¿Unidad?
Ramón Zurita Sahagún lunes 10, Oct 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Sin duda, el enemigo más grande que tienen los priístas, son los propios priístas, razón por lo que su exigencia de unidad conlleva mucha significación.
Dos elecciones consecutivas perdidas dan cuenta de ello, por eso el reclamo fue reiterativo durante la celebración del Consejo Político Nacional.
Los gritos de unidad, unidad, fueron la parte sobresaliente de un encuentro ya planchado con anticipación y donde se fijaron las reglas para la selección de sus candidatos a cargos de elección popular, para la contienda federal del 2012.
Nadie se llamó sorprendido por los métodos adoptados, ya que la elección abierta del candidato presidencial estaba sumamente evidenciada y la de convención de delegados para los aspirantes a diputados y senadores, satisfizo a los convocados.
Los priístas saben que los resultados electorales del próximo año les pueden favorecer, pero para ello requieren el mantenerse cohesionados, sin fisuras de ninguna clase, por lo que requieren de encontrar una estrategia que permita curar las heridas que pudiese dejar la celebración de un evento altamente riesgoso, como lo es una consulta abierta para la selección de su candidato presidencial.
Antecedentes de esos procesos recuerdan que no fueron nada satisfactorios y que llevaron a rompimientos dolorosos que condujeron a sendas derrotas electorales.
Los hechos están frescos todavía, por lo que no deben olvidarlos, en esta nueva aventura con la que pretenden dejar en claro sus prácticas democráticas y mostrar las diferencias con los otros partidos que usan sistemas menos abiertos.
En 1999, los priístas iniciaron el camino de las consultas abiertas, donde Francisco Labastida Ochoa se erigió como el ganador, por amplia mayoría, aunque surgieron voces de fraude y de dados cargados, por lo que en la elección constitucional, el sinaloense fue el primer candidato presidencial del PRI en perder -de manera oficial-.
Seis años después, los priístas venían dándose con todo y se presentó el asunto Montiel, ventilado ante la opinión pública, lo que provocó divisiones y que la elección abierta fuese considerada como un simulacro con un candidato débil como lo fue Everardo Moreno Cruz, quien fue apabullado por Roberto Madrazo Pintado.
El resultado en la elección presidencial fue pavoroso, el PRI se quedó debajo de los diez millones de votos y su candidato fue enviado hasta el tercer lugar, después del abanderado del PAN y del de la izquierda.
Y es eso exactamente lo que pretenden evitar, nuevas divisiones, fisuras que lleven a una espectacular caída como la sufrida en los últimos doce años, donde el partido llegó a posicionarse por encima de los otros, pero la guerra interna, divisiones y traiciones hundieron al partido.
Hoy, los priístas muestran otra cara y su intentona de marchar por la senda correcta es un catálogo de buenas intenciones, donde todos parecen estar de acuerdo.
Por eso, los gritos de unidad, unidad, se dejaron escuchar cuando Manlio Fabio Beltrones puso en práctica todo el rosario de experiencia y colmillo político y dio una cátedra de ello, con el abrazo fundido con su adversario Enrique Peña Nieto.
El mexiquense correspondió el detalle al despedirse del evento partidista, lo que desató una y otra vez la exclamación de unidad, unidad, la palabra que para los priístas resulta fundamental, en su intentona por regresar a Los Pinos.
Pero la reunión partidista mostró que por ahora, los priístas se encuentran cohesionados y que muchos de ellos están listos para regresar a la trinchera del organismo político, si es que son requeridos para ello.
La incorporación de Enrique Jackson Ramírez como presidente del Consejo Político Nacional mostró que los caminos para curar heridas están siendo transitados.
Jackson resultó sumamente lastimado cuando perdió dos batallas consecutivas, la primera cuando intentó ser presidente del partido y fue apabullado por Beatriz Paredes Rangel y la segunda cuando pretendió que hace tres años se le compensara es amuestra de lealtad al partido con una diputación federal, a lo que se negaron sus verdugos.
Su incorporación a cargos directivos deja en claro varias cosas, entre ellas influencia del gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa y la segunda el intentar sanar heridas que no alcanzan a cicatrizar.
El sábado fue un día de alegría para los priístas que pudieron superar el primer reto, el correspondiente a la conformación de su Consejo Político y a la selección de los métodos de los que surgirán sus candidatos a cargos de elección popular. Ahora el camino que les queda es de mantenerse unidos después de la celebración de la elección abierta de la que surgirá su candidato presidencial.
Por lo pronto, la aprobación de esos métodos les otorga una serie de privilegios, ya que un candidato presidencial de unidad, los privaría de realizar precampañas y su candidato presidencial se perdería de los reflectores que estos otorgan.
TERCERO EN DISCORDIA
Los priístas buscan con lupa a un tercer personaje que pudiese contender por la candidatura presidencial, aunque no se aprecia, por el momento a ninguno.
Los que habían alzado la mano ya la bajaron. Humberto Moreira tiene compromiso con el partido y se bajó hace tiempo; Fidel Herrera Beltrán, ya encontró acomodo; Beatriz Paredes ligó otra candidatura.
Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto, al parecer, irán solos.
Mario Delgado continúa cosechando buenos puntos.
El secretario de Educación del Distrito Federal se revela como un buen organizador de eventos, con excelentes resultados en sus convocatorias, como fue el caso del evento en el que Marcelo Ebrard manifestó su simpatía para que el rector de la UNAM, José Narro, se reelija por cuatro años más al frente de la UNAM.
En el evento, en el que se entregaron tarjetas del Programa Prepa Sí a universitarios, el rector de la máxima casa de estudios del país agradeció a las autoridades capitalinas el implementar políticas públicas como el citado programa, que administra Mario Delgado.