Peña Nieto, el nuevo “fiel de la balanza”
Roberto Vizcaíno viernes 2, Dic 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- De su decisión saldrán las candidaturas a diputados, senadores, gobernadores, etc.
- Con la precandidatura única le dieron también el poder interno
- Él determinará si deja o no a Moreira en el PRI
El elemento central del presidencialismo priísta fue lo que el entonces presidente José López Portillo definió como: el ejercicio del “fiel de la balanza”.
En esa frase se sintetizaba el poder y la enorme responsabilidad que tenían los mandatarios federales emanados del tricolor y que operaba en los espacios metaconstitucionales, es decir, más allá de la Constitución, es decir, más allá de la ley.
Y es que el poder detentado por los presidentes priístas fue tan grande, que definía no sólo la conducción del país, de la nación, sino el de miles y miles de destinos, futuros y vidas.
El Presidente de la República en turno era además el líder indiscutible, omnipresente, irrefutable del PRI y como tal de su voluntad y decisión dependían miles de candidaturas a todos los cargos imaginables: desde la de su sucesor, hasta la de los gobernadores, diputados federales, senadores, diputados locales y alcaldes.
En esa época, como partido hegemónico, sin instituciones ni reglas electorales como las de hoy, las candidaturas eran sólo un trámite para acceder a los cargos.
Dueño de todo, el Presidente en turno tenía bajo su control los mecanismos de legitimación y calificación de los procesos electorales. Con un sistema así, lo importante era lograr que el Presidente diera la orden al líder del PRI del momento, para que tal o cual personaje fuese nominado para alguno de los cargos en juego.
Por supuesto, este reparto de candidaturas y cargos van de la mano con los enormes presupuestos que se ejercen desde cada uno de esos puestos.
De ahí, que en aquella época nadie intentaba corregir ni cuestionar al Presidente.
Se suponía que al arribo de un Presidente de otro partido este sistema desaparecería para dar curso a un nuevo sistema, donde el reparto del poder a través del acceso a las candidaturas fuese distinto.
Pero no. Fox y Calderón reprodujeron fiel y literalmente el sistema del presidencialismo priísta.
Claro que las nuevas reglas e instituciones electorales han agotado el uso de estos viejos métodos.
Se ha dado el caso de que los mandatarios panistas, sin la experiencia de los priístas, tampoco han podido sacar adelante a sus gallos.
Ahí tenemos el caso de Fox, quien no pudo sacar adelante a su delfín presidencial, que era abiertamente Santiago Creel. En aquella contienda interna de hace 6 años se le coló Felipe Calderón, quien rebasó al ex secretario de Gobernación. Fox no tuvo más que apoyar luego al michoacano en un grado tal que por poco le anulan la elección.
Calderón, por su parte, anda entrampadísimo con sus posibles sucesores panistas, quienes le plantean en estos momentos más un escenario de ruptura que de triunfo.
De nada ha valido que Calderón se haya apoderado de todos los órganos del PAN, porque los tres aspirantes corren libremente fuera de sus dictados.
DUEÑO DE TODO: A diferencia del desastre blanquiazul, con la experiencia de dos derrotas presidenciales a cuestas, los priístas se mueven rápidamente para girar alrededor de su nuevo eje de poder, el de su candidato presidencial, Enrique Peña Nieto.
Al alzarse como precandidato único del PRI a la Presidencia de la República, poseedor de las preferencias ciudadanas más altas, Peña es hoy el personaje con las mayores posibilidades de llegar a Los Pinos dentro de un año.
Y eso tiene una connotación irrefutable y tremendamente riesgosa dentro del tricolor. Como tal, hoy Peña Nieto comienza a ser “el fiel de la balanza” dentro de su partido, y todos ahí esperan que de su palomeo salgan en las próximas semanas las listas de candidatos a diputados federales -de mayoría y pluris-, y por supuesto al parejo de eso, todos igualmente esperan que él diga quién será el coordinador de la bancada tricolor en la siguiente legislatura en San Lázaro, y los presidentes y secretarios de las comisiones más importantes en la próxima Cámara.
