La encuestocracia
¬ José Antonio López Sosa martes 17, Ene 2012Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Vivimos una incipiente democracia, donde la forma y el fondo de la misma pareciera perderse entre variantes muy raras, métodos cuantitativos y cualitativos que la convierten en una forma de participación social donde sólo unos cuantos pueden participar y decidir.
La democracia se divide en dos, el ascenso y el ejercicio del poder, en México nos hemos limitado a pensar en la democracia únicamente en el ascenso al poder, lo electoral, en el ejercicio del poder ésta prácticamente no existe, pues ningún ente político pide parecer a los gobernados de las decisiones que pueda tomar.
Ahora bien, dentro del rubro en el ascenso al poder también estamos viviendo una simulación. La democracia como su término lo explica, es el poder en manos de pueblo, en la cuestión electoral significa -hasta donde entiendo- que los ciudadanos votemos por tal o cuál candidato, para que tome un cargo determinado, ello existe; sin embargo, ahora la forma en que los partidos deciden quién será su candidato, o bien, cómo armarán su estrategia electoral tiene que ver con una forma que yo denominaría democracia imperfecta: las encuestas.
Las encuestas serias tienen carácter científico y pueden medir una tendencia, son un retrato del aquí y el ahora, de lo que la gente que entrevistan opina y que, matemáticamente puede representar un sector de la población. No creo que una encuesta pueda sustituir un método de elección democrática, ¿por qué entonces elegir la encuesta para decidir quien compite y quién no en una contienda supuestamente democrática?
En una encuentro que celebramos quienes integramos la Academia Nacional de Periodistas en Radio y Televisión (ANPERT) con la directiva de la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública (AMAI), me aseguraron en respuesta a pregunta expresa que no había pruebas que una encuesta incidiera en la intención del voto de una persona; sin embargo, aceptaron no tener un estudio serio en el ramo que lo compruebe.
Estamos en un año electoral, un año de encuestas, la encuestrocracia gobierna nuestros destinos electorales. Mediante una encuesta se decidió el nombre del candidato presidencial de las izquierdas, mediante otra se revelará en unos días al candidato de las izquierdas al gobierno del Distrito Federal. Todos, candidatos y precandidatos pagan y usan los resultados de las encuestas -que les favorecen- para hacerse propaganda en medios de comunicación cuando los ciudadanos no necesariamente sabemos la metodología y el reflejo de esos resultados, ¿para qué los publican?, sencillamente para incidir en la intención del voto.
Las casas encuestadoras ganan millones de pesos, no tiene nada de malo pues son empresas cuyo objetivo es tener una utilidad, sin embargo hacerlo a costa del dinero público que los partidos obtienen me escandaliza.
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