Los sueños de Alicia y Carroll
¬ Humberto Matalí Hernández lunes 20, Feb 2012Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
“y de qué sirve un libro —pensó Alicia—
si no tiene ilustraciones ni diálogos”
“—Soy mayor que tú, por lo tanto, tengo razón”.
Lewis Carroll. “Alicia en el país de las maravillas”
Charles Lutwidge Dodgson nació en 1832 y falleció en 1898, por lo tanto, fue participe del imperio británico de la reina Victoria, cuando el expansionismo inglés llegó a su máxima proyección. Como maestro de matemáticas publicó diversas obras y estudios sobre esa materia. Pero bajo el seudónimo de Lewis Carroll logró su permanencia en la literatura universal y lo hace con dos libros infantiles. En estos tiempos de doble moral, más que en la era victoriana, se le acusaría de abuso de menores, pedofilia y se le demandaría una indemnización millonaria.
“Alicia en el país de las maravillas” y “Alicia a través del espejo”, el primero escrito en l865 y el otro en 1871, fueron inspirados por tres niñas que eran sus amigas a las que fotografió en algunas poses que denotan erotismo, aunque por encima de cualquiera de esas situaciones perversas está lo valioso de su obra literaria, donde vienen versos y canciones humorísticas y otras de crítica social, excelentes, estrambóticas y absurdas como los personajes de sus obras.
Se dedicó a la docencia de las matemáticas y a una vida retirada en Christ Church, como hijo de un clérigo fue ordenado diácono. Es ahí en donde conoce a la pequeña Alicia Liddell, hija del ministro de ese lugar, en las charlas con ella y sus hermanas, al contarles historias y cuentos, que imaginaba sobre la marcha, se inspiró para escribir “Alicia en el país de las maravillas”, para “complacer a una niña a la que quería”, confiesa Lewis Carroll en su diario, al narrar la manera en como creó la novela, que primero fue narración oral, después una versión manuscrita y finalmente una obra redactada en forma, en un proceso que llevó tres años de creación.
Tanto en el “País de las maravillas, como en “A través del espejo”, Alicia se enfrenta al ambiente trastocado, alterno al racional y formal de la época victoriana. Para lograr ese contraste, Carroll crea un ambiente “patas arriba”, jocoso, sarcástico, donde la anarquía es el elemento natural, con una Alicia desfasada que se incorpora con las mismas neurosis al ambiente de los personajes que conoce durante las visitas a los terrenos oníricos.
La imaginación del autor convierte a Alicia en la figura excéntrica en mundo donde lo normal es lo bizarro, empeñada en conservar las imperturbables y perennes reglas de la sociedad de la que viene y es formada, como los representa en los diálogos con diversos personajes, por ejemplo en la merienda con la Liebre de Marzo, el Sombrerero y los demás convidados. En otro capítulo y escena, el Gato de Cheshire, le lanza la sentencia a la pequeña visitante “…aquí estamos todos locos…”.
Condena que llevada siglo y medio adelante se aplica la sociedad actual, al mundo autodestructivo, en “donde “todos estamos locos”, que es realidad de los universos literarios de Lewis Carroll. Cuestión de encontrarse reflejados en cada unos de los neuróticos, histéricos y humorísticos personajes. No es necesario gran esfuerzo mental para encontrar la locura de la reina de corazones de los naipes ingleses, que grita con cualquier motivo “¡Qué le corten la cabeza…!” en los gobernantes de la modernidad.
Ahora están disfrazados de demócratas, para ocultar las aberraciones que cometen y dicen con gusto pedirían la misma sentencia, para más de uno de sus opositores y críticos. Cuestión de que se sumerjan en el “País de las maravillas” de Carroll, cual si fuera el “maravilloso país” de una casta gobernante, que al igual que los personajes literarios, hablan, actúan y ordenan locuras, cada uno por su lado, para mantener el mito de habitar y gobernar un reino de ensueño, pero sin el respeto y lógica de los sueño de Alicia. Son una pesadilla impuesta a los seres reales, por la estulticia y la soberbia oficializados.
En 1890 Lewis Carroll publicó una versión para niños “de cero a cinco años”, a la que título “Alicia para los pequeños”, pero con las características de gran literatura, nada superficial y comercial como sucedió con el filme de dibujos animados de Disney o la ilógica y absurda dentro del absurdo de Tim Burton. las dos alteran con la banalidad típica holywoodense, el fondo neurótico de la obra literaria.
Por su parte, “A través del espejo”, es todo un tratado matemático y una larga partida de ajedrez en donde Carroll impone las reglas y crea los argumentos y personajes con una precisión analítica y cerebral, en contraste con la obra anterior orgánica y emocional. Pero con poemas extraordinarios:
“Niña de frente pura como un cielo sin nubes / y ojos de sueño y dicha, / aunque la ley del tiempo a los dos nos separe / la mitad de una vida, / acoge como ofrendas este mágico cuento / con amable sonrisa”. Es el verso inicial de la novela, más comprensible para adolescentes y adultos que para niños.
Menos conocida que la primera novela, sobre todo en traducciones al español, sin ser inferior, con el planteamiento maravilloso e ilógico como la primera, con razonamientos analíticos extraordinarios, con sarcasmos más hirientes y estrambóticos, con problemas de ajedrez asombrosos, sobre los que el autor aporta las soluciones después de retar al lector.
ENTREGA DE PREMIOS DE LA UAM
El viernes 26 de marzo la Universidad Autónoma Metropolitana entregará los premios reconocimientos y menciones honoríficas a los ganadores participantes del certamen “Casa del Tiempo”, a las 18:00 horas en la Rectoría General de la UAM.
Entre los premiados y reconocidos en el “Premio Casa del Tiempo 2009” de la Universidad Autónoma Metropolitana, dentro de la categoría de Cuento, se encuentra el colaborador de “Diario Imagen”, Humberto Matalí Hernández, creador de la columna “Al son de las fábulas”.
El ganador de este certamen es Pedro Hernández Saldivar, con el cuento “Historia patria”.
Las menciones honoríficas correspondieron a Humberto Matalí Hernández por el cuento “Sexofonía”; Verónica Alvarado Tejeda, con “Azul con brisas” y Marcelo Moricony con “Democracia y el penalti idiosincrásico”.
Este certamen de la UAM abarcó además las categorías de Ensayo de Ciencias Sociales; Ensayo Científico-Tecnológico; Ensayo Crítico-Literario; Carpeta de Ilustración y Cuento.
Respeto a los textos de los ganadores, serán publicados por la Universidad Autónoma Metropolitana en la revista “Casa del Tiempo” y en los medios que considere la UAM.