¿Ciudadanos?
Ramón Zurita Sahagún jueves 12, Ene 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Durante mucho tiempo, los partidos políticos han jugado con la figura de los candidatos ciudadanos, los que, finalmente, son cooptados por los propios organismos por no encontrarse registro para ellos dentro de la legislación electoral vigente.
Sin embargo, la figura de ciudadanos es de uso y abuso continuo dentro de los personajes que son candidateados a los cargos de elección popular.
Miguel Ángel Mancera Espinosa, ex procurador de Justicia del Distrito Federal, es presentado bajo esa óptica de candidato ciudadano, sin afiliación a partido político alguno. Es Mancera un personaje que se volvió interesante para los partidos políticos, que ávidos de un individuo de ese talante lanzaron sus redes para atraparlo y convertirlo en su candidato.
Priístas y perredistas tuvieron algún tipo de acercamiento con el abogado, para sondearlo, pero finalmente optó por intentar ser el abanderado del partido gobernante en la capital del país.
De esa forma, se convirtió en la carta fuerte del jefe de gobierno, Marcelo Ebrard y sus posibilidades aumentaron cuando Mario Delgado Carrillo, secretario de Educación, decidió dejar la contienda por el mismo cargo.
Con esa vía libre, Mancera recibió respaldos de los principales funcionarios del equipo gobernante en el Distrito Federal y se encamina a la candidatura de la izquierda, donde el único obstáculo es la advertencia del PT, de no respaldar su eventual candidatura.
Pero con el PT o sin él, las posibilidades de Mancera de ganar la interna y después la constitucional son amplias, aunque habría que ver si en esos momentos continúa siendo independiente, sin militancia partidista.
Los ejemplos abundan y pocos son los que se mantienen bajo esa línea de ciudadanos, sin filiación partidista desde un cargo público.
Uno de ellos que pudo gobernar sin filias de ninguna clase fue Pablo Salazar Mendiguchía, en sus tiempos de gobernador de Chiapas, cargo al que llegó avalado por una alianza de ocho partidos que se enfrentaron a un ya disminuido PRI.
Salazar sorteó los obstáculos y se mantuvo sin militancia política, a pesar de la presiones de perredistas y panistas, porque se convirtiera en militante de alguno de ellos.
Hoy, en la cárcel acusado de diversos delitos y con un grueso expediente levantado durante su gestión como gobernante, Pablo puede decir que se mantuvo como un mandatario ciudadano, con todo y que tuvo una larga militancia dentro del Partido Revolucionario Institucional, al que renunció cuando no lo hicieron candidato al gobierno estatal.
Otro político que puede jactarse de mantener la neutralidad de no militar en ningún partido es Mario López Valdez, gobernador de Sinaloa y quien llegó al cargo respaldado por una de las tan criticadas alianzas entre los partidos de izquierda con el de la derecha.
El cada vez menos popular “Malova” transitó un camino similar al de Pablo (para llegar al gobierno estatal. El otro no se sabe), ya que militaba en el PRI y al no ser postulado como candidato al gobierno de Sinaloa, renunció y recibió el aval de los partidos opositores.
Como Salazar, López saltó de un escaño priísta a los brazos de los opositores de ese partido, lo que consideraron que era una figura rentable para ganar unos comicios que con candidatos propios era impensable ganar.
Hasta el momento, “Malova” se resiste a ser afiliado en alguno de los partidos que lo nominó al gobierno estatal y prefiere mantener la figura de ciudadano.
No sucede lo mismo con los otros gobernadores surgidos de la alianza entre derecha e izquierda, ya que ellos fueron arropados por una alianza, pero mantenían militancia en sus respectivos partidos.
Rafael Moreno Valle milita en el PAN y Gabino Cué Monteagudo lo hace en el Movimiento Ciudadano, antes Convergencia.
Fuera de esos dos personajes (Pablo Salazar y “Malova”) los demás profesionales que fueron presentados como ciudadanos, sin militancia política y como tales fungieron en sus primeros cargos públicos, terminaron por adoptar ideologías y sumarse a la militancia de los partidos, con tal de competir en los cargos de elección popular.
La mayor parte de estos personajes saltaron del Instituto Federal Electoral a las candidaturas de los partidos y hoy son unos políticos felices, a los que la Revolución ya les hizo justicia.
Santiago Creel Miranda, busca hoy, como hace seis años, la nominación presidencial de Acción Nacional, luego de pasar por el Senado de la República y la Cámara de Diputados, cubierto con el emblema del partido blanquiazul, al que representó también en los comicios para el gobierno del Distrito Federal.
Juan Molinar Horcasitas, parte de la dirigencia nacional del PAN, transitó también del IFE ciudadano a una diputación del PAN, luego de asumir su militancia dentro de ese partido.
Alonso Lujambio Irazábal, secretario de Educación Pública, hizo pública su militancia partidista, luego de que pasó por el IFE y el IFAI como parte de la ciudadanización de esos organismos.
José Agustín Ortiz Pinchetti llegó al IFE como parte de los ciudadanos ejemplares que componían el organismo y que prefirieron dejar la neutralidad para asumirse como militante del PRD, previo canje de una diputación federal.
Esos son algunos ejemplos de personajes que prefirieron permutar su condición ciudadana a cambio de una militancia que les otorgaba mejores posiciones políticas.
¿Sucederá lo mismo con Miguel Ángel Mancera, si es que gana la interna de su partido y la constitucional después?
INCORPORACIONES
Un grupo de diputados priístas, principalmente, fueron incorporados a las tareas de campaña del precandidato presidencial de ese partido. Ildefonso Guajardo, Jorge Carlos Ramírez, Felipe Solís Acero, María Esther Sherman, Salomón Rosas, Baltasar Hinojosa, Paula Hernández y Héctor Pablo Ramírez, recibieron distintas asignaciones.
Otros políticos priístas incorporados a tareas del partido son el senador Ramiro Hernández y Emilio Lozoya.