La visita papal
¬ Augusto Corro lunes 19, Mar 2012Punto por punto
Augusto Corro
Cuando Juan Pablo II vino a México, nuestro país aún no sufría la ola de sangre que ahora lo baña.
A partir del 2006 se empezaron a registrar las muertes que hoy suman más de cincuenta mil, en todo el territorio nacional.
Los enfrentamientos entre los cárteles de la droga y de estos contra la fuerza pública rompieron el tejido social que, difícilmente, se reconstruirá.
La tragedia, provocada por la lucha contra el crimen organizado y las pugnas entre las bandas de delincuentes, llegó al corazón de la familia mexicana.
Empezaron a registrarse muertes y desapariciones del jefe de la familia, de un hermano o de algún pariente cercano. El número de viudas y huérfanos se multiplicó escandalosamente.
No se logró saber el paradero de miles de indocumentados que se animaron a cruzar el país rumbo a Estados Unidos, porque fueron secuestrados y asesinados por las bandas de la delincuencia organizada en contubernio con autoridades corruptas.
Los cuerpos sin vida de los victimados empezaron a aparecer en cientos de tumbas clandestinas.
En un desprecio total a la vida humana, la delincuencia se decidió a actuar con violencia extrema para intimidar a los enemigos y a aterrorizar a una sociedad cada vez más indefensa.
Los tiempos cambiaron.
El México que visitó Juan Pablo II es muy diferente al que llegará Benedicto XVI.
En sus diferentes estancias en nuestro país, el pueblo se le entregó por completo. Estuvo en varios sitios de la República y en todos fue homenajeado. Era otra época.
En esta ocasión, la visita Benedicto XVI estará enmarcada por los hechos trágicos que ocurren en nuestro país, derivados de la guerra contra el narcotráfico. Por eso, el poeta Javier Sicilia viajó al Vaticano para pedirle a Benedicto XVI que se pronuncie ante “la muerte y el dolor” de las víctimas de la violencia en México, durante la visita que realizará al país, a partir del próximo viernes.
Expropiación petrolera
Ayer se cumplieron 74 años de la expropiación petrolera en México, promovida y consumada por el entonces presidente Lázaro Cárdenas Del Río.
En manos del Estado, la producción de hidrocarburos ha sido para el gobierno uno de los principales soportes económicos.
Específicamente, Petróleos Mexicanos, con todo y su pésima administración, ha mantenido a flote a un país afectado por los malos gobiernos y por los problemas derivados de una economía globalizada, siempre cercana al caos.
Con todo y sus innumerables problemas Pemex sigue en pie, aunque los hachazos para derribarla son continuos y permanentes. Se podría pensar que, milagrosamente, la paraestatal ha logrado resolver sus conflictos. ¿Por cuánto tiempo? Lo ignoramos.
Lo que sí sabemos, es que esa empresa está sometida a una sangría económica por parte del Sindicato Petrolero: dirigentes y trabajadores son favorecidos con salarios y privilegios, como si se tratara de un país del primer mundo.
Las bandas delincuenciales, que abundan por todas partes, ordeñan la gasolina de los ductos de Pemex. Con estas acciones, las pérdidas de combustibles son cuantiosas, además de se ponen en riesgo las vidas de las comunidades. Sobran los ejemplos.
La mala administración de la empresa la tiene endeudada y según los cables de Wikileaks, “México está a punto de convertirse en importador de petróleo”. Lo anterior fue informado por el ex embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual.
Recalcó que “la producción de crudo en el país declina rápidamente”. Por otra parte, el endeudamiento de la paraestatal es de pronóstico reservado.
En fin, en su 74 aniversario Pemex no ha logrado sacudirse la corrupción que la mantiene en condiciones difíciles.
Ya metidos en el tema, los gasolinazos se encuentran en plena vigencia. A esto, el gobernador de Aguscalientes, Carlos Lozano de la Torre, señaló que el Partido Acción Nacional “ ha querido llevar a la quiebra a una empresa importante como Pemex”, en función de manejar los precios de combustible a partir del mercado y no del compromiso social.
“Creo, dijo el funcionario estatal, que son políticas que hay que revisar… es un patrimonio de todos los mexicanos”.
Por otra parte, va a paso de tortuga la construcción de una refinería de Pemex en el estado de Hidalgo.
Después de una pugna, sin sentido, entre los gobernadores para conseguir el proyecto para su entidad, se decidió que la refinería Bicentenario se levantará en Hidalgo.
Se compraron los terrenos y se aisló la zona. Después, las autoridades federales consideraron que era más costoso instalar una refinería que importar las gasolinas. Se fueron por lo más fácil. Se sigue comprando el combustible en el extranjero y no se sabe nada del futuro de la construcción de las nuevas instalaciones de Pemex.
Se tiene la impresión como dijo el gobernador Lozano de la Torre, de que todo mundo, incluyendo al PAN, tiene el interés de hundir a la paraestatal.
Cultivo de la amapola
El cultivo de la amapola en las montañas de Guerrero, es uno de los principales obstáculos para que esa entidad viva en paz.
Los cárteles de la droga tienen, siempre, la mira en esa región, que es una de las principales productoras de goma para el opio.
Los campesinos de esa zona, logran, a través del cultivo de la amapola, ingresos económicos que les permiten mantener a sus familias.
La gente que vive en las montañas guerrerenses no tiene otra forma de ganarse la vida, que no sea la siembra y cosecha de la amapola.
La lucha de los cárteles para posesionarse de esa región los lleva a estar en una pugna sangrienta interminable.