¡Y el ganador fue..!
Roberto Vizcaíno martes 8, May 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Las andanadas fueron de un lado al otro y no sólo de los opositores a Peña Nieto
- El mexiquense les recetó respuestas contundentes, por igual a la panista y al perredista
- Las encuestas indican que no hay cambios y que el priísta sigue a la cabeza
Tres de los cuatro candidatos presidenciales salieron antenoche del World Trade Center con la convicción del triunfo sobre los demás.
Las imágenes lo decían todo. Abrazados a sus amigos más cercanos o a familiares, arropados por sus colaboradores, vitoreados por simpatizantes que por decenas o cientos acudieron con ellos a la cita post-debate, exudaron triunfalismo.
Sólo el cuarto, siempre cauto, se negó a autocalificarse como victorioso y derivó la calificación de su participación a la opinión de los ciudadanos.
Simplemente dijo: “No debemos confiarnos”.
Y eso lo hizo el priísta Enrique Peña Nieto a pesar de que bien podría considerarse el gran vencedor del primer debate de la contienda presidencial del 2012.
La cuestión es que la expectación alrededor de este debate la crearon sus contendientes, los dirigentes de sus partidos y sus críticos al decir una y otra vez públicamente que Peña Nieto no era capaz de articular una frase, de concebir una idea y de expresar nada sin telepromter o apuntador.
Insistieron en que el mexiquense era un mero producto mediático, creado por la televisión, sin contenido, hueco llegó a decir de él Andrés Manuel López Obrador.
Y se lo creyeron.
Adicionalmente se creó la percepción de que o Josefina Vázquez Mota con todo el apoyo del gobierno de Felipe Calderón, o Andrés Manuel López Obrador con la complicidad de sus redes, le tendrían preparada una “bomba mediática y política” que lo reventaría como una piñata ante los ojos de millones de mexicanos que verían el debate.
Algo similar, se supuso, a lo que ocurrió con René Bejarano a quien vimos guardándose fajos de billetes en su saco o a Gustavo Ponce jugando en un casino de Las Vegas.
Tanto Josefina como López Obrador lo acusaron insistentemente en días anteriores de que Peña Nieto no quería debatir, que tenía miedo, que sus asesores no lo dejaban salir a los medios a confrontarse para no exponer públicamente sus incapacidades.
Pues no ocurrió así. Nada de eso. El copetudo les salió no sólo un orador fluido, sino respondón.
Ante el señalamiento de López Obrador de que en su primer año como gobernador del Estado de México, Peña Neto había pagado 691 millones de pesos a Televisa, el mexiquense le enseñó datos de la página de Internet del gobierno del DF, que mostraban que el tabasqueño había erogado más de mil millones en gastos de comunicación social tan sólo en un año.
Además Peña refutó la acusación de AMLO al demostrarle que su argumentación provenía de una revista que en su tiempo había sido debidamente aclarada.
Peña le soltaría después la frase demoledora:
“Usted dice (indicó a López Obrador) que la televisión fabrica presidentes… si así fuera, usted sería presidente”, indicó.
López Obrador no volvería a tocar el tema a lo largo del debate.
Pero la confrontación entre ellos no quedó ahí. López Obrador, dentro de su estilo de fajador callejero que acostumbra a picar ojos y golpear debajo de la cintura, le imputó a Peña la exoneración de Arturo Montiel por aquello de que fue quien lo impuso en el cargo y porque es su tío.
El candidato presidencial priísta no dejó pasar el ataque y le recordó que no fue el gobierno del Estado de México quien liberó de los cargos imputados a Montiel, sino la PGR (bajo el control del presidente Felipe Calderón) y a su vez le recriminó a López Obrador cubrirse con el manto de la honestidad cuando muchos de su entorno como jefe de gobierno fueron imputados y encarcelados precisamente por corrupción.
De todos ellos -Carlos Imaz, Gustavo Ponce, Leticia Robles, Octavio Flores Millán y otros-, Peña Nieto le recordó el asunto de Bejarano, el más conocido y famoso de todos.
Todavía AMLO se atrevió a mostrar una foto de Peña Nieto al lado del ex presidente Carlos Salinas, foto que en principio el tabasqueño mostraba de cabeza a las cámaras hasta que el propio mexiquense le señaló que estaba volteada, en un gesto que era una obvia ironía.