Los mismo esperan haga en relación al Senado… y para la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Ni qué decir que hay ya una larga cola de aspirantes para las candidaturas a delegados capitalinos, y otra más para las gubernaturas de Guanajuato, Jalisco y Morelos que se realizarán el mismo día de la presidencial.
También esperan que de su decisión salga el o la candidata del tricolor al gobierno del DF.
Pero no sólo eso depende ya de su decisión, sino que hay otra cauda de cargos y posiciones que se supone él deberá definir pronto.
Desde quienes podrían participar en su gabinete, y quienes serían los segundos de esos cargos -desde subsecretarios, directores generales, directores de paraestatales, de organismos descentralizados- , y los de tercer nivel, y cuarto y…
Y quienes podrían ir como embajadores, cuando menos, a los países que son los socios más importantes de México como Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Canadá, Francia, España, Italia, Japón, Corea, China, etc.
En fin, que este nuevo “fiel de la balanza” del poder político y quizá pronto gubernamental en México, comienza a ser el responsable de miles de vidas y sus futuros.
Eso, sin contar con que el resto de los 110 millones de mexicanos también podríamos depender de sus decisiones a partir del 1 de diciembre de 2012.
EL PRIMERO: Pero la vida y sus circunstancias indican que antes de que Peña Nieto pueda decidir todo eso, se deberá de enfrentar a un asunto, una decisión perentoria: ¿echa o no a Humberto Moreira del PRI?
La cuestión es que la campaña de lodo que desde el gobierno de Calderón y desde del PAN se ejerce sobre el ahora ex mandatario coahuilense, le empieza a llenar de piedritas la bolsa al mexiquense, quien en cada entrevista, cada acto, cada paso que da como candidato presidencial del PRI se encuentra con la pregunta de si va o no a mantener a Moreira como dirigente del PRI.
En los meses anteriores, Peña respondía que él y las bases tricolores apoyaban totalmente al presidente de su partido.
Pero el mensaje cambió esta semana. Y anteayer en el programa de Pepe Cárdenas, frente a la misma pregunta, Peña respondió que sin duda Moreira había sufrido ya un fuerte desgaste y que el asunto de los documentos falsificados para obtener parte de la deuda de Coahuila, era un asunto que no se podía pasar por alto. “Eso es indefendible”, indicó.
“Evidentemente, (Moreira) tendrá que tomar una decisión, y, bueno, el priismo está a la espera de lo que él defina sobre ese tema… he señalado que, efectivamente, el presidente del partido tiene que asumir una posición personal frente a todas estas descalificaciones, el escenario que se vivió en su estado. Me parece que no todo tiene sustento”.
El discurso de Peña cambió. Y eso supone que Moreira, quien viene repitiendo que en sus planes no está el de renunciar a la dirigencia del PRI, quizá tenga que hacerlo.
Ayer, durante el acto en que Rubén Moreira asumió la gubernatura de Coahuila, Peña Nieto pidió reconocer que Humberto Moreira ha sido un dirigente priísta ganador, que ha llevado al triunfo a su partido en las últimas 4 elecciones.
Peeero… “evidentemente hay una necesidad de hacer una ponderación ante esta circunstancia (la de la deuda de Coahuila y los documentos falsificados) y creo que esto pudiera ocurrir en los próximos días”, agregó el mexiquense.
Peña Nieto está así ante la primera de sus grandes decisiones como “fiel de la balanza” de esta etapa del PRI. Hoy muchos son los ojos que siguen sus pasos para ver cómo va a resolver este dilema. De lo que haga con Moreira, dicen, definirá una línea de conducta para el futuro.
Hay quienes se atreven a pronosticar que sacará a Moreira de la dirigencia del PRI, pero será cuando él quiera y no Calderón o el PAN… y que además lo sacará no para castigarlo, sino para protegerlo y eso significa que el coahuilense va como candidato a senador, o a alguna de las áreas importantes de campaña presidencial, quizá a operar todo el sector de la educación.
Lo importante aquí no es ya el destino de Moreira, sino la forma en cómo va a manejar su salida Peña Nieto.