Nueva crisis de seguridad ¿otra?
¬ Augusto Corro miércoles 2, Nov 2011Punto por punto
Augusto Corro
Una nueva crisis de seguridad amenaza a México. Debe entenderse que habrá más baños de sangre, secuestros y todos los delitos derivados de la incapacidad de las autoridades para enfrentar al crimen organizado.
Desde la fecha aquella que se declaró la guerra a la narcodelincuencia, el terror y la muerte se expanden diariamente por el territorio nacional. Así lo reflejan los hechos sangrientos en los que murieron más de cincuenta mil personas, diez mil desaparecidos y un tejido social hecho trizas.
Bueno, pues a esa tragedia nacional que afecta profundamente a la sociedad mexicana, se sumarán más actos delincuenciales, porque, entre otras razones, “no hay posibilidad de reducir los índices de criminalidad en México si no existe una policía confiable”.
Esta opinión fue externada por Felipe Calderón Hinojosa (FCH) durante una confrontación que sostuvo con gobernadores, en la 31 sesión del Consejo Nacional de Seguridad, en una más de esas reuniones en las que no se avanza en la guerra contra la delincuencia.
Textualmente, FCH advirtió:
“Viene una crisis en materia de seguridad, porque la dinámica delincuencial tiene otro ritmo. Ahí sí ha habido un cambio de paradigma brutal que quizá no hemos asumido todavía; la criminalidad cambió, se hizo mucho más violenta, mucho más agresiva y copó a los municipios y a muchas entidades”.
Pues sí, eso nadie lo niega. Desafortunadamente, FCH se precipitó en una guerra contra el enemigo, sin contar con el elemento humano capacitado para pensar en la victoria. Su estrategia, con un elevado índice de improvisación, lo llevó a utilizar a las fuerzas armadas para cumplir una misión que no les corresponde llevar a cabo.
Las policías de los tres niveles: federal, estatal y municipal no pudieron ponerse a la altura de las circunstancias.
A esa lucha de grandes dimensiones, el gobierno federal panista no contó con la participación de representantes de la ley confiables. Es decir, el zorro siempre ha estado en el gallinero.
Ahora, FCH se pone exigente con los gobernadores para que estos realicen los ajustes necesarios para tener organizaciones policiales confiables.
Los propios mandatarios estatales se inconformaron, porque no se puede, de la noche a la mañana, conseguir honestidad y confianza en los cuerpos de policía, porque esas virtudes o cualidades de honorabilidad no se venden en las farmacias.
Tendrán que pasar muchos años para que las policías sean confiables, como lo plantea FCH. Por lo pronto, no queda más remedio que aceptar con resignación las advertencias de que están por venir tiempos peores en materia de seguridad. Y queda claro que la estrategia fallida contra el crimen organizado seguirá vigente.
PROBLEMA SOCIAL
Los índices de pobreza en México están por encima del promedio de América Latina. Lo anterior se conoció en el Encuentro Empresarial 2011, organizado por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).
En esa reunión, Bernardo Kliksberg, asesor de la Dirección de Políticas de Desarrollo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), manifestó:
“Está comprobado científicamente que la base social de apoyo del narcotráfico está en los jóvenes expulsados del sistema. En cuanto cortemos realmente la exclusión social del sistema estaremos debilitando la posibilidad del narcotráfico de reclutar jóvenes”.
También explicó que la pelea contra el narcotráfico se debe dar en todas las áreas al mismo tiempo: jurídica, legal, policial, etc., pero siempre con miras a profundizar la inclusión social.
No es la primera vez que se habla de los sectores pobres donde los cárteles de la droga reclutan a jóvenes sicarios, secuestradores, extorsionadores, etc. Claro, también se incluye a los menores de edad, que deslumbrados por el dinero son presa fácil de sujetos sin escrúpulos.
El representante de la ONU reconfirmó lo que todos sabemos. La falta de una política social integral tiene a siete millones de jóvenes mexicanos en el limbo social. Son los denominados “ninis”, que ni trabajan ni estudian porque no tienen las posibilidades de realizar lo primero o lo segundo.
Sin entrar en análisis profundos, los “ninis” y millones de desempleados se encuentran voluntaria o involuntariamente en las garras del crimen organizado.
Esa inercia de la desocupación se agudiza cada vez más, sin que el gobierno federal panista encuentre alguna fórmula para detener el fenómeno social del desempleo, por el momento incontenible.
A los “ninis” y a los desempleados urbanos, se les suman aquellos millones de gente que habita en el campo mexicano, que desde hace muchos años viven en la pobreza total, amenazados por el hambre y por la violencia de los narcos.
Sin otras oportunidades, aceptan los códigos de la delincuencia. Qué es mejor: ¿morir alcanzado por una bala o perecer de hambre?
En esas condiciones, no es difícil manifestar que el narcotráfico encuentra la base social de apoyo en los jóvenes expulsados del sistema, como señalamos arriba.
Claro, del gobierno federal panista distraído en su guerra fallida contra la narcodelinculencia no mira hacia los sectores que claman a gritos una atención urgente que los salve de las crisis en las que se encuentran, como son las provocadas por el desempleo y la falta de oportunidades para ingresar a las escuelas de educación superior.
El Presupuesto de Egresos de la Federación para 2011 prevé beneficios mayúsculos para las dependencias que luchan contra la delincuencia; a los legisladores poco les interesa brindar mayores recursos económicos a las universidades. Ni hablar.