Evaluación
Elecciones 2012, ¬ Augusto Corro lunes 9, Abr 2012Punto por punto
Augusto Corro
Los panistas se reunieron el fin de semana para realizar una evaluación interna de la campaña de Josefina Vázquez Mota.
Los resultados saltan a la vista: la candidatura panista no avanza. La aspirante azul se rodeó de un equipo de inexpertos que le provocaron un sinnúmero de sinsabores.
Por ese motivo Josefina, su equipo de campaña y los jerarcas panistas se encerraron a piedra y lodo para encontrar un camino sin tantos obstáculos rumbo a Los Pinos.
Sin embargo, el problema no es sencillo, pues Josefina y todos los candidatos a un cargo de elección popular tendrán que superar la mala imagen de su partido.
Casi 12 años de gobiernos panistas que tienen a México sumido en la pobreza y en un baño de sangre, más lo que se acumule, no son una buena tarjeta de presentación. Además, los azules se alejaron, como partido político, de la esencia de sus principios.
Decidieron convertirse en una organización política insustancial, con más inclinación a los negocios que al servicio de la comunidad.
El PAN no es el mismo en el que soñaron sus fundadores.
Esa organización política que se distinguió por su lucha denodada por la democracia, terminó secuestrado por una clase política sin visión del futuro.
Los panistas, durante su estancia en Los Pinos, reconfirmaron que no saben gobernar.
El cambio esperado en el 2000 se convirtió en un desperdicio total del capital político de Vicente Fox. Su frivolidad deterioró la imagen presidencial.
Con Calderón, la situación sigue igual. Empeñado en una guerra fratricida, con más de cincuenta mil muertos, México presencia el deterioro incontenible de su tejido social. Si a todo lo anterior se le agrega el pésimo manejo de la campaña de Josefina, no se deben esperar resultados positivos.
Las divisiones en el PAN no han sido superadas.
La intervención directa de Calderón en los asuntos internos de su partido provocó inconformidades y rechazos a las imposiciones en las candidaturas a diputados y senadores.
El reforzamiento del equipo de campaña, con panistas más experimentados, suena más a una acción para distraer al adversario político que a una medida para hacer redituable la búsqueda del voto.
Trascendió que Roberto Gil Zuarth, el ex secretario particular de Calderón, será el hombre fuerte de la campaña presidencial panista.
¿Tendrá el poder y los medios suficientes para sacar del atolladero a Josefina?.
El propio Gil Zuarth declaró que se echará mano de todo para que su candidata alcance el triunfo. ¿Ese todo incluye a la guerra sucia? ¿Volverá el español-mexicano Antonio Solá a su estrategia para polarizar a los mexicanos como ocurrió en el 2006?
Si Josefina tiene esperanzas en la ayuda de Ernesto Cordero y Santiago Creel, quienes pelearon con ella por la candidatura, tendrá que olvidarse de tales ideas. Ambos adversarios políticos no representan ninguna garantía de éxito.
Cordero, panista sumiso al poder presidencial, sin carisma, no logró levantar su candidatura, a pesar del apoyo de Calderón. Creel acabó desprestigiado con el asunto oscuro de las licencias de los casinos, que repartió a diestra y siniestra.
También se confirmó la llegada de Rafael Gerardo Giménez Valdés Román al equipo de Josefina.
Cabe señalar que Valdés Román es el encuestador favorito de los residentes de Los Pinos y, sinceramente, su papel en el equipo será irrelevante. El manejo mentiroso de las encuestas ya no representa amenaza alguna.
Los anuncios importantes en la estrategia electoral de Josefina no funcionarán si siguen empeñados en olvidarse de sus valores fundacionales.
2) Frivolidad.
Gabriel Quadri, candidato del Partido Nueva Alianza (Panal), propiedad de la maestra Elba Esther Gordillo, continúa con su campaña presidencial llena de frivolidades. Al ser entrevistado, el aspirante panalista cayó en el lugar común: “cueste lo que cueste se debe mantener el combate al crimen”. Y punto.
De acuerdo, nadie en su sano juicio se opone a que se combatan las diferentes formas de delincuencia: narcos, secuestradores, extersionadores, etc.
Lo que la sociedad mexicana desea es que termine el baño de sangre que tiene enlutados a miles de hogares. Esa definición de que se luche contra el crimen organizado “cueste lo que cueste”, es irresponsable.
Entre otras cosas, nadie le pidió a Calderón que se enfrascara en una guerra fallida de nunca acabar.
La inconformidad que provoca la lucha de Calderón contra la narcoviolencia obedece a que no se ven resultados que vislumbren la derrota de los narcotraficantes. Al contrario, parece que no existe la fuerza para derrotarlos.
La estrategia de esa lucha estuvo mal planteada desde el principio. A falta de una policía competente, se echó mano del Ejército y la Marina para enfrentar a los cárteles de la droga.
Conocemos los resultados. El clamor se centra en una revisión de la manera en que el gobierno panista enfrenta a las organizaciones criminales.
Por ejemplo, los delitos relacionados con el lavado de dinero y los prestanombres apenas si son tocados por las autoridades.
¿Qué planteó Quadri para que continúe la guerra contra la delincuencia? Nada.
Simplemente dijo que dejar de combatir al crimen organizado sería equiparable al delito de traición a la patria. Vaya, vaya.
Otro tema que trató el candidato panalista está relacionado con la despenalización del uso de la mariguana y convocó a un debate público en el que participen autoridades, ciudadanía e incluso gobiernos de otros países.
El asunto es complejo y no es con declaraciones superficiales como se encontrará una solución; pero Quadri se encuentra realizado con su papel, triste y desangelado, de candidato presidencial.