Desastre total
Augusto Corro miércoles 16, Nov 2011Punto por punto
Augusto Corro
En Michoacán perdieron Felipe Calderón Hinojosa y el perredismo rancio de Los Cárdenas. El federalismo panista, a pesar de sus abundantes recursos no logró posicionar a su candidata Luisa María Calderón, primera hermana de México.
Por otra parte, no fue suficiente la imagen de Cuauhtémoc Cárdenas para influir en el electorado para que votara por el aspirante del perredismo tardío, Silvano Aureoles.
El triunfador absoluto de la contienda electoral resultó el priísta Fausto Vallejo, un hombre serio, con la experiencia política suficiente para hacer un papel decoroso como gobernador.
Desde luego, la experiencia de las elecciones estatales en la tierra de Tata Lázaro resultaron más que aleccionadoras. Como señalamos, la obsesión de FCH para que su hermana Luisa María fuera la vencedora, lo llevó a actuar sin recato alguno con toda clase de apoyos ilegales que los priístas tienen documentados. Esas “ayudas” se tradujeron en más recursos hacia diferentes áreas económicas o sociales de esa entidad de manera directa, es decir, sin tomar en cuenta al gobierno del menospreciado Leonel Godoy, es decir, como si este no existiera.
El propio gobernador perredista se quejó en innumerables ocasiones porque no era tomado en cuenta por el gobierno federal panista, cuando se trataba de llevar beneficios a las localidades michoacanas, en actos abiertos u ocultos en los que, coincidentemente, aparecía el nombre de Luisa María. Se trataba, a todas luces, de acciones preelectorales fuera de la ley, de hechos premeditados y alevosos.
Dichos actos se multiplicaron desde que la hermana de FCH y el propio mandatario decidieron participar en la contienda electoral estatal, a pesar de que ambos sabían, perfectamente, que su derrota estaba más que anunciada, como lo explicamos ayer. Sin embargo, el poder enceguecedor no midió los límites de la ambición política.
A la fuerza federal panista se unieron los encuestadores, esa plaga de menesterosos, que hace meses dio como ganadora de la justa electoral a Luisa María.
Sin recato alguno, FCH intentó poner en juego aquella figura política de los poderosos, cada vez en mayor desuso, denominada nepotismo. No le funcionó. Aunque le dejó una amarga experiencia que le recordó su otra derrota, aquella en la que también, como ahora su hermana, perdió en la contienda electoral por la gubernatura ante el priísta Víctor Manuel Tinoco Rubí.
Y si como dicen los conocedores, las elecciones en Michoacán hicieron las veces de laboratorio para las presidenciales del 2012, la situación se pone color de hormiga para los panistas, como se dice coloquialmente; pues sin obstáculo al frente el Partido Revolucionario Institucional estará en condiciones de regresar a Los Pinos.
La historia de las derrotas electorales es conocida al detalle por los panistas. En Michoacán los azules pretendieron engañar al electorado con promesas falsas e infundadas, porque carecían de ofertas.
¿Cómo ofrecer tranquilidad y paz a una sociedad que vive aterrorizada por el crimen organizado desde el principio del presente sexenio calderonista?
Si a nivel nacional, las autoridades federales no han podido derrotar a la narcodelincuencia, ¿cómo iban a lograrlo en una entidad donde predominan grupos tan peligrosos como La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios o Los Zetas?
Era iluso pensar que el clan Calderón podría remediar los males que impiden que la sociedad michoacana viva en armonía. Cuando la política se convierte en capricho de los poderosos, los resultados de esas actitudes no siempre son las esperadas. Michoacán es el mejor ejemplo.
“Haiga sido como haiga sido”, Fausto Vallejo le dio una lección al clan de los Calderón y cualquier impugnación al triunfo del priísta sonará a resentimiento, venganza o envidia. Decir que el narco intervino en las elecciones michoacanas es una desfachatez, porque el día de los comicios, el despliegue de la fuerza pública fue gigantesco, precisamente, para cuidar el orden y evitar anomalías que después se prestaran a quejas o protestas de los interesados en la justa electoral.
El otro gran perdedor de los mencionados comicios fue el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que presenció cómo se hicieron añicos sus promesas de su candidato: el aspirante a la gubernatura, Silvano Aureoles Conejo, enemistado con el tibio gobernador Leonel Godoy, alcanzó el tercer lugar en la competencia.
Esa derrota fue varias veces más dolorosa, porque Michoacán representa o representaba la cuna del cardenismo, esa izquierda comodina que funciona muy adecuadamente a los intereses de los políticos que como el propio Cuauhtémoc Cárdenas lo refleja, siempre se encuentran en actitud de veletas, para moverse hacia donde el viento los empuja.
Sin embargo, Michoacán se suma a la cadena de entidades que perdió el perredismo como Zacatecas y Baja California Sur.
Las ambiciones personales que derivan en pleitos internos, sin tregua alguna, tienen al partido del sol azteca rumbo al precipicio político. En la tierra de Tata Cárdenas se esperaba que los amarillos dieran una pelea más digna frente a los panistas que retaban, ofensivamente, a todos sus adversarios políticos. Se sentían los ganadores. No en balde el apoyo desde la Presidencia de la República.
Pero ni siquiera el caballerango de Los Cárdenas, Leonel Godoy, mostró el empeño necesario para que su partido participara decorosamente en las elecciones multimencionadas. Además de que la cola familiar que arrastra, no le permitía un manejo político amplio.
Como se recordará, su hermano Julio César, congresista perredista, es ahora prófugo de la justicia debido a su vinculación con el cártel de La Familia Michoacana.
Ahora sólo tenemos que esperar los resultados finales sobre quiénes gobernarán en las alcaldías y el número de diputados por cada partido. Y como se dice popularmente, en Michoacán el arroz ya se coció: Para Calderón y su partido los resultados son un desastre. Lo mismo le ocurrió a Cuauhtémoc Cárdenas y a sus hordas. Ya se esperaba.