Policías, mano dura y corrupción
¬ José Antonio López Sosa miércoles 14, Dic 2011Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
En diciembre del año 2006, a unos días de haber arrancado la administración del presidente Felipe Calderón, publicamos en este espacio la siguiente columna:
“Desde antes de comenzar su campaña política, el presidente Felipe Calderón –entonces pre candidato—anunció su estrategia de “combate frontal” a la corrupción y la adherencia que existe entre el crimen organizado y los mandos policíacos, particularmente aquellos de rango federal. Propuso de forma clara la creación de una policía única, es decir, que aglutinara en sus filas a la Federal Preventiva, a la Policía de Migración y a la Agencia Federal de Investigación, las tres contagiadas de corrupción y vínculos con organizaciones delictivas.
Desde entonces parecía una utopía más del hoy Presidente de la República. Han pasado 14 días y de ese tema no se ha hablado, no sabemos si la idea de la policía única fue tan sólo un destello electorero de adrenalina en medio de la competencia o bien, sí lo vaya a implantar más adelante, cuando ya todas las corporaciones estén debidamente precavidas para aparentar ser cuerpos de seguridad pública transparentes y profesionales.
Por otro lado, comenzó hace algunos días lo que el propio Calderón denomina “una guerra frontal” al crimen organizado en su natal Michoacán, escenario producto también de la ineptitud demostrada en los últimos años por el obernador perredista Lázaro Cárdenas Batel, para ello mandó al Ejército Mexicano y se han dado los primeros enfrentamientos con bajas para ambos bandos. La cuestión resulta empalmarse, quiero decir, por un lado no se hace nada con respecto a los cuerpos policíacos tal y como lo había prometido
Calderón y por otro se manda al Ejército a comenzar la lucha contra el crimen. En una secuencia lógica, políticamente hablando, debía comenzarse o cuando menos hacer paralelamente las tan prometidas “limpias” al interior de los cuerpos policíacos mientras se llevan al cabo estos operativos en Michoacán. Felipe Calderón declaró la guerra al narcotráfico y al crimen organizado cuando las fuerzas policíacas federales siguen en tela de juicio y con un alto riesgo de estar coludidas dichas organizaciones.
La “mano firme” (que más bien se torna en “mano dura” no sólo contra el crimen, sino contra quien decida el gobierno federal) carece de un brazo sólido mientras en materia de seguridad pública no se den los cambios necesarios y urgentes, esos mismos que el presidente Calderón prometió y formaron parte de sus puntos medulares en su campaña política.
A cinco años de administración, esa promesa de policía única se tradujo en potenciar a un solo hombre al frente de los mandos policiales: Genaro García Luna.
Desde esa fecha auguramos el error que representaba no depurar las policías y mandar al Ejército a las calles, en aquel momento al estado de Michoacán.
Calderón hizo lo contrario a lo que prometió en campaña, lejos de unificar y terminar con la corrupción policial generó un clima de encontronazo entre la Marina y el Ejército, también creció la corrupción e insisto, se dio el poder casi supremo a un solo hombre.
Se queja el presidente de críticas infundadas e insultos –dice él—en los medios y las redes sociales, nosotros como ciudadanos nos quejamos de la forma tan vil en que nos mintió durante su campaña y la sombría forma de llevar su sexenio hasta el sol de hoy.
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