¿Manlio hoy, como Camacho en 1994-95?
Roberto Vizcaíno lunes 21, Nov 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Al inicio de este sexenio, Beltrones estaba muy por encima de Peña Nieto
- El mexiquense surge como el puntero, desde una situación de desastre total
- Dicen que Manlio, enojado, renunciaría esta semana, sin reconocer a Peña
La interrogante corre hoy por los pasillos del priísmo y del análisis político: ¿Manlio Fabio Beltrones optó por la ruptura?, ¿Es el sonorense el Manuel Camacho de esta sucesión presidencial?
Ante la duda, hay quienes dicen que no, que su juego es para obtener el mayor beneficio posible en una ineludible negociación con Enrique Peña Nieto. Otros aseguran, sin embargo, que ya estiró demasiado la liga, y que su circunstancia ha rebasado a la negociación para ubicarse fuera del juego.
Manlio, advierten, está replicando hoy lo que ocurrió con Manuel Camacho a fines de 1993, cuando en lugar de sumarse a la postulación de Colosio, hizo rabieta y se perfiló hacia una nueva fractura dentro del PRI.
Carlos Salinas logró entonces mantenerlo dentro de su equipo al convertirlo en secretario de Relaciones Exteriores y luego como negociador del conflicto zapatista. Pero fue hasta el 20 o 21 de marzo de 1994 que en un encuentro con Colosio, Camacho aceptó no interferir más en la candidatura del priísta.
El miércoles 23 de ese mes, ocurrió lo que nadie -más que quienes lo planearon y ejecutaron-, pensaba: asesinaron a Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, Tijuana.
El sucesor natural del sonorense debió haber sido Manuel, pero no lo fue, su actitud de no reconocer al sonorense como candidato presidencial del PRI aquel domingo 28 de noviembre de 1993, lo había anulado para ser su sustituto. El que subió fue Ernesto Zedillo.
Hundido en el rechazo de los priístas, en el descrédito ante los ciudadanos y marcado por la duda respecto de su posible participación en la muerte de Colosio, Camacho renunció finalmente al PRI y ha vivido desde entonces aspirando e intentando afanosamente regresar a los primeros planos de la política y del poder.
MANLIO Y PEÑA: Al inicio del sexenio de Felipe Calderón, en diciembre de 2006, Manlio Fabio Beltrones arrancó hacia la presidencial de 2012 en mejor posición que Enrique Peña Nieto.
Por esas fechas destacaba el sonorense, quien venía de ser el coordinador de la campaña de Roberto Madrazo y de haber recuperado su carrera política, al pasar de dirigente de la CNOP a una posición relevante en la Cámara de Diputados.
Llegaba en septiembre de 2006 al Senado de la República como coordinador de la fracción del PRI, luego de ganarle a la buena esa posición a Francisco Labastida.
Ex subsecretario de Gobernación, ex gobernador de Sonora, Beltrones no desaprovechó la oportunidad que le brindó la grave crisis postelectoral de julio de 2006. En medio del antagonismo, casi guerra entre lopezobradoristas y calderonistas dentro del Congreso y fuera de él, Manlio se consolidó rápidamente como “el líder” de la Cámara alta, y propuso una iniciativa de Ley de Reforma del Estado.
Se movió, negoció y convirtió su mesa en el único espacio donde se podían sentar todos a proyectar el futuro del país, incluidos obviamente los enemigos: PRD-PT-Convergencia con el PAN. Fue además el gran interlocutor frente a Calderón. Beltrones llevó a los suyos a validar, legitimar y hacer posible la toma del michoacano el 1 de diciembre de 2006.
Y sus reformas avanzaron.
En ese tiempo, Peña Nieto era ya gobernador. Pero antes de lograrlo había tenido que jugar duro.
Hacia fines de 2004, luego de formar parte de los “Golden Boys”, un grupo de jóvenes políticos que formaban parte del equipo del gobernador mexiquense Arturo Montiel, sorprendió al imponer su candidatura dejando atrás al aguerrido Isidro Pastor y al muy rico industrial Carlos Hank, hijo del “Profesor”, así como a otros de la cohesionada estructura de políticos mexiquenses.
Llegó así a la campaña en 2005 cuando su jefe, Arturo Montiel, se destapaba como aspirante para competirle, junto con otros gobernadores y dirigentes del PRI, la candidatura presidencial del tricolor a Roberto Madrazo.
En medio de los pleitos del Tucom y de la contienda contra la lopezobradorista Yeidckol Polevnsky y el pri-panista Rubén Mendoza Ayala, Peña Nieto ganó 2 a 1 la gubernatura.
