El Papa y la televisión
¬ José Antonio López Sosa viernes 23, Mar 2012Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
En los noticieros de las grandes televisoras (dos únicamente en sistema abierto) no cesan las informaciones en torno a la visita del papa Benedicto XVI a nuestro país, como si se tratara de una verdadera visita divina se sigue paso a paso el camino del jefe del Estado vaticano.
Ignoro si se trata de reanimar a la población mexicana para que tengan expresiones parecidas a las visitas del anterior papa, Juan Pablo II, a tierras mexicanas.
Benedicto XVI llega a un país que ha sufrido sobremanera los abusos de clérigos, desde saqueos económicos hasta violaciones a niños, hechos que se han tratado de ocultar sistemáticamente, tanto por la jerarquía católica como por sus incondicionales dentro y fuera del poder político.
El más reciente escándalo de Marcial Maciel es la prueba férrea que ni en México ni en el Vaticano se hizo justicia sobre este trágico episodio para decenas de víctimas, sino que por el contrario, los intereses económicos y políticos estuvieron por encima.
No está planeado en la agenda de Benedicto XVI recibir a alguna de las víctimas de padres pederastas, ¿por qué?, es la pregunta.
Además de mantener a un pueblo sometido por el tráfico de la fe, no alcanzo a comprender qué otros intereses tienen las grandes televisoras en hacer un reality show con la visita del Papa a Guanajuato.
Lamentablemente buena parte de la clase política gobernante, católica abiertamente -aún en la praxis contraviniendo los principios constitucionales-estará a los pies del Papa en la permanente confusión entre el poder y la fe, haciendo a uno vasallo del otro.
Un pueblo ignorante es un blanco fácil para el abuso de quienes trafican con la fe, históricamente es nuestra realidad en México.
No se trata de manifestarse en contra de la visita del Papa, al final del día una visita de Estado puede llevarse al cabo por cualquier líder en cualquier momento, así es la diplomacia; sin embargo, tampoco es correcto ni coherente, celebrar como si se tratara de un beneficio real para el país, ¿en qué nos beneficia la presencia de Benedicto XVI a los mexicanos?, ¡absolutamente en nada!
Es lamentable que las televisoras coadyuven con el tráfico de la fe.
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