Traiciones
Ramón Zurita Sahagún lunes 13, Feb 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Quien traiciona una vez, lo hará siempre, dicen los conocedores de la materia.
En política, esa debe ser una máxima a considerar siempre, ante el constante riesgo que se tiene de las reacciones de muchos políticos que se comprometen una y otra vez, sin cumplir con sus propósitos. La reciente contienda interna del PAN, muestra como una y otra vez los intereses personales se ubican por encima de cualquier otro.
Una semana después del triunfo de Josefina Vázquez Mota se comprueba la serie de traiciones orquestadas por los operadores de los tres contendientes a la candidatura presidencial del partido blanquiazul.
Se advierte que de haber operado los estrategas de Ernesto Cordero y entregado las cuentas ofrecidas, el resultado pudo variar y la victoria del ex secretario de Hacienda no era inalcanzable, como algunos consideraron.
Cordero creció mucho en los resultados, comparativamente con lo que marcaban unas encuestas que lo situaban hasta por debajo de Santiago Creel Miranda, que no levantó más allá del seis por ciento de los sufragios emitidos. Pero como le ocurrió hace seis años en la elección constitucional al priísta Roberto Madrazo Pintado, los gobernadores traicionaron a su aliado.
En cuatro entidades se inscribió el fracaso electoral de Cordero Arroyo, donde los operadores, supuestamente efectivos, fallaron rotundamente y hasta, con su consentimiento, permitieron las traiciones. Estado de México, Distrito Federal, Veracruz y Guanajuato dejaron evidencias de cómo los operadores del ex secretario de Hacienda no cumplieron con las expectativas ofrecidas.
Ulises Ramírez, Mariana Gómez del Campo, Miguel Ángel Yunes y Juan Manuel Oliva fueron ineficientes o se hicieron de lado, para no cumplir con lo pactado. Se trataba de entidades en las que, cuando menos, Cordero Arroyo saldría ganador o, en su caso, perdedor por una mínima diferencia.
La realidad fue otra y en la actualidad la operación cicatriz, emprendida por la (pre)candidata presidencial Josefina Vázquez Mota, incluye la incorporación de muchos de esos personajes que se mostraron desleales con su adversario interno.
Tal vez Josefina no recuerde bien lo que pasó con el priísta Madrazo Pintado, quien desde dentro y fuera de su equipo de campaña fue bombardeado para mandarlo a él y a su partido hasta el tercer sitio oficial de la contienda presidencial de 2006. Los primeros en actuar en su contra, fueron los miembros del llamado TUCOM, los que no pudieron insertar a ninguno de sus integrantes como candidato presidencial del partido tricolor.
Es cierto que Arturo Montiel resultó el ganador de las encuestas realizadas por este grupo y se apuntaba para disputar la nominación presidencial a Madrazo Pintado, pero también lo es que la carga negativa del ex gobernador mexiquense era mucho más fuerte que la del tabasqueño.
De ahí, que personajes como los entonces gobernadores J. Natividad González Parás, Nuevo León y Eduardo (Robinson) Bours, Sonora, así como los ya ex gobernadores Enrique Martínez, Coahuila; Tomás Yarrington, Tamaulipas; Manuel Ángel Núñez, Hidalgo y el propio Arturo Montiel, Estado de México, aliados con otros mandatarios estatales y con la dirigente vitalicia del SNTE, Elba Esther Gordillo, orquestaron una estrategia golpeadora contra Madrazo Pintado que repercutió hasta en contra de ellos. Los priístas, ávidos de sus parcelas de poder no tomaron en cuenta que con sus acciones provocaron tener pequeñas representaciones en el Congreso de la Unión, donde senadores y diputados federales se convirtieron en terceras minorías.
En cada una de esas entidades en las que los miembros del TUCOM eran poderosos, los priístas perdieron los dos escaños de mayoría y en otra (Edomex) ni siquiera alcanzaron la de primera minoría.
Hoy con una campaña presidencial en curso (inicia el 31 de marzo), los aspirantes presidenciales deberán ser cautos para ver en manos de quiénes dejan sus estrategias electorales y evitar que suceda la serie de traciones que parecen ser una práctica común entre los políticos mexicanos, tan dados a vender a precio alto sus apoyos.
DISTRITO FEDERAL
Miguel Ángel Mancera Espinosa y Beatriz Elena Paredes Rangel registraron ya sus precandidaturas al gobierno del Distrito Federal, donde se advierte que será una lucha sumamente dispareja entre dos y que la tercera y cuarta opción, serán únicamente música de acompañamiento.
El ex procurador de Justicia del Distrito Federal cabalga en un brioso corcel, mientras que la priísta va en un jamelgo cansado y artrítico que poco ofrece en la competencia.
Pero están las cabalgaduras de Isabel Miranda y de Rosario Guerra, que posiblemente sea la candidata de Nueva Alianza, las que se duda puedan animar la competencia por la segunda joya en competencia. Hasta el momento las apuestas favorecen, por mucho, al candidato de la izquierda, al que difícilmente se le podría descomponer la estrategia bien diseñada y mejor operada por sus aliados.
Mancera va respaldado por los partidos de la Revolución Democrática, Movimiento Ciudadano y del Trabajo, aunque no milita en ninguno de ellos, mientras que Paredes Rangel va apoyada por el partido que presidía hasta marzo del año pasado, el Revolucionario Institucional y el Verde Ecologista de México, que no tienen demasiados seguidores en la capital del país y que desde hace varios años (12, cuando menos) fue relegado hasta el tercer sitio en las preferencias ciudadanas.
Isabel Miranda resultó abanderada de Acción Nacional, aunque el apoyo que está recibiendo, hasta el momento, se ve precario, por lo que se presume no le alcanzará siquiera para inquietar al candidato de la izquierda, pero tampoco para alcanzar a la priísta que desbancaría al blanquiazul como segundo en el Distrito Federal. Para los pocos seguidores de Nueva Alianza, les da lo mismo que la candidata sea Rosario Guerra o si postulan otro (a) abanderado, ya que no inquietará a los otros nominados.