El voto duro
¬ José Antonio López Sosa jueves 24, Nov 2011Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Playa del Carmen, Quintana Roo.- En agosto del 2005 publiqué un artículo con este nombre; han pasado 6 años y el problema sigue siendo el mismo, sectores de la población que votan de forma irracional: “Uno de los factores más negativos en la incipiente democracia mexicana, es que lo llaman coloquialmente voto duro. El significado de esta frase, es el sufragio emitido por alguna razón en específico que es siempre -y no debería ser- más fuerte que la voluntad personal o razonada sobre elegir a tal o cuál persona, a tal o cuál partido.
Dentro de los cánones que nos marca una democracia, que en su propio origen etimológico (δημοκρατία) significa el poder en manos del pueblo, nos da a entender que todos tenemos participación de alguna manera en el poder político y el régimen gubernamental. Ahora bien, constitucionalmente en nuestro país, el artículo 39 señala: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”. El principio que marca el sentido democrático, con respecto a la participación política de los ciudadanos para elegir a quienes nos representan está plasmado en el artículo 41: “La renovación de los poderes Legislativo y Ejecutivo se realizará mediante elecciones libres, auténticas y periódicas”. Con estas citas textuales, entendemos que el poder reside -supuestamente- en nosotros como población y que tenemos la libertad de elegir a los gobernantes que estén sujetos al principio del sufragio efectivo.
Tras explicar lo anterior, tenemos entonces como individuos, como ciudadanos mexicanos una gran responsabilidad al tomar una postura en las boletas electorales por tal cuál candidato, debemos -o debiéramos- hacer un análisis exhaustivo para determinar quién o quiénes son nuestra mejor opción, no hace falta ser docto en la ciencia política o en sociología para que entre un análisis sencillo y el sentido común, podamos encauzar el sentido de nuestro voto. Ahora bien, todo este ejercicio de análisis y todo el espíritu constitucional de la dimanación de la soberanía nacional en los ciudadanos, desaparece en términos reales con la aparición -desde hace muchos años- y el ejercicio del voto duro.
Votar por votar, votar por una despensa, votar por un beneficio personal (grande o pequeño), votar por un compromiso, votar por costumbre, votar por amistad, votar por un saco de concreto, votar por obligación; son estos algunos ejemplos de las causales del voto duro, esta tendencia por tal o cuál partido que no se modifica ni se analiza, simplemente se sabe (incluso antes de la llegada del candidato y de las propuestas) que se votará por tal o cuál partido.
El voto duro nos lleva a una democracia de facto, ¿de qué me sirve darles el derecho de elegir, si un tanto por ciento no tiene en realidad la libertad de hacerlo? No creo que el ejercicio de la CTM, por ejemplo, de tener la obligación moral de votar por el PRI, sea un alimentador al sistema democrático nacional. El voto duro es símbolo del autoritarismo en su máxima expresión, de la virtual compra de conciencias y de uno de los ejercicios antidemocráticos más grandes que existen el día de hoy, no sólo en el gobierno, lo existe también en sindicatos, mutualistas, comunidades autónomas y grupos de poder.
El voto duro existe en todos los partidos y en todas las elecciones, en la medida que restemos esta tendencia como sociedad (algo difícil de hacer), tendremos un ejercicio de verdadera democracia, cuando menos en el rubro que corresponde al ascenso al poder. La desaparición del voto duro es una de las pocas alternativas para consolidar la democracia en nuestro país”. ¿Ha cambiado algo en 2011?
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