¿Le saldrá a Marcelo el “Plan B”?
Roberto Vizcaíno miércoles 2, Nov 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- El Frente Amplio de Fuerzas Progresistas es la alternativa para competir
- Ebrard quiere primero que las encuestas digan que él es el mejor frente a AMLO
- En enero negoció con Felipe Calderón la posibilidad de ir juntos en 2012
En medio de una crisis partidaria permanente, de combates cuerpo a cuerpo en todos los foros y escenarios que se desarrollan todos los días, las 24 horas, sin tregua alguna entre las muchas tribus perredistas, pero sobre todo ante la incredulidad general de que Andrés Manuel López Obrador vaya a reconocer los resultados de la encuesta si él no es el ganador, Marcelo Ebrard camina directo a lo que parece ser su inmolación política.
Con 52 años cumplidos y una carrera de casi 30 años en la administración pública y los más altos niveles de la política, con Manuel Camacho de asesor y padrino de cabecera, el jefe de gobierno no es lo que se pudiera decir “un tipo ingenuo”.
Sabe que de resultar él de mayor aceptación en las encuestas que se realizan por las empresas Nodo y la de Covarrubias en estos días, AMLO no le va a entregar MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) que afilia ya a casi 4 millones de mexicanos y que ha sido descrito por el tabasqueño como su equipo absolutamente personal de operación electoral para la presidencial de julio de 2012.
Resulta risible pensar que además se sumaría para apoyarlo en su campaña hacia la Presidencia de la República, cuando López Obrador se ha dedicado durante los últimos 5 años a recorrer el país y a construir este movimiento con la clara intención de tener representantes absolutamente fieles a él en todas las quizá 140 mil casillas que funcionarán en la elección a Presidente de la República del año que entra.
¿En verdad puede creer Ebrard (alguien aquí y en el exterior) que López Obrador le entregará todo eso… lo cual sepultaría la enorme ambición del tabasqueño por ser Presidente de México, ambición para la que vive?
Parece que no y quizá Marcelo Ebrard teje desde hace tiempo su “Plan B”, que sería el de irse por su lado con un Frente Amplio de Fuerzas Progresistas que tendría su base en lo que quedara del PRD luego de su inminente ruptura con López Obrador.
Egresado en 1984 de la licenciatura de Relaciones Internacionales de El Colegio de México y con 25 años de edad, Ebrard le entró de lleno a la política al lado de Manuel Camacho Solís, entonces como diputado federal.
Lo siguió en 1986 en la secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología desde donde operaron los trabajos de reconstrucción luego del terremoto del 19 de septiembre de 1985 y de donde pasaron al PRI para ser los coordinadores de la campaña de Carlos Salinas en 1988.
De ahí fueron al entonces Departamento del Distrito Federal para construir la candidatura presidencial de Camacho, lo cual no resultó al ganarles Luis Donaldo Colosio la nominación a fines de 1993, lo cual los lanzó a la Secretaría de Relaciones Exteriores y luego a ser los negociadores del gobierno con el EZLN en la primera mitad de 1994.
El repudio generado a su alrededor luego del asesinato de Colosio y el lanzamiento de Ernesto Zedillo como candidato sustituto los echó fuera del PRI hacia la aventura de intentar crear el Partido del Centro Democrático, que les demostró que esa no era la vía para ellos, hablamos de la dupla de siempre: Ebrard y Camacho.
Arrastrando su pasado salinista, y pese a las suspicacias y rechazos de Cuauhtémoc Cárdenas y los cercanos al ingeniero, los dos –Ebrard y Camacho- lograron incrustarse en el equipo de Andrés Manuel López Obrador quien apenas logró por décimas ganar la jefatura de gobierno del DF en el 2000.
Ebrard, descendiente de franceses y con aires de político-intelectual egresado de El Colegio de México, con una vida hasta entonces hecha en el pudiente barrio de Chimalistac, tuvo que aceptarle a López Obrador el cargo de jefe de la Policía capitalina.
Lo que se recuerda de su paso por ese cargo fue su pésima respuesta ante el linchamiento de 3 agentes federales en Tláhuac y su consecuente destitución por parte del presidente Fox.
