Una recomendación tardía
¬ Augusto Corro viernes 28, Oct 2011Punto por punto
Augusto Corro
El ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva se reunió, el martes pasado, con líderes de la izquierda mexicana. Se trató de un encuentro importante por la condición del brasileño de ser uno de los líderes mundiales más importantes en este tiempo.
Debido a su excelente administración al frente de Brasil, este país trabaja para colocarse como la quinta mejor economía del mundo.
En el encuentro con los izquierdistas, el propio Lula habló de los logros al frente de su país, que lo tienen en los cuernos de la luna. Aplicó una política social que generó mejor distribución del ingreso y consiguió crear 16 millones de empleos durante ocho años.
Otro de sus méritos fue conducir a Brasil con paz y progreso. Fundamental para el desarrollo de cualquier nación. Si bien es cierto que la delincuencia tiene un papel importante, no en balde es uno de los países con un alto índice delincuencial, Lula actuó con inteligencia para no ser rebasado por el crimen.
Se puede llenar de elogios a Lula porque desde su origen humilde logró superar un sinnúmero de obstáculos en su vida política y después como gobernante de uno de los países con grandes riquezas naturales que aprovechó para catapultar a Brasil al lugar envidiable en que se encuentra.
Hablar de Lula y de Brasil llena de orgullo a los latinoamericanos. Ese triunfo de Lula en los diferentes órdenes de la vida política del brasileño, le permiten aconsejar, sugerir y analizar las condiciones en que se encuentran las diferentes organizaciones políticas de diferentes partes del globo terráqueo.
Y caemos en México, en la reunión del ex presidente brasileño con la izquierda mexicana que el domingo pasado protagonizó un nuevo escándalo, que se viene a sumar a una cadena de desatinos por la ambición del poder.
Los mexicanos iniciamos nuestros pasos rumbo a las elecciones presidenciales del 2012, con una izquierda casi pulverizada con partidos en vías de extinción. Parece que es una maldición el que los partidos de izquierda transiten por la ruta del divisionismo. La falta de consistencia en la unidad provocó, a lo largo de la historia política, el debilitamiento de las organizaciones izquierdistas.
En su encuentro privado con dirigentes del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el ex presidente Lula dijo que los partidos de izquierda deben unirse si aspiran a ganar la Presidencia de la República.
Interesante, pero tardía la recomendación del brasileño. Las organizaciones políticas mexicanas, principalmente el PRD, tiene como divisa las pugnas permanentes de sus hordas con sus dirigentes grupales desprestigiados al máximo, como el inefable René Bejarano “El Señor de las Ligas”.
Textualmente, Lula dijo: “Si quieren disputar (la Presidencia de la República) con el PAN o el PRI, vale la pena hacer un esfuerzo, un enorme sacrificio para unificar partidos de izquierda y construir una propuesta de gobierno para México, porque hay jóvenes que necesitan esperanza, dignidad y democracia”.
CIUDADES VIOLENTAS
Al término del presente año, 19 ciudades mexicanas se encontrarán en la lista de las comunidades más violentas del mundo. Lo anterior fue anunciado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, en voz de su presidente José Antonio Ortega Sánchez.
La noticia es aterradora, porque se trata de un reflejo real de que no funciona la estrategia contra la narcodelincuencia. Por ejemplo, Acapulco corre el riesgo de convertirse, como Juárez ahora, en la ciudad más violenta del mundo.
El mismo funcionario manifestó que de continuar los altos niveles de homicidios, secuestros, extorsiones y robos, la presencia de urbes mexicanas más violentas sería de 19. Explicó que “a las 13 ciudades que ingresaron en el ranking de las urbes más violentas del mundo en 2010, en 2011 muy probablemente se sumarán Monterrey (Nuevo León), San Luis Potosí (San Luis Potosí), Ciudad Victoria (Tamaulipas), Cancún (Quintana Roo), Morelia (Michoacán) y Veracruz (Veracruz).
Dijo que hay gobiernos estatales, como los de Tamaulipas, Guerrero y Veracruz que “están rasurando, ocultando, datos del número de homicidios, secuestros y de otros delitos de alto impacto, aun así siguen teniendo tasas muy altas de violencia homicida”.
Queda claro que las autoridades de los tres niveles federal, estatal y municipal se ven impotentes para detener el avance del crimen organizado. Todo México sabe que en algunas ciudades se perdió la tranquilidad hace mucho tiempo. Se convirtieron en verdaderos infiernos, en tierras sin ley, donde la vida vale menos que un cacahuate.
Monterrey, de ser una urbe progresista, se transformó en una cueva ciudad de delincuentes que tienen a raya a la sociedad. Todos los días hay balaceras. Su vida nocturna desapareció y la delincuencia crece cada día a pesar de la presencia de la fuerza pública. Ni las autoridades estatales ni municipales han podido contrarrestar la ola sangrienta.
En Acapulco la narcodelincuencia incrementó sus actividades considerablemente. El terror y el miedo llegaron al puerto y no hay sector de la sociedad que se encuentre libre de ellos. Los sicarios y los extorsionadores ampliaron el giro de sus actividades que alcanzaron al magisterio guerrerense. Los maestros son amenazados de muerte si se oponen a pagar cuotas a los hampones. El gobernador aliancista, Ángel Aguirre, no tiene la menor idea de cómo frenar la ola sangrienta de asesinatos y decapitaciones.
En Veracruz también se recrudecieron los actos violentos. Basta recordar que en octubre pasado se registraron cien muertos debido a las pugnas entre los cárteles de las drogas.
En resumen, entre las ciudades de México más violentas del mundo estarían Acapulco (Guerrero), Ciudad Juárez y Chihuahua (Chihuahua), Mazatlán y Culiacán (Sinaloa), Torreón (Coahuila), Monterrey (Nuevo León), Cuernavaca (Morelos), Tepic (Nayarit), Durango (Durango) San Luis Potosí (San Luis Potosí), Tijuana (Baja California), Matamoros, Nuevo Laredo y Ciudad Victoria (Tamaulipas), Cancún (Quintana Roo) y Tepic (Nayarit).