muertos que se van acumulando y tan grande la sucesión de eventos que la memoria comienza a flaquear y se pierde en la inmensidad de los tiempos, acontecimientos que al principio cimbraron las conciencias.
Los 19 muertos del rancho El Sauzal en Ensenada, Baja California ocurrido en 1998, los 12 del rancho El Limoncito en Sinaloa en 2001, los 12 descabezados de Yucatán de hace un par de años, son escasamente recordados por la intensidad de los asesinatos más recientes como los 10 del pasado fin de semana en Durango, los más de ellos menores de edad, los 16 que fueron masacrados en una fiesta en Ciudad Juárez, los de Acapulco o los jóvenes que fueron victimados en un poblado perdido en la sierra de Chihuahua.
Nadie se atreve a predecir en qué terminará esta guerra del gobierno contra el crimen organizado y cuáles serán los saldos a pagar, aunque el Presidente Calderón ya advirtió que al siguiente Presidente le tocará continuar esta cruenta guerra, sin importar el color o la ideología del partido que lo proponga.
Por lo pronto, la misma situación de incertidumbre genera terror en algunos estados y, principalmente, en poblaciones alejadas de vías de comunicación primarias, donde impera la ley del más fuerte.
*Impotentes se vieron los diputados priístas de la ALDF al intentar cuestionar al secretario de Seguridad Pública local, Manuel Mondragón, sobre el alto grado de inseguridad que priva en la capital del país.
Las 46 ejecuciones que registran en sus archivos desde diciembre hasta marzo palidecen ante los hechos violentos de otras entidades, aunque no resultan ser un consuelo para nadie.
Sin embargo, Mondragón pasó airoso el trance de su comparecencia y hasta fue reconocido como un personaje honesto, profesional y con la intención de realizar bien su trabajo.
*El tema de los retenes vuelve a convertirse en centro de la polémica, luego de la ejecución de una decena de jóvenes ocurrida en uno falso situado en el estado de Durango.
El coordinador de los diputados federales del PT, Pedro Vásquez, se pronunció por la eliminación de los mismos, luego de que en varios de ellos, simulados o reales, se han presentado incidentes que han costado la vida de varias personas, por coincidencia varios menores de edad.
*Por descanso de la Semana Santa dejaremos de publicar unos días y reanudamos el cinco de abril. Buen descanso para todos.