¿México, después de Grecia?
Francisco Rodríguez jueves 23, Feb 2012Índice político
Francisco Rodríguez
Europa está a punto de ser salvada. Como presidente del Grupo de los Veinte (G-20), Felipe Calderón se echó a cuestas resolverles el enorme problema de deuda que agobia a Grecia, a España, a Italia y aún a Francia, con calamitosos resultados aún para Alemania y Gran Bretaña.
Y con discursos, el ocupante de Los Pinos a’i la lleva.
Hace tres días, y de cara a la reunión cumbre de líderes del G-20, que se realizará aquí en junio próximo, Calderón llamó a actuar con “contundencia y oportunidad” para recuperar la estabilidad económica mundial. Tras esas preclaras y sabias palabras, claro, los mercados empezaron a ordenarse.
¡Qué bueno para Europa!, ¿no cree usted?
Pero qué mal que esa enjundia del michoacano no aplique para su propio país. Y es que, no obstante las bonitas declaraciones sobre la solidez de la economía mexicana que los dis-funcionarios panistas en Hacienda y aún en el Banco de México, la verdad es que -dice Alejandro Gómez Tamez, director general del Grupo Asesores en Economía y Administración Pública- el país “ha estado sumergido en una fiesta de crédito que ha durado ya varios años, y el costo de este excesivo y creciente endeudamiento limitaría las posibilidades de desarrollo de futuras generaciones”.
Bien pudiera ser que, por tal razón, México se convirtiera en breve en una nueva Grecia, a la que habría de rescatarse, imponiendo todavía más sacrificios a su ya muy depauperada población.
Y es que, con datos de la propia SHCP transcritos por Gómez Tagle, la deuda total del sector público mexicano llegó a los 5 billones 473 mil 698 millones de pesos al cierre del 2011, lo que implica un incremento de 168% durante los últimos 11 años. ¿Qué tan grandes son estos números? Para contestar esta pregunta, vale la pena referenciar esta deuda con el tamaño de la economía nacional, y en ese sentido tenemos que la deuda pública representó, al cierre de 2011, el 36.5% del producto interno bruto (PIB).
El incremento del endeudamiento público en los últimos 11 años, que corresponden a las administraciones panistas, ha sido de 3 billones 428 mil 691 millones de pesos, cifra superior a los ingresos totales presupuestarios del propio sector público obtenidos en 2011, los cuales ascendieron a 3 billones 269 mil 331 millones. Cabe señalar que de este incremento adicional de deuda, 2 billones 159 mil 236 millones de pesos han sido contratados durante la administración de Felipe Calderón.
Hay latente, según el experto, un enorme riesgo de desestabilización financiera. Parte de ello porque el 72% del endeudamiento total del sector público corresponde a la deuda interna, con un saldo de 3 billones 928 mil 321 millones de pesos al cierre de 2011, lo que implicó un crecimiento de 203% en los últimos 11 años. Obviamente, 28% de la deuda pública es entonces deuda externa (cotizada en alguna divisa).
Un aspecto muy relevante para determinar nuestra estabilidad cambiaria es conocer el monto de la deuda pública interna que está en manos de extranjeros. A este respecto tenemos que, de acuerdo a cifras del Banco de México, al cierre de 2011 éste ascendió a 973 mil 246.4 millones de pesos, lo que implica un incremento descomunal de 10.528% en los últimos 11 años.
Así pues, al tipo de cambio vigente, al 30 de noviembre de 2000 los extranjeros poseían valores del gobierno mexicano por alrededor de 969 millones de dólares, monto equivalente a tan sólo 1.3% del total en circulación. Pero 11 años después, al cierre de 2011, el saldo de la inversión extranjera en bonos del gobierno federal era equivalente a 69 mil 654 millones de dólares y representa 26.3% del total de la deuda interna gubernamental en circulación.
Para algunos, dice el director general de GAEAP, esto pudiera ser un detalle menor, pero en realidad no lo es, ya que indica que ante cualquier incertidumbre interna o del extranjero, hay una enorme cantidad de dólares que pudiera salir del país, con ello desestabilizando nuestra economía y el tipo de cambio.
Como puede apreciarse por donde se le vea (deuda pública interna y externa, costo de financiamiento, créditos fiscales de la SHCP y deuda de los estados), México no está manejando sus finanzas públicas correctamente y pareciera que estamos siguiendo los malos ejemplos de Estados Unidos y Europa, o bien, estamos regresando a esquemas obsoletos que ya vivimos en la década de los 70 y 80.
México debería endeudarse exclusivamente para generar infraestructura que nos haga más productivos, pero el problema es que la deuda pública en México se debe ahora en día a que los gobiernos tienen un creciente gasto corriente (servicios personales, gastos de mantenimiento, entre otros) y los recursos para gasto de inversión son cada vez más reducidos, por lo que entonces tienen que adquirir deuda para poder realizar obra pública.
No es correcto tampoco que cada vez paguemos más impuestos y que en paralelo el país esté cada vez más endeudado y no veamos esto traducido en mayores obras que se traduzcan en más productividad. Ese no debe ser el camino correcto.
Es importante pues replantear el camino y Calderón debe hacer esfuerzos para reducir el gasto corriente que libere recursos para realizar más gasto de inversión (y así se evitaría contratar más deuda pública). De lo contrario, en algunos años estaremos nuevamente viviendo una crisis de deuda como la de los 80, o bien, estaremos discutiendo como salir de una crisis similar a la que viven ahora en día varios países europeos… sin que Calderón ya esté aquí para resolverla, como está resolviendo ya la de la Unión Europea.
Índice Flamígero: “Grecia está acabada. No hay esperanza. La bancarrota nos destruirá completamente, sufriremos de forma patriótica durante unos diez años. Y luego deberemos encontrar la salida a todo esto por nosotros mismos”, dijo un ciudadano del país helénico el último domingo ante las manifestaciones por los sacrificios que, para reestructurar su deuda, le fueron impuestos a la población. “Todos debemos darnos cuenta de que el dilema es si salvamos al país con grandes sacrificios o si, con una crisis dramática, con una disolución del marco social, económico y político, marchamos supuestamente orgullosos hacia la catástrofe”, pareció responderle desde algún puesto palaciego ateniense el ministro de Economía, Evangelos Venizelos.