Montiel le entregó el poder el 15 de septiembre de 2005 y 6 y medio meses después, en marzo de 2006, Peña Nieto sufrió el primer gran golpe: de las 125 alcaldías mexiquenses el PRI se quedó con 55, mientras el PRD se llevó 36 y el PAN 27, y de 45 diputaciones locales el tricolor se quedó con 19, mientras el PRD sumaba 17 y el PAN 9.
Con sus 55 alcaldías -en su mayoría rurales-, el PRI gobernaba apenas a 2.5 millones de los 15 millones de habitantes del Estado de México, mientras que el PRD gobernaba cerca de 7 millones, las más populosas y ricas como Ecatepec, Neza, Chalco, etc., y el PAN lo hacía sobre los 6 millones de habitantes en Naucalpan, Tlalnepantla y ese corredor.
No se reponía de ese descalabro, cuando casi 4 meses después, en julio de 2006, de 40 diputaciones federales, el PRI mexiquense se quedó con 7, mientras el PRD sumaba 21 y el PAN 12, y de las 4 senadurías perdía todas, al quedarse el PAN con 2 y el PRD con otras 2.
En ese momento, Enrique Peña Nieto era un gobernador de membrete. Si sus opositores del PAN y PRD se hubieran unido, lo habrían quitado.
En ese contexto, Peña Nieto arrancaba en julio de 2006 en el peor de los mundos posibles, para competir por la candidatura presidencial del PRI en 2012.
Vino 2007 y 2008 y las reformas se le comenzaron a empantanar a Beltrones. En el Estado de México, Peña Nieto sacaba adelante los primeros de los 608 compromisos que había hecho con sus electores durante su campaña.
Puso a Ricardo Aguilar Castillo al frente del PRI y echó a andar obras, al tiempo que comenzó a darle espacio a los huérfanos y desahuciados del PRI. Ex gobernadores, ex senadores, ex alcaldes, ex diputados fueron distribuidos por Peña por todo su estado y por el país entero, como delegados, como asesores, como sus ojos, voz y manos por todo el territorio nacional.
En enero de 2007 se muere su esposa. Peña sortea no sólo la pérdida sino las dudas. Y comienza a meterse a los medios.
En 2009 el mexiquense da el campanazo: de las 125 presidencias municipales. El PRI, conducido por Aguilar Castillo -hoy secretario de Organización del CEN del PRI-, gana 97 y de las 45 diputaciones locales se queda con 40. Con ello, hoy el tricolor mexiquense gobierna sobre 13 millones de habitantes, mientras el PAN lo hace sobre 550 mil y el PRD ante quizá unos 600 mil, además de recuperar la mayoría absoluta en el Congreso local.
El golpe lo redondeó, al ganar además 38 de las 40 diputaciones federales y dejarle tan sólo 2 al PAN y nada al PRD.
Por aquel tiempo, Peña sostenía una relación con Angélica Rivera, una muy conocida y popular artista -con quien luego se casó-, y comenzaba a impulsar foros internacionales a los que asistieron personajes conocidos en el mundo y varios premios Nobel. Fue al Vaticano y visitó Europa y Estados Unidos.
Peña Nieto comenzó a puntear en las encuestas. Beltrones no pintaba mal, pero no avanzaba. Ambos aprovecharon que en 2010 hubo elecciones a 12 gubernaturas, para acudir a darles su apoyo a los candidatos de su partido y promocionarse. Pero entonces ya se veía que el mexiquense era quien jalaba más. Beltrones no se quedó atrás, y comenzó a ir a encuentros con universitarios y a centros patronales. Le fue bien, pero no subió en las encuestas.
Este año Peña dio varios pasos: apoyó el ascenso de Humberto Moreira a la presidencia del PRI y promovió la candidatura de Eruviel Ávila, y éste ganó contundentemente a sus adversarios, y a una embestida muy importante desde el gobierno federal y de Andrés Manuel López Obrador. Ahí se consolidó Peña Nieto. Entregó el poder como quería a Eruviel y se convirtió en aspirante libre. Luego participó junto a Beltrones en tres foros del PRI para integrar la plataforma electoral presidencial.
Hoy, al inicio formal de la contienda interna del PRI, entre tricolores consultados, Peña Nieto suma entre 70 y 80 puntos más que Beltrones.
Frente a todo esto, hay indicios y versiones de que el sonorense se retirará enojado y sin reconocer a Peña, como Camacho lo hizo con Colosio en 1994.
Quienes lo conocemos, sabemos que Beltrones tiene la mayor de las experiencias. Por eso, dudamos de lo que dicen va a hacer, porque entendemos que el sonorense no es hombre de arranques sino de razones, uno de los muy pocos hombres de Estado en México, y porque sabemos que sabe que hoy todo es incierto, y él se habría quedado al margen si algo pasa, o no pasa, como ocurrió con Camacho.