Carlos Salinas, en pleno regreso
Roberto Vizcaíno martes 25, Oct 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- El ex presidente viene por pelea y muestra una preparación suficiente para ir a fondo
- El primero en ser vapuleado por sus comentarios es el presidente Felipe Calderón
- Krauze, Meyer, Aguayo, Carmen Aristegui, Denise Dresser y Castañeda, sus objetivos
Sin duda, hay muchos que lo odian, que les enferma saber de él y otros que lo admiran, pero no se puede dejar de ver que en México y el mundo hay pocos personajes como Carlos Salinas.
¿Qué no se ha dicho de él?, ¿Qué no le han dicho a él?
Luego de leer, de escuchar las cosas que se le imputan, cualquiera pensaría que los medios informativos en este país lo menos que querrían sería publicar algún texto escrito por él.
Y sin embargo, ayer vimos cómo al menos 3 diarios –El Universal, Milenio y La Razón-, destacaron sus artículos alrededor de su quinto libro realizado como ex presidente de México, que bajo el título de “¿Qué hacer?… La alternativa ciudadana”, se estará vendiendo en todas las librerías del país durante los próximos días.
Pero además, si uno leyó estos artículos, se habrá dado cuenta que Salinas no es un hombre intimidado por su descrédito, sino un ex presidente que demuestra que regresó de lleno a México y que está dispuesto a la pelea.
Sus textos publicados en los 3 diarios demuestran que Salinas le pega por igual al presidente Felipe Calderón, que a su muy odiado enemigo Ernesto Zedillo, que a los amigos de éste y a un grupo de intelectuales, periodistas y una conductora de radio y TV.
A Calderón lo deshace al indicar que hoy México es una nación en riesgo… presa del temor y el desaliento, una nación asfixiada.
El título de su libro lo describe todo: ¿Qué hacer?… y advierte que para rescatar a este país de su desastre, tiene que actuar la ciudadanía.
Esto lo advierte en el texto publicado en El Universal, pero en el que publica Milenio, Salinas plantea que el caos mexicano reclama de los ciudadanos “pensar en acciones inéditas pero, si se pretende que resulten efectivas, es preciso fijar metas claras y factibles.
En cualquier caso, el camino que el país elija debe apuntar hacia dos objetivos esenciales: mantener la soberanía y promover la justicia social.
“Ante los riesgos que hoy enfrenta la República se hace urgente plantearse: ‘¿Qué hacer?’. Y responder implica la construcción de la fuerza necesaria para ir en pos de lo que se quiere alcanzar.
“Diferentes objetivos requieren de medios distintos y por esto la fuerza de que se trata tiene que ser en relación al terreno donde se da la lucha.
En el contexto interno, los rivales a enfrentar son los neoliberales, los neopopulistas y, claro está, los intelectuales que diseñan y sostienen los proyectos de ambos bandos.
“En el externo, los adversarios son el capital especulativo y su dinámica perversa: el control desde el extranjero del sistema de pagos del país y las constantes presiones que desde el exterior se ejercen sobre los energéticos mexicanos”. (negritas y subrayados nuestros)
Lo que plantea Salinas con toda claridad, es comenzar por identificar quiénes son los enemigos internos de México y los mexicanos: neoliberales, neopopulistas e intelectuales que les sirven a ambos grupos.
Y concluye: “Sí, la República está en riesgo”.
Lo cual no le debe gustar nada a Calderón, ¿no?
Pero para saber hacia dónde va, hay que leer el tercer texto de Salinas, el que publicó a dos planas La Razón bajo el título de: “Intelectuales orgánicos: un debate empobrecido”.
Este texto no tiene desperdicio. No sólo muestra Salinas una plenitud intelectual sin duda, sino una preparación académica que abruma.
En este artículo el ex presidente se va directo contra 6 personajes de los medios y de la academia: Enrique Krauze, Lorenzo Meyer, Sergio Aguayo, Jorge Castañeda Gutman, Carmen Aristegui y Denise Dresser.
No es la primera vez que los enfrenta, pero sí la ocasión más contundente de su opinión y denuncia contra ellos.
De Krauze señala:
“Enrique Krauze encabeza la lista de intelectuales orgánicos afines a los gobiernos neoliberales que han presidido el país durante los últimos sexenios. No obstante, hay que apuntar su clara inclinación a dejarse llevar por los vientos del gobierno en turno”.
Recuerda Salinas que cuando él era Presidente, Krauze no reparaba en elogios a su administración, pero apenas salió se fue tras de Zedillo.
