Bebidas azucaradas
¬ José Antonio López Sosa martes 23, Mar 2010Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
El domingo un editorial del diario estadounidense The New York Times abordaba el problema que significa para la ciudad de Nueva York la venta y consumo excesivo de bebidas azucaradas, sobre todo en niños, se referían particularmente a la gente de escasos recursos del área de “Bronx”, donde para una familia era mucho más accesible comprar para el consumo infantil refrescos, té helado o cualquier otra bebida azucarada que agua natural o leche, los problemas de salud como consecuencia son evidentes y cada vez se presentan en adultos en edad mucho más joven que antes.
Al leer dicho artículo y una réplica que hacía un médico neoyorquino, comparé la gravedad en la situación con lo que ocurre en México donde tenemos marca mundial en obesidad y obesidad infantil, además de un consumo altísimo a nivel mundial de refrescos y bebidas azucaradas.
En México, el dinero manda y no existen límites mientras los recursos lleguen a donde se debe, a pesar que pasen sobre la salud de millones de personas. Basta con observar cómo operan los restaurantes, fondas o simples puestos ambulantes de comida: todos en lo absoluto ofrecen como bebida principal el refresco o el té helado azucarado, antes que uno decida lo que comerá, hay un mesero o encargado tomando nota de cuántos refrescos se pedirán y, si por casualidad el comensal se atreve a pedir agua simple, se corren dos riesgos, que definitivamente no esté en existencia, o bien, que se traiga en una botellita comercial con un altísimo costo.
En Estados Unidos hay algunos estados donde obligatoriamente se debe servir agua en los restaurantes, en México no sucede ello porque vender refrescos es un gran negocio para un restaurante, sin importar que a largo plazo se condene al consumidor a problemas de salud.
Tenemos en México una terrorífica cultura del refresco, las autoridades nunca han tomado cartas en el asunto y obviamente el empresariado tampoco tiene interés al respecto, la pregunta es ¿algún día este problema podrá formar parte de la agenda política o legislativa nacional?, no basta con hacer campañas preventivas cuando se da manga ancha a las refresqueras o embotelladoras y a los restauranteros, no se trata de hacer un estado grueso y corrupto sino legislar eficientemente en beneficio de la mayoría.