Ya enfrentado con el Presidente, López Obrador tomó ese despido como una afrenta y, contra la evidente ineptitud de Ebrard ante los hechos de Tláhuac, lo designó como su secretario de Desarrollo Social para luego cataputarlo como candidato a jefe de gobierno. Ebrard cayó para arriba.
En aquel entonces López Obrador no tenía dudas de que él sería el siguiente Presidente de México y que con Ebrard en el gobierno capitalino harían el 1-2 en los principales cargos del país.
Pero AMLO perdió… y hoy Ebrard es su principal obstáculo para volver a competir.
¿En realidad Ebrard cree, le cree a AMLO que le dejará todo para que él, Marcelo sea el candidato de las izquierdas a la Presidencia de la República?
EL PLAN “B”: A lo largo de sus casi 30 años en el poder público y la política, siempre cubierto por Manuel Camacho, Ebrard ha tejido una importante red de relaciones.
Hoy las va a usar para construirse el Frente Amplio de Fuerzas Progresistas que lanzará y cubrirá su candidatura presidencial.
Este frente necesitaba de un elemento: la aprobación del presidente Felipe Calderón y la posible inclusión del PAN en ese conglomerado. Eso lo negoció Ebrard hacia fines de enero en Davos, Suiza, al amparo de su participación en el Foro Económico anual que se realiza en esa ciudad.
Ahí coincidieron Calderón y Ebrard y ahí negociaron, hasta donde se sabe, la posibilidad de ir juntos en caso de que las condiciones así lo propiciaran.
Meses después, Calderón les dijo a los panistas que habría que considerar una candidatura presidencial externa. La reacción fue absolutamente en contra. Pero el anuncio estaba adelantado.
Hoy la candidatura presidencial de un candidato de Acción Nacional corre peligro de no avanzar ni ser competitiva. Las encuestas indican que quien quiera que salga de entre Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero y Santiago Creel, quedará en tercer lugar en julio de 2012.
Mientras eso ocurre, poco a poco crece el posicionamiento de Andrés Manuel López Obrador. Es muy posible que Calderón tenga que operar y tomar decisiones para vencerlo de nuevo en 2012.
Y ese camino podría ser el de apoyar a Ebrard a través de la creación del Frente Amplio de Fuerzas Progresistas al que se uniría el PAN.
Así no habría forma de enfrentar un rechazo de grupos ni partidos de izquierda, porque no habría alianza o la negociación de una coalición electoral como ocurrió en las pasadas elecciones en Oaxaca, Sinaloa e Hidalgo, que tanta oposición provocaron.
Mientras tanto el jefe de gobierno del DF hace como que le cree a AMLO, para avanzar en el terreno donde irá contra López Obrador.
Para entender lo que hay debajo de sus intenciones, hay que acudir al escrito dado a conocer anteayer lunes por Marcelo Ebrard:
Dice el jefe de gobierno que desde hace 6 meses propuso “que la candidatura presidencial de las fuerzas progresistas fuera para el aspirante que estuviera mejor posicionado: para quien tuviera mayores posibilidades de conseguir el respaldo de la mayoría de los mexicanos. Que ésta se definiera por medio de debates y encuestas, para que la gente pueda informarse y formar su propio criterio”.
Por los sondeos previos, Marcelo sabe que está mejor posicionado que AMLO si se toma en cuenta a todos los mexicanos en edad de votar.
De ahí que casi está seguro que le ganará las preferencias de las encuestas en las que ahora juegan.
Es más, Ebrard agrega: “No estamos en tiempos donde se es candidato para llenar un espacio formal de los partidos políticos, o para ir a una candidatura testimonial”.
¿Qué significa esto? Que lo importante no es ser lanzado por uno o varios partidos, sino por una fuerza amplia ciudadana.
Y agrega: “Más importante que la candidatura misma, es construir una alternativa en la que todos los mexicanos podamos vivir mejor y ser felices… Las elecciones son el recurso democrático para el cambio, son la mejor forma de protesta y propuesta, son el camino para alcanzar el bienestar, la libertad.
“Yo aspiro a conseguir el apoyo de todos los mexicanos para ser presidente y que llevemos a la nación por una ruta más segura y justa. Requerimos de un programa amplio, progresista e incluyente y de un gobierno de coalición que haga factible corregir el rumbo y cambiar el régimen político”.
El Plan “B” está planteado. ¿Lo logrará Ebrard? Ya veremos.