Pobres, pero contentos
¬ Augusto Corro martes 20, Mar 2012Punto por punto
Augusto Corro
En esas noticias curiosas que aparecen en la información diaria, ayer leí una que me llamó la atención: México se encuentra entre los países más felices del mundo.
Releí el renglón para salir de la duda. Efectivamente, la mayoría de los mexicanos somos felices. Por lo menos así lo señala el Indice de Felicidad Mundial 2011.
Sin lugar a dudas tratar este tema es complejo, no por lo intangible, sino porque los millones de seres humanos que habitamos la tierra, cada uno tenemos nuestro propio molde de la felicidad: no podemos palpar o asirnos de ella, pero sí podemos sentirla.
Es decir, que para algunos la felicidad consiste en ver un nuevo amanecer y saber que estamos vivos; para otros desempeñar un trabajo seguro y bien remunerado; y para otros más la oportunidad de tener en las manos un buen libro para disfrutarlo plenamente.
No olvidar que muchos de nosotros, encontramos la felicidad cuando se nos despierta esa sensación interna en nuestro ser que es capaz de mover montañas: el amor.
Por coincidencia en el momento de escribir estas líneas escucho el Himno a la Alegría, música conmovedora que provoca estímulos sensoriales increíbles, que me lleva a pensar en el perdón a mis enemigos. ¿Existe algo mejor que disfrutar Beethoven, Mozart, Bach, Handel, etc.?
Como señalamos, cada uno de los millones de seres humanos que pululamos en esta maravillosa canica azul que es la Tierra, tenemos nuestra forma muy singular de vivir, sentir y disfrutar la vida.
Por ejemplo, según el Indice mencionado, la encuesta para saber nuestro grado de felicidad implicó los componentes de esperanza de vida, satisfacción de calidad de vida y huella ecológica.
Cuando se trata el tema de la felicidad, este va acompañado de la satisfacción o insatisfacción que produce el dinero, porque vivimos en un mundo real en el que las carencias son lacerantes: la pobreza crece en México, incontrolable.
¿Es necesario ser rico para ser feliz? Es posible: el dinero no es la felicidad; pero la facilita. Todo depende del bienestar que nos brinde su uso.
En fecha reciente, otra encuesta mundial reveló que México era el tercer país más contento, Ya que 43 por ciento de su población se declaró “muy feliz”. (Reforma, 19 de marzo de 2012).
Los estudios sobre la alegría en el mundo son muy subjetivos, porque en ellos inciden un sinnúmero de factores sociales, económicos y ecológicos.
Cada uno de nosotros tiene su molde de felicidad y la gran mayoría no cesamos en la lucha cotidiana para alcanzarla, encontrarla o disfrutarla.
De acuerdo con Wikipedia, para estar a tono con la modernidad, “la felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada. Tal estado propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría”.
Desde luego, es interesante saber que ni los bienes materiales ni las adversidades hacen mella en la felicidad del pueblo mexicano pobre, pero contento.
Educación
Empezamos a recuperarnos de las manifestaciones de los maestros que se adueñaron del Distrito Federal la semana pasada. Fueron días de avenidas principales cerradas por los bloqueos de inconformes del SNTE y de la CNTE, dos corrientes del magisterio que encontraron en las manifestaciones el camino ideal para que las autoridades los escuchen y les resuelvan sus problemas.
Lo importante en este asunto es saber si volverán a repetirse esas acciones que atentan contra los intereses de terceros, sin que las autoridades capitalinas se esmeren en poner orden, en una de las ciudades más grandes del mundo.
El caos se repitió en el Distrito Federal con la presencia de maestros de diferentes estados, con la consigna de desestabilizar la vida en el corazón de México. Lo lograron, con creces. Además, aprovecharon la situación para golpear a periodistas e insultar a cuanto ciudadano se les atravesaba.
A los mentores no les interesó dejar a miles de niños sin clases: los pretextos para abandonar las escuelas son múltiples. ¿Qué consiguieron con tanto escándalo? Alterar el orden en una ciudad que ya no se puede dar el lujo de quedar paralizada por los intereses mezquinos de unas minorías.
Los maestros argumentaron que no están de acuerdo con la evaluación universal impuesta a México por la OCDE; pero también se quejan de la presencia de Elba Esther Gordillo en el sindicato, etc.
Para ser sinceros, ni los propios líderes inconformes sabían o saben bien a bien qué es lo que quieren. Los gobernadores tienen mucha responsabilidad en el problema del magisterio: son los patrones de los mentores, pero quien les paga es el gobierno federal. Vaya enredo. Esto se presta para que los mandatarios estatales manejen los problemas que surjan con los maestros, de acuerdo a sus intereses políticos.
En Oaxaca, cada vez que así lo desean, se registran paros en las escuelas. La calidad de la educación se encuentra por los suelos. Nadie es capaz de sentarse a dialogar con los inconformes, para evitar que los niños pierdan clases.
Desde luego, las manifestaciones de los maestros en temporada electoral no dejan de tener su matiz de politiquería, de injerencia por parte de los partidos, para llevar agua a su molino, sin importarles el daño que provocan al paralizar el Distrito Federal. No dude que las manifestaciones seguirán porque se encuentra cercano el mes de mayo, tiempo en el que se realizarán las pláticas para fijar nuevos salarios para el magisterio, con las demandas especiales de los mentores.