Elba Esther Gordillo, la maestra
Roberto Vizcaíno lunes 12, Mar 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- La advertencia es más que clara: “Nada me costaría pedir a los maestros que salieran a la calle”
- El rompimiento electoral fue provocado por otros en el PRI, no por el mexiquense, aclara
- Calderón pervierte la figura de la Presidencia con sus constantes injerencias en el proceso electoral: PRI
La voz popular, siempre atinada, dice que el diablo sabe más por viejo que por diablo.
Eso mismo podríamos aplicarlo a Elba Esther Gordillo, “La Maestra”, quien cerca de los 70 años de edad -y con 22 de ellos al frente del gremio más numeroso del continente-, juega con los tiempos políticos y su poder, para reposicionarse:
“Yo tengo una magnífica relación con Enrique Peña Nieto, desde que era gobernador del Estado de México”.
Lo aclara, para luego señalar que en la ruptura de la alianza electoral de su partido, el de su propiedad, el Panal, con el PRI, nada tuvo que ver el precandidato presidencial del tricolor, sino todo lo contrario.
“El problema no está ahí (en Peña Nieto)… hubo desencuentros del propio partido con él, en los que no tengo nada que ver”, subrayó en una entrevista al diario español “El País”, publicada en su edición de ayer.
En pocas palabras: Peña la apoya a ella y fueron “otros” al interior del tricolor quienes aún en contra del mexiquense provocaron la ruptura de la alianza con el Panal que ella creó y domina.
Ante la pregunta de cuál de los candidatos representa su mejor garantía de permanencia, “La Maestra” habla de la panista Josefina Vázquez Mota como alguien lejano a ella y quien es buena para las relaciones públicas, pero que cuando fue titular de Educación Pública intentó quitarle el control del SNTE, “y no lo permití”.
“La conozco, y muy bien… desde entonces pensaba en ser presidenta”, revela.
A Andrés Manuel López Obrador ni lo recuerda ni menciona, como si no existiera en esta contienda.
Pero de Peña Nieto señala:
“El presi… (se corrige), el ex gobernador es un hombre que cumplió los compromisos que tenía con el SNTE”.
Con su aclaración no deja margen de dudas. Roto el acuerdo electoral con el PRI, ella está con Peña Nieto, no con su partido.
Y para reafirmarlo, ante la pregunta de que, ¿cómo describiría a ese sector del PRI con el que no se lleva?, responde y de paso expone su desprecio por el PAN de Felipe Calderón:
“El PRI suma más de 70 años de poder y de saber luchar desde el poder. Ser oposición también tiene sus dificultades: al PAN le da miedo el poder, no ha acabado de aprender el ejercicio del poder. El PRI aún tiene que caminar mucho en su avance democrático. El peor error del PRI es no plantear un esquema claro de compromiso con las grandes reformas que el país exige. Todavía no nace lo que debe nacer y no muere lo que debe morir”.
Enfrentada por sus entrevistadores a sus críticos, reconoce que el documental “¡De panzazo!” sí le dolió.
“Si eso querían, lo lograron”, acepta.
Dice que su liderazgo al frente del SNTE le provoca mucho llanto y dolor, que no pocas veces se encierra a llorar inconsolable y que incluso ha vivido graves problemas de salud que han llegado a vaciarse en un desangrado.
Considera que las críticas, como las del documental que pretenden atribuirle a ella y a su sindicato de la mala educación en México, provienen de la mala fe y de la perversidad.
Y deja caer la advertencia:
“¿Saben qué es lo que no han entendido?, perdón que alce un poco la voz… que el SNTE no es sólo una organización que defiende sus intereses, también es un garante de estabilidad política. Nada me costaría pedir a los maestros que salieran a la calle”. (negritas, cursivas y subrayados míos)
En buen español, les está diciendo a sus enemigos y críticos que si se siente en riesgo, podría bien provocar un conflicto de magnitudes impensables con un millón 300 mil maestros en las calles de todas las ciudades del país, quienes a una voz suya colocarían a cualquier régimen ante el abismo.
Es una vez más “La Maestra” metida en un nuevo juego, en el que no va ni con la panista y menos con el perredista, sí con el priísta, pero no con su partido.
