Matanzas
¬ Augusto Corro martes 8, May 2012Punto por punto
Augusto Corro
Existe una profunda diferencia entre el discurso de Calderón y los hechos reales en la guerra contra la narcodelincuencia.
Mientras que el mandatario panista asegura que su estrategia de seguridad es la correcta, que rinde frutos, lo que ocurre en la realidad lo desmiente.
El fin de semana una fotografía macabra de México le dio la vuelta al mundo: se trataba de los nueve colgados (cinco hombres y cuatro mujeres) en un puente en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
A esa acción sangrienta se sumaron 14 muertos más. Los cuerpos sin vida fueron mutilados y abandonados con recados de sus victimarios: “Los Zetas”.
Durante la semana, también se registraron enfrentamientos entre los cuerpos de seguridad y los narcotraficantes en Choix, Sinaloa, con saldo de más de 20 personas que perdieron la vida.
Con lo anterior se confirma que la delincuencia organizada no sufre el menor desgaste en su fuerza. La violencia se asentó en otros sitios del país, en donde las autoridades son incapaces de frenar la espiral de violencia. Veracruz y Acapulco son los ejemplos.
Ante el derramamiento de sangre que no cesa, el gobierno de Calderón sigue aferrado a una táctica de lucha que lo único que produce son más víctimas y un mayor deterioro del tejido social.
Más de cinco años de guerra, a querer o no, minan a un país en los diferentes renglones de su vida. Por ejemplo, en México, la economía empieza a resentir los efectos de esa lucha.
Miles de empresas y comercios cerraron debido a la inseguridad para trabajar.
Esto provocó la pérdida de empleos. También, miles de familias se vieron obligadas a dejar sus hogares y tierras debido a la inseguridad y al terror que resultan de vivir en zonas de peligro constante.
En términos generales, el panorama en México es desolador y contrasta con la visión errónea de las autoridades federales panistas, en el sentido de que les favorece un balance de la guerra, cuando lo que ocurre es lo contrario.
Calderón nunca quiso escuchar a quienes le dijeron que cambiara su estrategia. No escuchó. Ahora la sociedad mexicana tiene que padecer inseguridad, daño en su economía y todo lo dañino que se derive de una guerra, que por su naturaleza, quienes más la sufren son los sectores sociales más desprotegidos.
En el caso concreto de la fotografía macabra de Nuevo Laredo, otra vez se vuelve a señalar a México como un país de bárbaros, sino es que de trogloditas. Desde luego, los inversionistas extranjeros no quieren ni acercarse a un lugar donde huele a violencia y muerte.
MARCHA
No se cierran los capítulos de las tragedias derivados de la guerra contra la delincuencia organizada.
Ayer, partió de Chihuahua una marcha integrada por decenas de familias de estados norteños y del centro del país, en busca de justicia por los miles de desaparecidos debido a la lucha entre cárteles de la droga y estos contra la fuerza pública.
Más de dos mil desaparecidos es la cifra (aunque podría ser mayor) que se maneja extraoficialmente. En ella se incluye a nacionales e indocumentados de diferentes países que se atrevieron a cruzar por México para llegar a la frontera norte y pasar a Estados Unidos.
En la “Marcha de la Dignidad Nacional Madres buscando a sus hijos e hijas y buscando la justicia” participan familias de Guanajuato, Michoacán, San Luis Potosí, Querétaro, Baja California, Tamaulipas, Estado de México, Zacatecas, etc.
La vocera de los marchistas, María Eugenia Arriaga, dijo que los secuestros, “levantones” y desaparición forzada de personas es el saldo más trágico de la inseguridad y violencia que registran varias entidades del país.
Los manifestantes tienen como meta llegar al monumento al Angel de la Independencia en la ciudad de México, el 10 de mayo.
En solidaridad con la mencionada marcha, en el Salvador y en Honduras, agrupaciones de desaparecidos también efectuarán actos de protesta. ¿Y la cacareada Ley de Víctimas? Bien gracias.
REGINA MARTINEZ
A más de diez días del asesinato de la periodista Regina Martínez, corresponsal de “Proceso” en Xalapa, las autoridades veracruzanas siguen sin aclarar el caso.
¿Intentan que el olvido gane la partida? Parece que sí.
De los últimos 15 periodistas fallecidos en una década, sus asesinos siguen libres.
La lista de comunicadores muertos, según Proceso, es la siguiente: Jesús Miranda Virgen, Raúl Gibb Guerrero, Hugo Barragán Ortiz, Roberto Marco García, Alfonso Sánchez Guzmán, Raúl Martínez López, Luis Daniel Méndez Hernández, Noel López Olguín, Miguel Angel López Velasco y su hijo Misael López Solano y Yolanda Ordaz de la Cruz. Los últimos del periódico Notiver el de mayor circulación en el estado.
A esa relación trágica se sumaron Regina Martínez y los fotógrafos Gabriel Huge Córdova, Guillermo Luna Varela y Esteban Rodríguez Rodríguez.
Por su parte en Xalapa continúan las marchas de protesta contra las autoridades, debido a la lentitud con la que llevan las investigaciones del asesinato de Regina Martínez.
Activistas y periodistas gritaban que “hoy es el novenario y sin respuesta alguna”, en clara exigencia al gobierno veracruzano para que los investigadores encuentren al o los asesinos de Regina Martínez.