Calderón y el desempleo
¬ Augusto Corro jueves 3, May 2012Punto por punto
Augusto Corro
En los últimos años del siglo XX, el “Día del Trabajo” era todo un acontecimiento social: desfilaban miles de agremiados de las grandes centrales obreras.
En el Distrito Federal, se trataba de un acto multitudinario de sumisión y agradecimiento a las autoridades “preocupadas” por el bienestar de la clase trabajadora.
Los tiempos cambiaron y la fecha para recordar las luchas laborales del siglo XIX y la masacre en Chicago, en 1886, se convirtió en un reclamo para obtener mejores salarios y más prestaciones sociales.
A las autoridades no les pareció que la conmemoración del “Día del Trabajo” se convirtiera en un acto de protesta, inconformidad y exigencias. Lo que fue sumisión y conformismo se tornó en reclamos.
Las autoridades le quitaron el brillo a la ceremonia y al final, los presidentes ya no quisieron exponerse a las exigencias y denuncias de la clase trabajadora, que cada vez se sentía más relegada en el concierto social.
Con los gobiernos panistas, de plano se buscó la cancelación de las manifestaciones de los trabajadores.
El Día del Trabajo cambió de escenario y se decidió celebrarlo en un salón de Los Pinos. Un lugar cerrado y seguro.
Antier, el 1 de Mayo, el último de Calderón como presidente, fue igual a los registrados durante el sexenio panista, marcados por un divorcio total entre el gobierno y la clase trabajadora.
Los resultados de la política antilaboral, se encuentran en los miles de trabajadores echados a la calle al cerrarse la empresa Luz y Fuerza del Centro; así como tener en la zozobra a miles de empleados de Mexicana de Aviación, ante la amenaza del cierre de la compañía.
En general, Calderón no cumplió sus compromisos de campaña en materia laboral.
Basta con saber que México es uno de los países con mayor desempleo. Según las estadísticas, en nuestro país hay 50 millones de personas en edad de trabajar y solamente 18 millones tienen posibilidades de tener empleo. Los grandes sectores de empleados ganan salarios de hambre y el sindicalismo es controlado por las grandes empresas.
Calderón se montó en reformar las leyes laborales, para según él, abrir más fuentes de empleo. Nadie le creyó y en la iniciativa no fue atendida en el Congreso de la Unión. En materia laboral, Calderón está reprobado. ¿Y el movimiento obrero? Bien, gracias.
Las dirigencias sindicales se sintieron bien porque recibieron un mensaje cálido, de Calderón en el que alababa la responsabilidad del sector obrero y agradecía su solidaridad y compromiso en etapas adversas.
Quienes siempre se encuentran felices por los logros laborales, el 1 de Mayo o cualquier dia del año, son los líderes charros, Romero Deschamps, Gordillo y Gamboa Pascoe.
Sentados en sus tronos, poderosos, intocables y ricos, se dedican a contemplar cómo se desmorona el país ante la ausencia total de una política laboral congruente con los tiempos que vivimos. Salario mínimo
Se reduce el poder adquisitivo del salario mínimo, pues sólo puede comprar el veinte por ciento de la canasta básica.
Así lo señalan organizaciones campesinas y de consumidores. No es una novedad que esto ocurra, porque al gobierno federal panista no le interesa la situación económica de millones de mexicanos de escasos recursos. De por sí, el salario mínimo nunca ha servido para mejorar las condiciones de vida de nadie. Es algo así como una ofensa al trabajador.
Bueno, pues a esta burla se debe agregar el alza constante en los precios de alimentos. En los productos de la canasta básica se “reflejan el alza constante al precio de los energéticos y los impactos de las heladas y sequías; además, la baja en la producción en 4 millones de toneladas, principalmente de maíz y frijol”. (La Jornada, 2 de mayo de 2012).
Bruno Ferrari, el flamante secretario de Economía, ha tenido la virtud de permanecer escondido, mientras en el mercado nacional, los empresarios y comerciantes practican una política abusiva que daña a los menos favorecidos económicamente.
Una más de espías
Son innumerables los casos de espionaje telefónico que conoce la opinión pública. Seguramente algunos hechos son investigados y aclarados, pero esa información se queda para el manejo de las autoridades, es decir, se van a la reserva.
Uno de esos casos no cayó en el olvido y un espía fue condenado a seis años de prisión. Nos referimos a Luis Miguel Dena Escalera, quien se encargó de vigilar a Manlio Fabio Beltrones, líder priísta en el Senado.
Efectivamente, Dena Escalera aceptó que “vigiló” en 2004 a Beltrones, pero aclaró que fue por instrucciones de su jefe Eduardo Medina Mora, en ese entonces director del Centro de Información y Seguridad Nacional (Cisen).
Hace una semana, el juez 18 penal sentenció a Dena Escalera a seis años de prisión por el delito de intervención de comunicaciones, tras una investigación ministerial iniciada en 2008. Y los demás actos de espionaje telefónico ya se olvidaron, pues cumplieron con creces la intención de distraer al público y de pasada dañar la imagen de los vigilados.
PUNTOS SUSPENSIVOS…En Oaxaca se efectuaron movilizaciones por el “Día del Trabajo” y los maestros de la Sección 22 del SNTE exigieron respeto a sus derechos laborales… Después de muerto, el general Arturo Acosta Chaparro es señalado nuevamente por sus relaciones con los narcos. Ahora lo ubican como intermediario entre los cárteles de la droga y los militares… Ayer se accidentó un tráiler en la autopista Chamapa-Lechería. El vehículo se incendió y una persona resultó lesionada: una raya más a la piel del tigre…