“Gran cacique cultural, indigno heredero del legado intelectual de uno de los más notables hombres de letras del siglo XX mexicano (sin duda Salinas habla de Octavio Paz), Krauze, el historiador, ha convertido en método lo que en un principio fue una necesidad a la medida de su conveniencia: hacer de la historia una suma de anécdotas triviales, para enseguida “emborronar” o desvanecer la interpretación de los hechos y proponer un relato casi mitológico de los acontecimientos nacionales.
Para tratar de llenar las lagunas surgidas de su falta de rigor, con frecuencia recurre a fórmulas prefabricadas. Todo esto le permite, por lo demás, mudar de posición para acogerse al proyecto del poder en turno.
“La historia según Krauze” ha derivado en fruslerías y en tanteos epidérmicos, todo como resultado del escaso sustento de sus investigaciones y la débil comprensión de los hechos que pretende referir”, indica.
De Meyer comenta:
“Entre los intelectuales vinculados al neopopulismo, el otro polo simplificador de la discusión ideológica en el México actual, destaca Lorenzo Meyer.
En el ejercicio de sus derechos y libertades, y en buena hora, este investigador y periodista mexicano ha defendido de manera sistemática las ideas y las acciones, aun las más controvertidas desde una perspectiva social, de Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial del PRD derrotado en la elección de 2006.
“Sin embargo, nada ha escrito sobre la larga lista de torpezas y abusos que desde el poder ha cometido el político tabasqueño”.
De Aguayo señala y denuncia:
“¿Apóstol del intervencionismo, o empleado de las agencias de espionaje? También digno de análisis es el caso de Sergio Aguayo, académico, escritor y periodista que se presenta como observador independiente y objetivo de la vida nacional.
Durante la primera mitad de los noventa encabezó y alentó una interesante iniciativa política: Alianza Cívica. Sin embargo, sus intereses y opiniones le han ganado una peculiar caracterización, originalmente aparecida en la prensa: la de “Apóstol cultural” de una agencia extranjera.
Según se hizo público, Aguayo ha utilizado fondos de agencias internacionales y ha servido a los órganos de inteligencia de los gobiernos neoliberales mexicanos.
Además, desde la tribuna de la Cámara de Diputados se le ha señalado como agente de los Estados Unidos al servicio del Departamento de Estado de ese país, donde por lo demás ha recibido “apoyos” económicos de la Fundación Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy, NED), establecida en 1982 por Ronald Reagan y financiada con dineros públicos estadunidenses”.
De Castañeda precisa:
“A la lista de intelectuales cuyo discurso ha servido de apoyo a diversas posiciones intervencionistas que desde el extranjero voltean a ver a México hay que agregar el nombre de Jorge Castañeda Gutman.
El gobierno de Fox se pronunció a favor de la intervención de un ejército extranjero en Irak, un país productor de petróleo, con lo que sentó un precedente aciago para nuestra nación. Como miembro del gobierno foxista, Castañeda influyó de manera directa en la formulación de las posturas y acciones con los que ese gobierno comprometió la soberanía de la nación”.
De Aristegui apunta:
“No faltan los periodistas que sólo escriben por encargo o para cubrir sus propios intereses. Carmen Aristegui ejemplifica esta actitud. Sobre ella los propios periodistas han señalado su tendencia a “victimizarse”, así como su falta de rigor a la hora de comentar hechos y circunstancias que la involucran.
Aristegui ha sido señalada por sus pares, quienes reprueban su marcada propensión a denostar y, más precisamente, a ensuciar reputaciones. También se le ha denunciado por su falta de profesionalismo y ética. No pocos le han reprochado, por ejemplo, su actitud incondicional ante López Obrador. Incurre, según sus críticos, “en medias verdades y mentiras francas, finge objetividad, no es neutral, trata de imponer sus opiniones.”
Y de Dresser concluye:
“Denise Dresser es el prototipo del intelectual “ninguneador”. Bien se ha dicho que “satanizar al contrario para que la gente no tome en cuenta sus ideas es señal de impotencia intelectual y pérdida de control emocional”. Denunciada por “plagiaria y mentirosa”, como analista político Dresser ha resultado funcional a los intereses intervencionistas contra nuestro país.
En un artículo que publicó en Proceso en marzo de 2010 defendió la entrega del sistema de pagos del país a los extranjeros y exaltó la intervención de Bob Rubin en el golpe financiero a México. Ha denigrado y desprestigiado el andamiaje institucional que, paradójicamente, dice defender, y ha emborronado la historia nacional en sus trabajos”.
Ayer, en el programa de radio de Aristegui, ella, Meyer, Aguayo y Dresser le respondieron a Salinas con un: “Ni lo vemos ni lo escuchamos”… ¿¿¿??? ¿Acaso no merecía Salinas alguna respuesta más contundente de todos ellos, entrarle a la pelea por la propia reputación abollada?