La hambruna
¬ Augusto Corro miércoles 18, Ene 2012Punto por punto
Augusto Corro
Los rarámuris o tarahumaras son víctimas del hambre.
La sequía y las bajas temperaturas provocan una situación de emergencia humanitaria en aquellas poblaciones indígenas de la Sierra Tarahumara.
Las autoridades municipales, estatales y federales saben que cada año se agudizan los problemas, porque los habitantes carecen de los medios para subsistir.
La historia de hambre e injusticias para los rarámuris se remonta a cientos de años, debido a la explotación a que han sido sometidos y la falta de una política integral que los libere de la pobreza ancestral. Si bien es cierto que por el momento la ayuda material es importante, lo es más que las autoridades revisen los programas sociales que eviten la tragedia anual en las montañas de Chihuahua.
Es palpable la indolencia de las autoridades que conocedoras de las estragos que provoca la temporada invernal, no se tomen las precauciones del caso.
Sólo con denuncias públicas se ha logrado echar a andar la ayuda humanitaria a los rarámuris que padecen las intensas heladas y carestía de alimentos.
Luego de conocer el infortunio de los pobladores de la zona agreste de Chihuahua, se plantea la pregunta obligada: ¿Qué papel desempeña la pomposa Secretaría de Desarrollo Social? No es suficiente que justifique su presencia con el envío de agua, cobijas y despensas.
No se trata de acciones paliativas, temporales, para que otra vez, el próximo año se recurra a medidas emergentes.
No se necesita ser un experto en alimentación para señalar que la carencia de alimentos produce desnutrición y precisamente los rarámuris se encuentran en esa etapa de su condición física.
Con muchos meses de anticipación se trató el problema anual de la carencia de comida, agua y heladas que provocan estragos en la población rarámuri que habita en Chihuahua, Durango y Sinaloa.
Hoy sabemos que la crisis alimentaria es un hecho real e inhumano en esas zonas abandonadas por todos los gobiernos. Mientras, en los grandes centros del poder se discute si se envía la ayuda necesaria a esos indígenas que no han logrado alcanzar los beneficios de la marcoeconomía mexicana.
EL SENTIDO DEL HUMOR
Los que saben dicen que reír es una buena herramienta para aumentar la autoestima y gozar de buena salud en general. Debe ser. Todo mundo se siente bien después de emitir una sonora carcajada.
Sin embargo, algo ocurre en la sociedad mexicana que ríe, casi obligada. ¿O cómo deben entenderse los chistes del payaso Sergio Verduzco “Platanito”?
Este cómico procaz, insolente y carente de ingenio es el encargado de hacer reír al público en sus programas cargados con palabras groseras, agresivas y fuera de contexto. Resulta que el payaso de marras en uno de sus chistes, de los que usa en su programa de televisión, tuvo la mala fortuna de burlarse de los niños que perecieron en el incendio de la Guardería ABC, de Hermosillo, Sonora.
El payaso usa los chistes sin sensibilidad alguna. Al referirse a la tragedia mencionada la calificó como “Kentucky Fried Children”. Vaya manera de reírse del dolor humano.
¿Qué le pasa a la sociedad mexicana que se deja arrastrar por el mal gusto? ¿Quiénes son los que vigilan que no se abuse de la buena voluntad del público que tiene que ver todo lo que le proyectan en la ahora sí caja idiota, como se conoce a la televisión?
Y no se trata únicamente de un payaso grosero, sino también de otros personajes que aparecen en la pantalla chica en una competencia para ver quien dice la mayor estupidez.
También Laura Bozzo, en uno de esos bodrios televisivos, sin un ápice de rubor llamó “putita” a una mujer.
Esa conductora de televisión, con antecedentes negros en Perú, de donde es originaria, no encontró obstáculos para erigirse en una voz autorizada en la caja idiota.
Desaparecieron los grandes cómicos en México y ahora la sociedad ríe hasta de los chistes de Eugenio Derbez, otro payaso vulgar.
¿Es que los mexicanos ya no tenemos derecho a reír con chistes ingeniosos manejados por payasos inteligentes? Desde luego, somos los responsables de que esos personajes subsistan en la televisión, porque nosotros nos encargamos de verlos. No cabe duda que la libertad de expresión es pisoteada por retrasados mentales que encuentran en las ofensas a la sociedad su modus vivendi.
LAS REDES SOCIALES
Afortunadamente, en las redes sociales ya priva un espíritu crítico que no permite más agresiones a la sociedad en cualquiera de sus formas.
Gracias a esa intervención se conoció aquel acto de humillación y discriminación del empresario Miguel Sacal Smeke hacia Hugo Enrique Vega Flores, el empleado de un estacionamiento.
La golpiza del patrón al trabajador fue difundida a través de un video en la red.
En la grabación se ve como Sacal Smeke agrede al empleado, porque éste se negó a cambiar una llanta de su automóvil, pues no estaba dentro de sus actividades laborales.
Ante esa respuesta, el patrón golpeó a Vega Flores, quien se desempeña como acomodador de coches en las Torres Altus en Paseo de las Lomas.
El hecho se convirtió en un monumento a la prepotencia y a la humillación: un sujeto amparado en su poder económico se da el lujo de ofender a un empleado que soportó, pasivo, la andanada de golpes e improperios que le asestó el tal Sacal Smeke.
¿Por qué esa pasividad de Vega Flores? Seguramente por el temor a perder su trabajo. Ni hablar.