¿Más debates?
Ramón Zurita Sahagún miércoles 25, Ene 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Desde que se asumieron los debates como una forma de presentación de los candidatos a cargos de elección popular, especialmente gobernadores y presidente de la República, los electores tienen una forma más directa de conocer a sus posibles gobernantes.
No es que los debates arrojen la luz necesaria para descifrar si uno u otro es capaz de gobernar, pero sí muestran el empaque de cada uno de estos personajes.
Los debates, hasta el momento, han servido para descalificar a los contendientes y mostrarnos sus debilidades, aunque son herramienta necesaria para el cruce de propuestas, las más de ellas no realizables en el momento de gobernar.No funcionar para atraer un mayor número de electores a las urnas, ni siquiera registran un rating importante, cuando son televisados.
Sirven para satisfacer, en gran parte, el morbo de los ciudadanos y para que los aspirantes se vean las caras y expliquen una plataforma y una propuesta de gobierno que ellos mismos desconocen.
Sin embargo, los debates han mostrado que, en una buena parte, arrojan luz sobre quién de ellos puede ganar el proceso electoral y quién o quiénes no.
En 1994 se celebró con gran atractivo el primero de los debates entre los candidatos presidenciales de aquel entonces.
Ernesto Zedillo Ponce de León, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fueron los participantes en este debate que dejó divididos a los analistas, al considerar que el ganador fue el panista Diego y otros que el priísta Ernesto. Nadie le otorgó el triunfo al perredista Cuauhtémoc.
Seis años después, el debate interrumpido entre el priísta Francisco Labastida Ochoa, el panista Vicente Fox Quesada y, nuevamente, el perredista Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, dejó como ganador al panista Vicente.
Hace seis años, el priísta Roberto Madrazo Pintado, el panista Felipe Calderón Hinojosa y el perredista Andrés Manuel López Obrador, dejó en claro que la disputa era entre Felipe y Andrés Manuel.
Las razones de ello fueron el manejo de cada uno en ese escenario de la TV, donde, en 94, Cárdenas mostró su rigidez, Diego su oratoria y Ernesto ser un tecnócrata.
En el 2000, Vicente mostró empaque, Francisco ser un pusilánime y Cuauhtémoc dejó constancia de lo que ya se sabía.
Los debates de la pasada contienda presidencial evidenciaron lo mediático de los mismos, ya que en el primero se negó a participar Andrés Manuel y la presencia de Roberto Campa y Patricia Mercado sirvió para compensar la ausencia de uno de los dos tabasqueños contendientes.
Campa aprovechó el momento para arremeter con todo con su ex dirigente nacional y Roberto se pasmó ante el ataque, dejando en claro que estaba descartado en la carrera presidencial.
Luego vino el segundo debate, donde decidió participar el ausente del primero de ellos. Fue un encuentro de toma y daca entre Andrés y Felipe, con Roberto convertido en un casi espectador.
Hay otro debate que no lo fue, entre dos personajes que sirvió para marcar el antes y el después de AMLO.El tabasqueño, candidato al gobierno del Distrito Federal, se reunió en un foro de televisión para debatir con Diego Fernández de Cevallos, que no era candidato de nada.
Diego fue apabullado, ya que prefirió guardar silencio ante los ataques del tabasqueño que más que discutir ideologías o programas se dedicó a especular sobre los negocios del panista.
Sin embargo, AMLO emergió como el triunfador de un debate que distó de serlo y se convirtió en un monólogo.
La decisión de no debatir en el primer debate de 2006, por parte de AMLO le generó una serie de críticas que hoy se reanudan, cuando el tabasqueño pide que se celebren varios debates entre los aspirantes presidenciales.
Y es que hace seis años, AMLO se encontraba posicionado en primer lugar, por encima de sus adversarios panista y priísta, por lo que consideró no era prudente el participar. Ahora que se ubica por debajo del priísta Enrique Peña Nieto y de la panista Josefina Vázquez Mota, pide la celebración de varios de ellos.
Otro que demanda la celebración de debates es Ernesto Cordero Arroyo, quien pide a diestra y siniestra, sabedor de que ganar uno de los debates lo puede reposicionar en el ánimo ciudadano, dentro y fuera del partido.
Cordero pide al priísta Peña Nieto un debate, pero también que se celebren más con sus compañeros de partido, ya que considera que de esa forma podría alcanzar a Josefina y dejar atrás a Santiago, aunque sus proclamas no son atendidas ni por uno, ni por los otros.
Con tiempo suficiente para la celebración de estos encuentros, ya en plenas campaña electorales, los debates significarán el avance o retroceso de los candidatos presidenciales, aunque en cuestión de rating no signifiquen un atractivo, ni siquiera para alentar un mayor voto de los ciudadanos.
INSURRECCIÓN PRIÍSTA
El fuego no se apaga entre los inconformes que rechazan las decisiones del CEN del PRI de nominar como sus candidatos a gobernadores de Morelos a Amado Orihuela y de Tabasco a Jesús Alí de la Torre.
Los seguidores de Manuel Martínez Garrigós, Morelos, y Luis Felipe Graham Zapata, Tabasco, no logran digerir que éstos fueran relegados, con todo y que las encuestas los mostraban mejor posicionados. El jaloneo no termina todavía y el escenario se vuelve nebuloso en los dos estados, principalmente en Morelos, estado que se creía podría recuperar el PRI, luego de dos administraciones sexenales panistas.
Para los perredistas resulta un bocado apetitoso alcanzar el triunfo en esa entidad, tan cercana al Distrito Federal.