La historia se repite
¬ Augusto Corro miércoles 30, Nov 2011Punto por punto
Augusto Corro
Un padre atribulado que buscaba a su hijo, secuestrado por policías, fue asesinado antier en Hermosillo, Sonora. Nos referimos a Nepomuceno Moreno Muñoz, de 56 años, quien estaba empeñado en exigir justicia.
En julio del 2010 su hijo, Jorge Mario Moreno León, de 18 años, fue perseguido, detenido y desaparecido por los representantes de la ley.
Desde entonces empezó el viacrucis de un padre en busca de su vástago.
Participaba en el Movimiento por la Paz que encabeza el poeta Javier Sicilia. Con el valor y la franqueza de los sonorenses, Moreno Muñoz expuso ante las autoridades el caso de su hijo.
Hace dos meses, en una entrevista telefónica, el sonorense denunció que lo habían amenazado con matarlo por el activismo que mantenía para encontrar a su familiar.
Según testigos, los hechos ocurrieron el lunes a las 13.15 horas, cuando Moreno Muñoz conducía una camioneta Chevrolet 1997, color azul, sobre la calle Ignacio Pesqueira, y al llegar a la esquina de Reforma se detuvo en un semáforo, donde fue agredido por los asesinos.
El poeta Sicilia responsabiliza al gobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías, del asesinato del mencionado activista.
Dijo textualmente:
“Yo responsabilizo al gobernador (Padrés) de la muerte de este hombre que ha sido un gran hombre, es un ejemplo para la nación y los responsabilizo por su familia, la familia está aterrada y tiene temor”.
En diciembre del 2010, la activista Marisela Ortiz Escobedo fue asesinada cuando protestaba pacíficamente frente a Palacio de Gobierno, en Chihuahua.
Marisela exigía justicia por el asesinato de su hija Rubí. El homicida confeso, Sergio Barraza Bocanegra, fue detenido y liberado por las autoridades.
En febrero de 2011, Leopoldo Valenzuela Escobar, de 80 años, fue acribillado a tiros en Durango. También había denunciado el secuestro de su hijo Leo. Además, localizó el sitio donde se encontraba el plagiado y así lo informó a las autoridades que se negaron a escuchar las peticiones de ayuda del padre.
No sabemos cuántas historias se repiten con el mismo argumento de crímenes sin solución, en un país donde predomina la ley de la selva con sus ingredientes de corrupción e impunidad.
¿MAS BECARIOS?
En un discurso contradictorio, de esos para salir del paso, Felipe Calderón Hinojosa, en un juego de palabras dijo que en México hay empeño porque haya más becarios y menos sicarios.
Explicó que “un joven que estudia es un joven que estará alejado de las bandas y de las drogas. Por eso impulsamos que en México haya cada día más becarios y menos sicarios, que haya oportunidades sociales en el campo y en la ciudad que permitan reconstruir un tejido social largamente erosionado por falta de condiciones de justicia en el país”.
La pregunta obligada a las autoridades y al propio FCH o a las autoridades responsables de la educación pública: ¿Qué hacen para alejar a los jóvenes de los grupos delincuenciales? La respuesta es: Nada o muy poco.
Para empezar, ocho millones de jóvenes ni trabajan ni estudian, los denominados “ninis” que esperan pacientes, me imagino, la oportunidad de crecer como ciudadanos con sus derechos y obligaciones.
Pero la falta de escuelas de educación superior y empleos no se vislumbra en un futuro mejor para esa parte muy importante de la sociedad.
Por ejemplo, según declaraciones de las autoridades, en el estado de Guerrero de diez personas que integran una banda criminal, tres son menores de edad y los otros seis no rebasan los veinticinco años.
Lo anterior representa un fenómeno alarmante, porque los menores y jóvenes son los más comprometidos con la delincuencia, en la que encuentran algo de seducción y, lo más importante, una opción ante la falta de oportunidades.
¿Dónde están los problemas sociales para rescatar a los ninis y convertirlos en becarios? ¿Cómo terminar con ese ocio involuntario de los “ninis”?
Por eso cuando escuchamos los discursos huecos, nos preguntamos que si se busca que haya más becarios que sicarios, por qué no se incrementan los presupuestos económicos para las universidades, que cada año tienen que rechazar a miles de estudiantes, porque ya no hay espacios para la educación.
¿Dónde están los programas sociales para impulsar a los jóvenes desde la adolescencia? No hay o si estos existen deben estar muy escondidos. Lo que tenemos a la vista son menores de edad convertidos en sicarios. El Ponchis es un ejemplo.
Para los jóvenes, la delincuencia se ha convertido, poco a poco, en su única opción, debido a la falta de oportunidades.
Los discursos FCH se encuentran muy lejos de la realidad que flagela a millones de jóvenes, que, como señalamos arriba, no saben qué les deparará el destino.