CASSEZ, CASI FUERA
El adelanto público del proyecto del ministro Arturo Zaldívar rindió sus frutos: provocó el debate en medios, evitó el conflicto social -no hubo ninguna concentración ciudadana de inconformidad, mitin o marcha-, y expuso la debilidad de los argumentos de quienes cuestionan la posible liberación de la francesa.
Quienes se oponen lo hacen con base en la filosofía política calderonista del “haiga sido como haiga sido”, para exigir que los ministros no fallen a favor de la liberación de Florence.
Quienes apoyan el proyecto de Zaldívar lo hacen en base a la razón y la defensa de los derechos humanos y civiles. No se puede acusar a nadie violando la ley y las normas.
El montaje está más que confirmado en este caso. Todo lo demás surge de ese montaje. Es un asunto que los jueces fallaron de acuerdo al guión del programa de televisión que se transmitió la mañana de ese 9 de diciembre de 2005.
En la TV se encontró culpable a Florence Cassez y luego los jueces la sentenciaron a 60 años de cárcel. Fácil.
Genaro García Luna será recordado por muchas tropelías, pero especialmente por ésta. Su futuro quizá le depare un juicio penal internacional por eso mismo.
Es decir, el que verdaderamente la debe, la va a pagar.
¿Y EL ENCANTO?
El idilio no duró nada. El sorpresivo encuentro privado de hace un par de semanas en Los Pinos entre el presidente Felipe Calderón y el líder del CEN del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, hizo pensar a no pocos en un importante acuerdo para evitar continuar con la guerra.
Se venían pegando con todo, arriba y abajo del cinturón político. Calderón había sacado ante banqueros esa encuesta que colocaba a Peña Nieto a tan sólo 4 puntos arriba de Vázquez Mota. Y los priístas todos, desde Peña Nieto hacia abajo, acusaban al gobierno de usar el poder, las instituciones y el dinero bajo su resguardo en beneficio del PAN.
El encuentro Coldwell-Calderón distensionó el clima entre ambos apenas 24 horas. Luego comenzó a subir de nuevo el calor entre los dos bandos.
Ya el domingo 4, durante la celebración del 83 aniversario del Revolucionario Institucional, el propio Pedro Joaquín le tundió con todo a Calderón y al PAN.
Pero lo ocurrido en el Congreso hacia fines de la semana, fue mayor. La muestra la dan las intervenciones y entrevistas de apenas 4 diputados del tricolor.
El economista Jesús Alberto Cano Vélez, del grupo de Manlio Fabio Beltrones, acusó al titular de la Función Pública, Rafael Morgan Ríos, de ser el principal solapador de las corruptelas del régimen de Felipe Calderón y acusó al mandatario de haber transferido 82 mil millones de pesos a fondos que luego han sido manejados discrecionalmente, o para cuestiones electorales del PAN o beneficios privados.
A su vez, el aguerrido chiapaneco, César Augusto Santiago, acusó al gobierno panista de Calderón y al Presidente mismo de ser un pozo profundo de corrupción, donde el dinero público que se transfiere fuera del conocimiento del Congreso a fondos y fideicomisos, “para darle al Presidente y que regale refrigeradores, focos ahorradores, computadoras, subvención a las entidades de educación privada”.
Felipe Solís Acero, otro de la órbita de Beltrones, no se anduvo por las ramas y aseguró que Calderón simplemente actúa fuera de la ley, ya que en su gobierno los programas sociales -sostenidos con miles y miles de millones de pesos de los contribuyentes-, son usados para el clientelismo electoral a favor de Acción Nacional.
“Acción Nacional es el partido y el gobierno del embuste, del engaño, al que la ciudadanía no le cree, toda vez que el presidente Felipe Calderón de manera casi obsesiva, insiste en hacer uso de los recursos públicos y políticos para influir en el proceso electoral en apoyo a la alicaída campaña de Josefina Vázquez Mota”, sintetizó.
La diputada priísta jalisciense, María Esther Scherman, cerró al indicar que con sus acciones, Calderón perdió el rumbo y está pervirtiendo la figura de la Presidencia.
“Los mexicanos perdimos al Presidente y el PAN ganó un coordinador de campaña… pervierte la figura de la Presidencia con sus constantes injerencias en el proceso electoral de este año”, concluyó.
Es decir, se acabó el encanto y la guerra sigue.