A cambiar esquemas
Ramón Zurita Sahagún viernes 9, Mar 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Sirvieron durante algún tiempo, pero en la actualidad, las comparecencias de los funcionarios federales en la Cámara de Diputados son, simplemente, parte del folclor político.
Es cierto que se encuentran consideradas entre las atribuciones del Legislativo pedir el rendimiento de cuentas a los integrantes del Ejecutivo, aunque los resultados son lamentables.
Hace algún tiempo servían de pasarela para los secretarios del gabinete que tenían planes futuros y que usaban esa plataforma para lucimiento de sus funciones, ya que para ello contaban con una bancada lo suficientemente numerosa que les permitía explicarse con toda tranquilidad y que evitaba fuesen agredidos o degradados por los opositores.
Hoy, las cosas son de otra forma, ya que ningún partido tiene la mayoría suficiente para realizar funciones similares Sin embargo, en las comparecencias se trata de que los miembros del gabinete respondan a los cuestionamientos de los legisladores y se establezcan vínculos comunicativos entre los dos poderes, pero los resultados son nulos.
Los secretarios acuden ante el Poder Legislativo, especialmente, la Cámara de Diputados, se plantan ante los representantes populares, les recetan un discurso a modo y se atrincheran internamente, sin responder a los cuestionamientos que les son hechos.
Ellos responden lo que les da la gana, sin importar si están o no relacionadas sus palabras con los cuestionamientos de los legisladores y dejan que transcurra el tiempo, que puede ser de tres o cuatro horas.
Los legisladores se sienten burlados y los funcionarios burladores, por lo que, en ocasiones, aquello termina con zafarranchos.
Apenas el miércoles pasado, Rafael Morgan Ríos, secretario de la Función Pública, se presentó ante el pleno de los diputados, para responder a una serie de preguntas, especialmente correspondiente a la cuenta pública del 2010, de las que hizo caso omiso.
Eso motivó que su comparecencia fuese suspendida y los diputados de oposición (priístas y perredistas, principalmente) acusaran al funcionario de intento de burla.
Pero Morgan Ríos no es el primero que se presenta ante los legisladores atrincherado y escaso de respuestas, ya que el presente sexenio y, especialmente, la actual legislatura da cuenta de lo caduco que resulta el formato.
Los zipizapes en San Lázaro han sido una constante por la furia con que se agreden los diputados y los funcionarios federales.
Dos de ellos, Juan Molinar Horcasitas y Javier Lozano Alarcón, son el mejor ejemplo de lo anterior, ya que en sus funciones de director del IMSS, primero y secretario de Comunicaciones y Transportes, después y de secretario del Trabajo, respectivamente, fueron protagonistas de hechos lamentables.
Molinar sostuvo épicos encuentros verbales con los diputados, terminando por levantarse de su sitio y dejando con un palmo de nariz a los diputados que lo cuestionaban, mientras que en alguna otra ocasión las palabras agresivas de uno y otro lado sonaron fuertes.
No fueron una o dos las veces en que los diputados y el funcionario federal solicitaron respeto para sus respectivas investiduras, ante la agresividad de unos y el otro.
Lozano la pasó peor, ya que un diputado perredista le aventó billetes en el rostro y tuvo que soportar una y otra vez la agresividad con que era tratado, lo que no significó que respondiera a plenitud los cuestionamientos.
Eso sí, Lozano Alarcón dio muestras de no temer a este tipo de debates y cuantas veces era citado concurría al encuentro con legisladores.
No sucede lo mismo con otros integrantes del gabinete, los que prefieren eludir cuantas veces pueden los citatorios que les son hechos.
Ese fue el caso concreto de Salvador Vega Casillas, el antecesor de Morgan Ríos, quien dejó el cargo hace poco tiempo y le heredó la responsabilidad de responder a los cuestionamientos de hechos sucedidos durante su gestión. Claro que Morgan Ríos se encontraba en la misma dependencia en su carácter de subsecretario, por lo que conoce de muchos de los temas a tratar. En esa calidad acudió al Congreso e imbuido de las actitudes de su antecesor actuó.
Sin embargo, en descargo de unos y otros, la realidad nos muestra que los formatos de comparecencia de los funcionarios federales dejaron de ser útiles, por lo que se deberán buscar otras opciones, en las que los diputados muestren respeto y los comparecientes respondan a lo que les es preguntado.
De otra forma, los escándalos continuarán siendo parte del folclor legislativo y los funcionarios federales cumplirán, a su modo, con las atribuciones que por ley tienen los legisladores.
Si se terminó con el circo que representaban los informes presidenciales y se evitó la presencia del Ejecutivo federal en estas ceremonias, valdría la pena que se buscarán otras alternativas para que los servidores públicos del gobierno federal cumplan con los requerimientos que les son hechos.
Este nuevo formato podría ampliarse a los congresos locales, donde también se dan estos encuentros que, por lo regular, terminan en disputas verbales y hasta en físicas.
RECHAZO A BARTLETT
La candidatura senatorial otorgada por las izquierdas a Manuel Bartlett Díaz no acaba de ser aceptada por dirigentes y representantes populares.
Quien más alto alza la voz es el senador Carlos Navarrete, que advirtió que no moverá un dedo para respaldar las candidaturas en Puebla, ya que no podría hacerlo ni ética ni moralmente.
El ex secretario de Gobernación y ex aspirantes presidencial por el PRI salió de una propuesta realizada por el Movimiento Progresista que fundara Andrés Manuel López Obrador.
La propuesta considera que Bartlett Díaz puede alcanzar una buena votación en Puebla, estado que gobernó hace 20 años, aunque se duda que pudiera obtener un escaño de mayoría o como primera minoría.