2012, lleno de malos presagios
Roberto Vizcaíno lunes 2, Ene 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Analistas consideran que frente a una posible derrota, Calderón es capaz de todo
- La caída en preferencias de Peña Nieto podría abrir escenarios riesgosos y de crisis para México
- La judicialización y el intenso golpeteo mediático, una estrategia desde el poder
Según la Real Academia de la Lengua, presagio es: Señal que indica, previene y anuncia un suceso.
Si nos atenemos a esa acepción, 2012 nace lleno de malos presagios para México.
Son muchos los indicios que advierten no sólo una profundización de la crisis económica y financiera con sus consecuentes e inevitables repercusiones sociales, sino que plantean un muy tenso y complicado proceso electoral, al grado de que hay quienes ven en él factores de violencia, sangre y rompimiento social.
Cierto, cada proceso electoral es único. Las circunstancias, los tiempos, los personajes definen cada uno de los comicios. Y en el que ya corre en todo México, la complejidad es enorme.
La complicación surge porque este año deberán elegirse simultáneamente un nuevo Presidente de la República, 500 nuevos diputados, 128 nuevos senadores, un nuevo jefe de gobierno en el DF, 16 nuevos delegados capitalinos, 66 nuevos asambleístas, así como 6 nuevos gobernadores y más de mil alcaldes y diputados locales.
Cada caso representa enormes ambiciones personales, la posibilidad de acceder a presupuestos multimillonarios, de repartir cargos con ingresos impensables y de poder ingresar al manejo de poder en todos sus aspectos.
Sobresale, sin embargo, en este proceso electoral de 2012, la insistencia del presidente Felipe Calderón de utilizar todo lo que está a su alcance, que no es poco (enorme presupuesto, fondos multimillonarios no auditables, programas sociales que contienen listados con nombres, direcciones y montos precisos de beneficios entregados por el gobierno a millones y millones de mexicanos), para impedir que se cumplan las proyecciones que adelantan el triunfo del candidato del PRI.
Y es que de triunfar Enrique Peña Nieto, la perspectiva de una reorientación y reconducción ideológica, administrativa, económica y política del Estado y gobierno de México sería más que una realidad.
Si el candidato del PRI gana la Presidencia, tal como lo advierten casi todas las encuestas, el furibundo panista Felipe Calderón habría incumplido con el relativamente más fácil de los tres principios fundamentales del manejo del poder: alcanzarlo, ejercerlo y mantenerlo.
Eso significaría que luego de llegar a Los Pinos, y de lograr mantenerse ahí contra viento y marea durante 6 años, el michoacano habría sido incapaz de transmitirle el poder a uno de los suyos.
Por el contrario, tendría que regresarle el cargo a uno del PRI, partido al que el PAN había logrado arrancarle hace 12 años la Presidencia de la República, luego de 62 años de ser su principal opositor.
En este contexto hay quienes consideran que Calderón es capaz de hacer cualquier cosa para evitar que esto ocurra. Y cualquier cosa es literalmente cualquier cosa, dicen.
Pero no todo termina aquí para Calderón. Este proceso le abre otros escenarios.
Y resulta que el otro no le representa ningún alivio, sino todo lo contrario, porque significaría el triunfo del perredista Andrés Manuel López Obrador, quien lo acusa de haberle robado la Presidencia en 2006.
Así que los coletazos que podría dar el michoacano no son menores.
El caso es que el otro elemento que agudiza estas circunstancias para el mandatario saliente y su partido, surge de que los aspirantes presidenciales panistas no crecen.
AJUSTES
Sólo para referirnos a una de las más recientes encuestas, la de “Reforma” -de este inicio de año-, indica que el interés por la política entre los mexicanos creció 10 puntos, ya que en 2011 sólo se interesaba el 32 por ciento y ahora ese porcentaje es de 42 por ciento.
En ese sondeo, el diario conservador encontró que el 47 por ciento de los mexicanos percibe que la Presidencia será ganada por el PRI y Peña Nieto. Sólo el 27 por ciento cree que el mexiquense perderá.
Pero quizá el dato más importante es que el 72 por ciento dijo que irá a votar el domingo 1 de julio próximo y el 70 por ciento indicó que lo hará acompañado por su familia.
Este enero, sin embargo, estará al parecer lleno de resultados de sondeos. Esto es porque la campaña ya comenzó y el proselitismo de candidatos y precandidatos se realiza de forma abierta y para toda la ciudadanía.
Esto hace que los resultados de los sondeos del año pasado comiencen a modificarse.
En este contexto el puntero, el priísta Enrique Peña Nieto, tenderá a bajar sus preferencias. ¿Cuánto? Nadie lo sabe.
Lo cierto, es que a partir de hoy quedan 6 meses para las elecciones del 1 de julio.
En estos 6 meses ocurrirán -sin duda- muchas cosas. Ya ahora mismo corren sondeos en los que se da una caída de entre 7 y 9 puntos a Peña Nieto y una subida de 18 a 23 puntos a Andrés Manuel López Obrador.
En el caso de los tres aspirantes presidenciales del PAN, Josefina Vázquez Mota se consolida como la más atractiva, con un 33 por ciento de preferencias entre blanquiazules frente a un 25 de Santiago Creel y un 17 de Ernesto Cordero.
Una vez que en febrero se defina quién de los tres será el candidato presidencial del PAN, se verá con que puntaje parte en la competencia real rente a Peña y AMLO.
Cualesquiera que sean las causas de este ajuste porcentual, la experiencia indica que el puntero bajará, mientras que los otros subirán en el ánimo y la preferencia de los ciudadanos.
Para algunos de los analistas de cada partido y grupo, la posible caída de Peña Nieto ocurre por sus yerros de diciembre.
Pero otros, más avezados, ese posible bajón de entre 7 y 9 puntos obedece en realidad a que ya hay otros candidatos.
Entre éstos comienza a manejarse algunos posibles escenarios:
Si Peña Nieto cae y AMLO y Vázquez Mota (en caso de que ésta sea la candidata del PAN) crecen, entonces la elección podría convertirse en una contienda de tercios.
Y es aquí donde se complicarían las perspectivas del mexiquense y del PRI, porque si su triunfo se diera por una diferencia de entre 1 y 4 puntos, entonces podría ser una elección en riesgo de anulación, debido a las impugnaciones y conflictividad que se generaría.
Ahí, como una muestra de esto, está el caso de la elección a gobernador en Michoacán, hoy en proceso de revisión y fallo dentro del Trife.
Si el escenario fuese el de un triunfo de Peña Nieto con AMLO en segundo lugar, entonces la elección podría tomar tintes de un grave conflicto interpartidario con vinculaciones sociales.
AMLO no se conformaría con una derrota por algunos puntos, dicen. Esta posibilidad se agudizaría con la muy posible intervención de Calderón y el PAN como aliados inesperados de AMLO a favor de una anulación del proceso electoral.
Si el resultado fuese al revés, si Peña le ganara por algunos puntos a Vázquez Mota (o quien resulte el abanderado de Acción Nacional), entonces Calderón se iría con todo a derrumbar el triunfo del priísta.
Un adelanto de lo que será este proceso se da en la presentación de impugnaciones y recursos del PAN contra los otros contendientes ante el IFE y el Trife. Se trata, dicen, de presentar el mayor número de impugnaciones, a fin de crear la percepción de una elección llena de anomalías, de trampas y chanchullos.
Esta estrategia de judicializar todo el proceso, junto con el intenso golpeteo mediático, busca radicalizar y extremar el proceso que de entrada tiene perdido el PAN.
Así las cosas, este 2012 llega con los peores presagios para México.