¿Resistiremos una década?
Francisco Rodríguez miércoles 16, Jun 2010Índice político
Francisco Rodríguez
ANTES, A DON Emilio Treviño le resultaba excepcional encontrar críticas a la fallida guerra en contra del narco emprendida por el ocupante de Los Pinos. Hoy, me dice en correo electrónico, “un mayor número de actores y líderes de opinión con influencia coinciden en diagnosticar que la guerra personal de Calderón se agrava sin visos de concluir y mucho menos de lograr beneficio alguno.
Apunta así el colaborador de este Índice, que entre el cúmulo de análisis de especialistas, quizá ahora sólo haya discrepancias en el nivel de agravamiento de la ingobernabilidad generalizada que provocó el panismo en México, primero con Fox y ahora con esta administración.
“En el cúmulo de datos duros y visiones apocalípticas para México destaca la del especialista de derecha, Jaime Sánchez Susarrey. Este crítico furibundo del Peje López Obrador, escribía en el diario Reforma el 6 de marzo: “…el Ejército y la Marina parecen haber llegado al límite de sus reservas. Según algunas versiones, el secretario de la Defensa ha advertido que de los 100 mil efectivos con que cuentan el Ejército y la Marina, 96 mil se encuentran ya combatiendo al crimen organizado”. Al constituirse las fuerzas armadas nacionales en más de 200 mil efectivos, supongo que las cifras mencionadas por Susarrey se refieren a tropas de línea, no a personal administrativo”.
Se pregunta a sí mismo don Emilio ¿cuánto tiempo pueden aguantar las tropas en una guerra irregular?
El 12 de marzo, en la revista Poder y Negocios, Dolia Estévez reproducía aseveraciones del especialista Eduardo Buscaglia. “Hay un reconocimiento público de que el gobierno ha sido corrompido a tal nivel que ya no puede actuar con efectividad. El Estado está fallando. Es gravísimo.” Sobre el papel de Calderón, dice Buscaglia: “Lamentablemente, el Presidente no es un experto en delincuencia organizada y está rodeado de pésimo asesores”.
Las expectativas de Buscaglia son pesimistas: “el síndrome de Ciudad Juárez va a ser el futuro de México. Ciudad Juárez va a ser lo común en México. Nos vamos a encontrar ante episodios ya no criminales, sino sociales, de mafias y terrorismo cada vez más avanzados.”
Tal visión de Buscaglia sobre la viabilidad del Estado mexicano es coincidente con la del consultor empresarial Roberto Newell, quien en Reforma del 18 de marzo, escribe: “la legitimidad del Estado mexicano (en todas sus partes) gradualmente se está erosionando. La mayoría de los mexicanos no tiene confianza en las instituciones ni en las perspectivas futuras del país. El futuro ya nos alcanzó; si seguimos por donde vamos, nos espera una tragedia. En muchas ocasiones he escuchado a funcionarios gubernamentales regodeándose porque la gran mayoría de los muertos en la guerra al crimen organizado son criminales. Este comentario no sólo es inmoral, también es estúpido…”.
¿Cuál es la perspectiva a corto plazo? “A corto plazo hay posibilidades de que las medidas que se están tomando van a generar una reacción de los narcotraficantes y que a corto plazo se puede aumentar la violencia”, cual apuntara apenas el procónsul estadunidense Carlos Pascual.
Sergio Sarmiento también escribe: “hasta donde yo puedo ver, México está perdiendo la guerra contra el narcotráfico en los tres frentes relevantes: el tráfico, el consumo interno y la violencia. (…) Me parece que el gobierno nos ha comprometido en una lucha en que la victoria es imposible”.
El editorial del diario The Wall Street Journal del 18 de marzo reza “la ejecución de tres personas ligadas al consulado de EU en esta frontera confirma lo que los residentes ya sabían: la estratega del presidente Felipe Calderón de enviar al ejército a enfrentar a los narcotraficantes fracasó”, (al respecto, las declaraciones de Janet Napolitano sobre la derrota militar en Ciudad Juárez, ya ni las cito).
El aliado ideológico de Calderón, el ex peruano Mario Vargas Llosa, opinaba lo siguiente sobre México: “está claro que una política puramente represiva no va a acabar con el narcotráfico; se están invirtiendo sumas vertiginosas de dinero desde hace mucho tiempo en políticas represivas y el resultado es que el narcotráfico no decrece, aumenta, y que la violencia asociada a él sigue creciendo de una manera vertiginosa” (Reforma, 18 de marzo).
José Díaz Briceño, corresponsal de Reforma en Washington reproducía el 18 de marzo la visión a largo plazo de un especialista militar “El problema del narcotráfico en México se solucionará en 8 ó 10 años, por lo que EU debe continuar apoyando al país, aseguró hoy en el capitolio, el jefe del comando norte estadounidense, el general Gene Renuart.”
Una perspectiva coincidente a la del general norteamericano la manifestaba incluso Otto Granados Roldán en el pasquín salinista La Razón, el 17 de marzo: “México no es Iraq ni Yemen ni Afganistán. Tampoco, como escribía ayer Michael Reid, en The Times, ´enfrenta un desorden social ni riesgo de guerra civil´. Pero… la batalla contra el crimen organizado podría durar una generación”.
¿Aguantará México una guerra de baja intensidad que cueste 6 mil muertos anuales, durante una década? Lo que resulte, no olvidemos la responsabilidad de Calderón en el proceso irreversible de descomposición que ya institucionalizó en el país.