Aparecer al lado de Salinas no indica nada, pues el ex presidente no ha sido imputado por ningún cargo judicial o ha sufrido cárcel alguna. Es, sí, objeto de cuestionamientos como el llamado “Error de diciembre de 1994”, del cual la actual legislatura en el Senado lo ha exonerado y ha señalado que el responsable de ese desastre fue Ernesto Zedillo.
A Josefina Vázquez Mota la puso rápidamente en predicamentos al evidenciarla de querer usar el asunto de la niña Paulette para subir relanazar su menguada campaña electoral.
Y la confrontó al invitarla a recorrer las obras terminadas de sus compromisos cumplidos como gobernador del Estado de México que le han servido a la panista para lanzar una campaña de lodo en la que acusa a Peña Nieto de no cumplir con sus compromisos.
Peña Nieto la acusó de ser además la responsable de no cumplir con la búsqueda de acuerdos de las reformas estructurales porque de cada 10 votaciones importantes en la Cámara de Diputados, ella faltó a 7 y además cobró como si hubiera estado presente cuando su propia página de Internet la mostraba en otro sitio.
El rápido recorrido de la confrontación nos muestra a un Peña Nieto con capacidad de respuesta, entrón y seguro de su actuación.
Por el contrario deja a Josefina Vázquez Mota y a Andrés Manuel López Obrador no sólo como un par de candidatos débiles sino sin argumentos.
La “bomba” que se suponía le tenían preparada no explotó, porque nunca existió.
Bajo este cristal Peña Nieto fue el ganador.
Entró a sus terrenos y los combatió, inhibió y exhibió ante los millones de mexicanos que pese a todo siguieron el debate.
Por lo demás sin duda Peña Nieto fue el que mostró más fuerza y seguridad y más proyectos.
López Obrador, más experimentado, cuidó sus tiempos y los administró a su gusto, pero para insistir en su vieja tesis del complot y la existencia de un grupo de personajes muy, pero muy ricos, que lo dominan todo y que manejan a su antojo la economía, los medios y a los políticos con el único fin de esquilmar y hacer daño a los mexicanos.
Este grupo –del cual nunca dijo un solo nombre-, lo mismo se queda con el petróleo, gas y electricidad que con los alimentos y los productos que fija tarifas y opera bancos.
Frente a este grupo él, López Obrador, es la única opción de salvación para el país.
Su mayor promesa y proyecto es llegar al poder y reducir a la mitad el salario de los altos funcionarios, comenzando con el suyo de Presidente de la República.
Lo mismo de hace 6 años cuando el país ha cambiado aceleradamente, cuando al menos 14 millones de jóvenes han ingresado en este tiempo a la edad de trabajar.
En fin, dentro de este contexto quizá los únicos y verdaderos ganadores del debate son Peña Nieto y Gabriel Quadri, el cuarto contendiente y quien no le entró a la contienda y nadó de a muertito para no hacer olas sobre él.
El otro verdadero factor es que las encuestadoras insisten que hasta el debate Peña era el puntero absoluto en este proceso:
GEA-ISA-Milenio colocan a Enrique Peña con 47 por ciento de las preferencias electorales; a Josefina Vázquez con 27 por ciento y a López Obrador con 24 por ciento mientras que Gabriel Quadri sólo llega al 1.9 por ciento.
BUENDÍA & LAREDO-El Universal encuentran que Peña Nieto tiene el 36.3 por ciento de esas preferencias mientras López Obrador sube a 23.4 por ciento y Josefina Vázquez Mota baja al 22 por ciento en tanto que Gabriel Quadri suma ya 9.5 por ciento.
Y PARAMETRÍA deja a Enrique Peña Nieto con el 48 por ciento de posibilidades de voto y a Josefina Vázquez y Andrés Manuel con un 25 por ciento cada uno en un claro empate mientras que Quadri suma 2 por ciento.
Juego de percepciones y porcentajes que al final señalan lo mismo: que el priísta es el que tiene las mayores posibilidades de llevarse el triunfo que cuenta y es el del 1 de julio próximo.